El doctor Carlos Macaya Miguel, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Clínico San Carlos y catedrático de Medicina en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), comenta tres eventos cardiovasculares en el Noticiero del Corazón: “Al igual que sucedía antes de la pandemia de la COVID-19, los fármacos hipertensivos son completamente seguros; el sobrepeso y la obesidad no se superan solo con ejercicio físico, sino también con una alimentación sana y equilibrada; y un 40% de l@s pacientes que han sufrido un infarto no controla bien su índice de colesterol malo o LDL, que debe situarse siempre por debajo de 70 mg/dl y mejor si se reduce a 55 mg/dl, según las guías de la Sociedad Europea de Cardiología”

Noticiero del corazón: “Hipertensión, sobrepeso y colesterol, un trío calavera a combatir”

Noticiero del corazón: “Hipertensión, sobrepeso y colesterol, un trío calavera a combatir”

Los fármacos para la hipertensión son seguros ante contagios covid

Un estudio internacional realizado en 20 grandes hospitales de EE.UU., Canadá, México, Suecia, Perú, Bolivia y Argentina ha demostrado que los medicamentos para tratar la hipertensión arterial no interfieren con la recuperación de los enfermos de la COVID-19.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de uno de cada cinco adultos en el mundo tiene la tensión arterial elevada, un trastorno que causa aproximadamente la mitad de todas las defunciones por accidente cerebrovascular o cardiopatía. 

Además, las complicaciones derivadas de la hipertensión son la causa de 9,4 millones de defunciones cada año en el mundo.

En el estudio, publicado recientemente en la revista The Lancet, se propuso averiguar si dos tipos de fármacos, los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina, conocidos como ACEI, y los bloqueadores de los receptores de la angiotensina, llamados ARB, podían mitigar las complicaciones de la COVID-19, o lo contrario.

Un paciente habla por teléfono móvil tras acudir a consulta en el Hospital Clínico San Carlos de MadridLa investigación arrojó una fortísima evidencia de que los enfermos de la COVID-19 pueden seguir tomando su tratamiento antihipertensivo sin miedo a que empeoren su situación en caso de contagio del coronavirus.

Antes del estudio se creía que el tomar antihipertensivos ACEIs o ARS podía ser un riesgo adicional para los hipertensos que se contagiaran de SARS-CoV-2, debido a la forma en que el virus ataca a determinados receptores celulares, y se pensaba por eso que podía ser bueno dejar de tomar los medicamentos.

El estudio se realizó a 152 personas hipertensas -90 de ellas de EE.UU.- que estuvieron ingresadas con covid-19 en los hospitales participantes entre el 31 de marzo y el 20 de agosto de 2020 y que desde antes de su hospitalización estaban medicados con ACEIs o ARBs.

De ellos, 75 elegidos al azar continuaron tomando esos medicamentos y 77, escogidos de la misma manera, dejaron de tomarlos, bajo supervisión médica en ambos casos. No hubo diferencias entre ambos grupos en cuanto a su posible interacción con la COVID-19.

Los pacientes estudiados estuvieron hospitalizados un promedio de cinco días, tenían una edad media de 62 años y un 45 % eran mujeres. Ochenta y dos de los participantes eran de origen hispano, según la ficha del estudio.

Más del 50 % de los adultos en Estados Unidos y más del 60% en España padecen hipertensión, el riesgo número uno para las enfermedades del corazón; así que era muy importante determinar que esos medicamentos no modifican los riesgos que supone la covid-19 para una persona. Ahora se sabe que no tienen un efecto adverso.

El resultado del estudio es concordante con otro a gran escala realizado en Brasil, titulado “Brace Corona”, cuyos resultados fueron presentados a la Sociedad Europea de Cardiología y están pendientes de publicación.

Madre e hijo en zona exterior de hospital-efe

Sobrepeso y obesidad implican una peor salud cardíaca, incluso si se hace ejercicio

Otro estudio constata que la actividad física no anula los efectos negativos del exceso de peso corporal sobre la salud del corazón, por lo tanto, no se puede estar gordo, pero sano.

Esta es la principal conclusión de un trabajo, con participación española, publicado en la revista European Journal of Preventive Cardiology, de la Sociedad Europea de Cardiología.

La investigación refuta la idea de que un estilo de vida físicamente activo puede anular por completo los efectos nocivos del sobrepeso y la obesidad. 

  • El estudio utilizó datos de 527.662 trabajadores en España, con una edad media de 42 años y con un 32% de mujeres.
  • Los participantes se clasificaron en peso normal (con un índice de masa corporal de 20-24.9), sobrepeso (25-29.9) y obesidad (30 o superior).
  • Además, se agruparon por nivel de actividad: regularmente activos, definidos como los que hacen el mínimo recomendado para adultos por la Organización Mundial de la Salud; insuficientemente activos (alguna actividad física de moderada a vigorosa cada semana, pero menos que el mínimo de la OMS); e inactivos (sin ejercicio).

La salud cardiovascular se determinó en función de los tres principales factores de riesgo de infarto e ictus: la diabetes, el colesterol elevado y la hipertensión arterial.

Aproximadamente el 41% de los participantes tenía un peso normal, un 41% sobrepeso y el 18% de las personas eran obesas. La mayoría eran inactivas (63,5%), mientras que el 12,3% eran insuficientemente activas y el 24,2% eran regularmente activas.

El 30% tenía el colesterol alto, el 15% la tensión arterial elevada y el 3% diabetes, explica un comunicado de la Sociedad Europea de Cardiología, que detalla que los investigadores estudiaron las asociaciones entre cada grupo de índice de masa corporal (IMC) y actividad y los tres factores de riesgo.

En todos los niveles de IMC, cualquier actividad (independientemente de que cumpliera o no el mínimo de la OMS) estaba relacionada con una menor probabilidad de padecer diabetes, hipertensión arterial o colesterol alto, en comparación con la ausencia de ejercicio.

Esto nos dice que todo el mundo, independientemente de su peso corporal, debería ser físicamente activo para salvaguardar su salud.

En todos los pesos, las probabilidades de diabetes e hipertensión disminuían a medida que aumentaba la actividad física: más actividad es mejor, así que caminar 30 minutos al día es mejor que caminar 15 minutos.

Sin embargo, los participantes con sobrepeso y obesidad presentaban un mayor riesgo cardiovascular que sus compañeros con peso normal, independientemente de los niveles de actividad.

Por ejemplo, en comparación con los individuos inactivos de peso normal, los obesos activos tenían aproximadamente el doble de probabilidades de tener el colesterol alto, cuatro veces más probabilidades de sufrir diabetes y cinco veces más de tener la tensión arterial alta.

El ejercicio no parece compensar los efectos negativos del exceso de peso. Los hallazgos se observaron en general en hombres y mujeres.

Para los autores del estudio, la lucha contra la obesidad y la inactividad es igualmente importante; debería ser una batalla conjunta. La pérdida de peso debe seguir siendo un objetivo primordial de las políticas sanitarias, junto con la promoción de estilos de vida activos.

Un paciente se recoloca la mascarilla en plena pandemia de coronavirus después de salir de una consulta en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid.Hasta un 40% de pacientes con infarto o angina de pecho no controla su colesterol

Un nuevo estudio de la Agencia de Investigación de la Sociedad Española de Cardiología (AISEC), publicado en Revista Española de Cardiología (REC), concluye que hasta un 40% de los pacientes no cumple el objetivo de colesterol malo (cLDL <70 mg/dl) tras haber sufrido un síndrome coronario agudo, ya sea un infarto agudo de miocardio o una angina de pecho. 

“Aunque es cierto que en los últimos años sí se ha observado una mejora en el control de este problema, aún queda mucho por hacer”, señala el Dr. Manuel Anguita, autor principal del estudio y presidente anterior de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).

Los datos de esta investigación, correspondientes a 2018, tomaron como referencia las recomendaciones de la Guía Europea de Dislipemia de 2016, que situaba en menos de 70 mg/dl el objetivo de colesterol LDL para pacientes que habían sufrido previamente un síndrome coronario agudo.

Sin embargo, en 2019 se publicó una nueva guía que endurecía aún más las recomendaciones en prevención secundaria con niveles de colesterol LDL <55 mg/dl

“Esto quiere decir que el porcentaje de pacientes que no alcanzan los niveles recomendados de ‘colesterol malo’ podría ser incluso mayor que el objetivado en nuestra investigación si se hubiera tomado como referencia la última guía publicada”, remarca el Dr. Anguita.

El estudio incluyó a un total de 6.364 pacientes de 20 hospitales españoles que tenían unidades de hemodinámica y programas de código infarto. El 40% de ellos disponía también de unidades de rehabilitación cardiaca. 

Entre los principales resultados destacan que, al alta, el 72,1% de los pacientes recibió dosis altas de estatinas potentes y un 24,1%, estatinas de intensidad baja-media; mientras que el 3,8% de los pacientes no recibió estatinas. Un 13% recibió ezetimibe y solo el 0,31%, iPCSK9. 

Con este tratamiento, el 61,1% de los pacientes tenía el colesterol LDL por debajo de 70 mg/dl a los seis meses. Al año, el 55,9% de los pacientes cumplía el objetivo.

“Nuestros resultados ponen de manifiesto que existe una infrautilización del tratamiento disponible, tanto en combinación de estatina con ezetimibe, como fundamentalmente de los iPCSK9, cuyo uso es testimonial”, valora el Dr. Anguita.

Y es que, como detalla el presidente anterior de la SEC, “el presente estudio pone de manifiesto que la adherencia de los hospitales participantes a las recomendaciones de la SEC sobre el uso de iPCSK9 se sitúa entre el 1,5% y el 3,6% de los pacientes según los escenarios”. 

Es por esto que la SEC subraya que uno de los grandes retos pendientes de los cardiólogos sigue siendo hacer un mejor seguimiento de las recomendaciones de las guías y las sociedades científicas en relación al control de los niveles de colesterol en prevención secundaria. 

Por otro lado, se ha observado que no existe un protocolo estandarizado de control de los valores lipídicos en la mayoría de los centros ni protocolos de derivación consensuados con atención primaria para el seguimiento del control lipídico de estos pacientes.

El Dr. Carlos Macaya Miguel en su despacho del Hospital Clínico Universitario San Carlos de Madrid.

Para concluir, el doctor Carlos Macaya, también presidente de la Fundación Española del Corazón, nos ofrece un triple consejo: “Alimentación, alimentación y alimentación sana, variada y equilibrada; ejercicio, ejercicio y ejercicio apropiado a cada edad o situación médica, eliminando o evitando al máximo el sedentarismo; y báscula, báscula y báscula para controlar el peso todos los días sin ningún tipo de miedo o vergüenza”. Fotografías de Carlos González