El doctor Carlos Macaya Miguel, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Clínico San Carlos y catedrático de Medicina en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), comenta tres eventos cardiovasculares en el Noticiero del Corazón: “Cirugía de baipás coronario a pecho abierto, para ti o para un Rey; sobrepeso y obesidad desde la infancia, garantía, junto a …

Noticiero del Corazón: “Baipás Real, obesidad infantil y bebidas azucaradas”

Noticiero del Corazón: “Baipás Real, obesidad infantil y bebidas azucaradas”

  • 13 de septiembre, 2019
  • Gregorio Del Rosario

El doctor Carlos Macaya Miguel, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Clínico San Carlos y catedrático de Medicina en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), comenta tres eventos cardiovasculares en el Noticiero del Corazón: “Cirugía de baipás coronario a pecho abierto, para ti o para un Rey; sobrepeso y obesidad desde la infancia, garantía, junto a las bebidas azucaradas, de enfermedades futuras como la diabetes, la hipertensión y los infartos”.

Cuando un Rey y tú sois iguales: cirugía de triple baipás coronario a corazón abierto

El Rey emérito Juan Carlos I de España abandona sonriente el centro hospitalario en un vehículo oficial.
El Rey emérito Juan Carlos I de España abandona sonriente el centro hospitalario en un vehículo oficial. EFE TV

El rey emérito Juan Carlos de España, que permaneció ocho días hospitalizado a finales del mes de agosto por una operación cardíaca, en la que se le practicó un triple baipás aortocoronario, se recupera ya en su residencia de las heridas quirúrgicas realizadas en el tórax; proceso de cicatrización que suele durar alrededor de un mes o mes y medio.

Con el baipás (bypass, en inglés) se crea una derivación que puentea un tramo obstruido o dañado de la arteria, donde el flujo sanguíneo está obstaculizado. Se utiliza un injerto autólogo de otro vaso sanguíneo -arteria o vena del propio paciente- con el fin de evitar rechazos.

Previo a su colocación, se habrá seccionado el esternón por la mitad y se habrá detenido temporalmente el funcionamiento del músculo cardíaco. La sangre circulará, entonces, por una máquina extracorpórea para mantener la vida del paciente durante toda la cirugía.

“Antes de recibir el alta hospitalaria, la exploración cardiológica ha mostrado contractilidad y ritmo cardíaco normales”, informó a los medios de comunicación el 31 de agosto la Dra. Lucía Alonso, portavoz ocasional del Hospital QuirónSalud de Pozuelo de Alarcón (Madrid), donde fue operado el Rey emérito.

En palabras del Dr. Carlos Macaya, “la operación fue un éxito fabuloso”. Hasta que le den el alta definitiva, el Rey emérito tendrá revisiones periódicas de sus estructuras cardiovasculares y de sus funciones cardíacas; y, como es preceptivo, otras tantas de control y seguimiento, como paciente cardiológico que es, el resto de su vida.

Juan Carlos I, de 81 años, fue intervenido quirúrgicamente el sábado 24 de agosto, en una operación programada -no urgente- “a corazón abierto”, que se prolongó durante varias horas. El Rey emérito abandonó la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) tres días después para pasar a la planta de hospitalización.

“El caso clínico de nuestro Rey emérito -señala el doctor Macaya- es prácticamente igual al caso de cualquier otra persona que necesite reparar sus arterias coronarias; aunque en la gran mayoría, alrededor del 80% en países como España (70% en Europa, de media), la operación se lleva a cabo con técnica intervencionista, poco invasiva: entramos con un catéter, normalmente a través de la arteria femoral en la pierna, y arreglamos el problema de la zona afectada con los estents que sean necesarios, sin abrir el pecho del paciente”.

Pero cada caso es un mundo, y los cardiólogos y cardiólogas emplean la técnica más conveniente, sea a corazón abierto o un procedimiento intervencionista. “Lo importante es que el paciente regrese a casa con su corazón funcionando a pleno rendimiento; eso sí, según su edad y circunstancias fisiológicas y biológicas previas”, subraya.

Cada día nos alimentamos peor… y se nota, sobre todo en la infancia

Abdomen con obesidad de un niño.
Un buen ejemplo de que una imagen vale más que mil palabras: la obesidad amenaza ya a un 30% de nuestros hijos e hijas. Foto de EFE TV

El sobrepeso en la adolescencia aumenta el riesgo de sufrir un ataque cardiovascular en la edad adulta, según demuestra un estudio elaborado en Suecia tras el análisis de una población de 1,7 millones de hombres.

Las conclusiones del informe, difundidas durante el Congreso Mundial de Cardiología 2019 que se ha celebrado en París, demuestran que “el elevado nivel de masa corporal entre los jóvenes es un indicativo de riesgo fuerte” de accidente cardiovascular “durante toda la vida”, según su autora, Maria Aberg, de la Universidad de Gotemburgo.

“Es vital -agregó Aberg- que se haga un seguimiento del peso de los adolescentes para inducirles a la prevención del sobrepeso mediante una dieta saludable y una adecuada actividad física. Las escuelas y los padres pueden desempeñar un papel fundamental alentando a los adolescentes a pasar menos tiempo libre frente a las pantallas y proporcionando alimentos saludables”.

Entre 1950 y 1987, los autores del estudio hicieron un seguimiento de todos los varones suecos alistados en el servicio militar, con indicaciones de los datos de su masa corporal obtenidos en el momento en el que se pesaban en la báscula y les medían la altura. Los más de 1,6 millones de suecos fueron sometidos, entonces, a pruebas físicas y psicológicas, además de a los test cardiovasculares pertinentes y de aptitud muscular.

Entre 1969 y 2016, después de muchos años de seguimiento personalizado, mediante los registros hospitalarios y de defunciones, se pudo determinar cuántos de ellos sufrieron ataques cardíacos y qué consecuencias padecieron.

El estudio descubrió que de los 22.412 ataques registrados, a una edad media de 50 años, muchos estaban relacionados con personas que en su adolescencia habían mostrado sobrepeso. También reveló que el incremento del riesgo cardiovascular es superior cuanto mayor es el sobrepeso en la adolescencia.

Una niña, que luce una camiseta blanca con el dibujo de una princesita de cuento, bebe a morro un refresco gaseoso de naranja.
Una niña, que luce una camiseta blanca con el dibujo de una princesita de cuento, bebe a morro un refresco gaseoso de naranja. EFE TV

Pueden refrescar al instante, pero contribuyen a la mortalidad prematura

El mayor consumo de bebidas gaseosas y dulces parece estar vinculado con un aumento del riesgo de muerte por todo tipo de enfermedades, excepto el cáncer, según un estudio realizado en 10 países europeos a lo largo de 16 años, informó la revista Internal Medicine de la Asociación Médica Estadounidense (JAMA).

El contingente de población analizado incluyó 451.743 participantes de Dinamarca, Francia, Alemania, Grecia, Italia, Holanda, Noruega, España, Suecia y el Reino Unido reclutados entre enero de 1992 y diciembre de 2000, y lo condujo Neil Murphy, de la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer en Lyon.

Los investigadores enfocaron su atención en el consumo de bebidas gaseosas, endulzadas con azúcar o con edulcorantes artificiales, y en las causas de más de 41.000 muertes ocurridas en el período cubierto por el estudio.

“El consumo frecuente de bebidas gaseosas azucaradas incrementa la ingestión de energía lo cual puede conducir al aumento de peso y la obesidad”, señaló el estudio.

“En 2010 el costo mundial de las enfermedades cardiovasculares asociadas con la adiposidad, de los cánceres y diabetes tipo 2 relacionados con el consumo de bebidas gaseosas y endulzadas se calculó en 184.000 muertes”, agregó.

Las compañías productoras de estas bebidas en años recientes han modificado las sodas reemplazando el azúcar por edulcorantes con bajo contenido de calorías, o sin ellas, un cambio impulsado por la mayor conciencia de los consumidores acerca del impacto sobre la salud, así como por herramientas fiscales tales como los impuestos.

“Las bebidas gaseosas endulzadas artificialmente tienen pocas calorías o ninguna, pero sus implicaciones fisiológicas y para la salud son, en gran medida, desconocidas”, apuntó el estudio.

El estudio incluyó 321.081 mujeres (71,1 % de los participantes) y 130.662 hombres, con una edad promedio de 50,8 años.

Los investigadores clasificaron a los participantes entre los que habían consumido pocas bebidas gaseosas endulzadas (un vaso por mes), y los consumidores más entusiastas que habían bebido dos o más vasos por día.

Después de un seguimiento promedio de 16,4 años se registraron las muertes de 18.302 hombres y 23.391 mujeres. De éstas, 18.003 muertes, o 43,2 % del total, se debieron a cáncer; 9.106 (21,8 %) resultaron de enfermedades vasculares, y 1.213 (2,9 %) fueron por enfermedades digestivas.

El estudio encontró un riesgo más alto de muerte por enfermedades vasculares vinculado con el consumo de dos o más vasos diarios de refrescos y gaseosas endulzadas artificialmente, y un riesgo más alto de muertes por enfermedades digestivas vinculadas con la ingestión de uno más vasos por día de este tipo de bebidas.

Los investigadores señalaron que no se halló una relación entre el consumo de bebidas gaseosas y la tasa general de muertes por cáncer.

“Los resultados de este estudio sustentan las campañas de salud pública en marcha que apuntan a reducir el consumo de bebidas gaseosas”, concluyó el artículo.

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La Sociedad Española de Cardiología (SEC) se posiciona para luchar contra “la epidemia mundial de obesidad”

Se calcula que, en 2016, más de 41 millones de niños y niñas menores de cinco años en todo el mundo tenían sobrepeso o eran obesos, una cifra que está en el foco de las políticas públicas de prevención y salud de la población.

El aumento de peso de la infancia se debe, fundamentalmente, “a un fuerte desequilibrio entre el aporte y el gasto de energía”. Se come más y se hace menos ejercicio físico, más aún todavía con la irrupción generalizada de la tecnología de las comunicaciones, que nos hacen quedarnos sentados, utilizando solo el cerebro y las manos.

La prevalencia mundial de niños y niñas en edad escolar con sobrepeso y obesidad se sitúa en el 6,7% en esta etapa de la vida, un dato que, a largo plazo, se convierte en un facto de riesgo de enfermedades cardiovasculares, como la hipertensión arterial y el infarto agudo de miocardio, y otras patologías metabólicas, como la diabetes.

Para combatir esta epidemia de obesidad, tanto la OMS como la SEC recomiendan que entre los 5 y los 17 años de edad se deberían dedicar 60 minutos diarios, como mínimo, a la actividad física corporal; siempre en un marco de alimentación saludable y un bienestar emocional.

Según el estudio de la Carga Mundial de Enfermedades (GBD por sus siglas en inglés) publicado en The Lancet, el sedentarismo se ha apoderado ya del 31,1% de las personas adultas, más mujeres que hombres, y se encuentra en la posición número dieciséis de los factores de riesgo de morbi-mortalidad a nivel global. Destacan, negativamente, países como Argentina, Brasil, España, Gran Bretaña, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Sudáfrica, Arabia Saudí, EE.UU. de Norteamérica y México.

“Menos plato y más zapato, a lo que habría que añadir menos bebidas, azucaradas o con alcohol, y más consumo de zapatillas deportivas”, concluye el doctor y cardiólogo Carlos Macaya Miguel, presidente, también, de la Fundación Española del Corazón.