El modelo actual del médico rural está agotado, con un “futuro gris” a corto y medio plazo. Así nos lo cuenta en este artículo el doctor Juan Carlos Romero, médico rural y vocal de la Junta Directiva Nacional de SEMERGEN, Sociedad Española de Medicina de Atención Primaria, para quien se necesita una nueva revolución: “creer en lo que decimos” y “aspirar al máximo grado de excelencia” en la medicina

Médico rural: bondades y desavenencias de un médico joven en el medio rural
La atención primaria ha sufrido de manera contundente el impacto de la pandemia. EFE/Castillo Loxa
  • 12 de septiembre, 2019
  • ANÁLISIS/DR. JUAN CARLOS ROMERO

Médico rural: bondades y desavenencias de un médico joven en el medio rural

Dr. Juan Carlos Romero Vigara

Mucho tiempo ha pasado desde que se constituyese la figura del médico titular como profesional que trabaja en exclusiva para una ciudad o un pueblo como funcionario facultativo.

Sus obligaciones consistían en «asistir a los enfermos y enfermas vecinos, naturales y habitantes que les llamaban de día o de noche» cobrando por cada visita, a excepción de los pobres, y donde procediera «asistir alternativamente al hospital, cárcel y casa de misericordia».

Es importante recordar siempre de donde venimos, porque hoy día es difícil saber hacia donde van dirigidos los esfuerzos y la reforma de la medicina rural. Cabe destacar, a finales del XIX y principios del XX la denominación de “médico de cabecera”.

Durante esta época, en el ámbito rural, los médicos titulares dedicaban mucho tiempo a la visita domiciliaria, donde a menudo este permanecía a la cabecera del paciente, e incluso atendía a poblaciones de varios pueblos, donde acudían cuando se le requería, a caballo y a pie.

En el siglo XXI cabe preguntarse las razones para ser médico rural. Conservamos el afecto, el trato, la calidez, la cercanía, la escucha, en definitiva la humanidad, de lo que algún día fue nuestro seña de identidad. Somos capaces de tomar decisiones con pocos medios técnicos, pero siempre manteniendo un alto nivel de reciclaje científico.

Y eso si, aunque no es tarea fácil, intentamos cambiar el modelo paternalista tan instaurado en nuestros pacientes mayores del mundo rural.

Modelo agotado

médico rural
Juan Carlos Romero Vigara/Foto facilitada por Semergen

El modelo actual esta agotado, no existen incentivos para la fidelización del médico de familia en el medio rural.

Cada vez hay menor continuidad asistencial, fruto del conformismo del colectivo cuyo objetivo principal no es la calidad asistencial, si no el número
de kilómetros que debe hacer o la presión asistencial en una guardia.

Como médico joven que trabaja en el medio rural, observo un futuro gris a corto y medio plazo, condicionado por la masivas jubilaciones, la mencionada rotación de profesionales, y la falta de recursos e integración de la atención primaria y los servicios sociales que permitan instaurar el modelo biopsicosocial.

De otro lado, el poco incentivo por la autogestión de los centros rurales en función de sus peculiaridades sociales, demográficas y sanitarias.

La reforma de la medicina rural es una cuestión de estado, no de ciertas comunidades o pueblos. Es un hecho real que el famoso estado de bienestar se apaga lentamente, y todo por una mala gestión de las políticas sanitarias sin profesionalizar.

Necesitamos proyectar un modelo que implique desde la mejora de la red de carreteras hasta la dotación estructural y tecnológica de los centros de salud y centralización de servicios.

Médico rural: incentivos

Los incentivos al médico rural no deben ser solo a titulo individual (días de formación, cobertura económica de los desplazamientos..etc) , sino también colectivo, mediante al aumento de presupuesto de los centros en función de objetivos.

El ejercicio de la medicina rural no puede vivir solo de poesía y romanticismo, necesita algo más que el impulso del colectivo médico, necesita el apoyo de la sociedad en su conjunto.

Otros aspectos fundamentales implican el fomento de las rotaciones en el ámbito rural desde el pregrado, el reconocimiento a la tutorización, la investigación, una buena planificación de la tasa de reposición MIR, así como introducir nuevas tecnologías que permitan ampliar el marco de competencias.

En definitiva, necesitamos una nueva revolución, creer en lo que decimos, y como decía mi tutor, aspirar al máximo grado de excelencia en la medicina, el de “médico de cabecera”.