La obesidad y todas las enfermedades asociadas a ella están ganando volumen y presencia de un modo desorbitado. Según datos de la ONU existen 300 millones de personas obesas en el mundo y más de mil millones con sobrepeso. La doctora Katy Eftekhar analiza este problema y sus riesgos económicos para los sistemas de salud

Obesidad y dismetabolismo, amenaza económica para los sistemas sanitarios
EPA/Britta Pedersen
  • 24 de septiembre, 2014
  • MADRID/ANÁLISIS/KATY EFTEKHAR

Muchos expertos hablan de la obesidad como la gran epidemia del siglo XXI. La amenaza de este trastorno en la salud es grave e inquietante. Pero no solo para la salud, también para el equilibrio y la sostenibilidad de los sistemas sanitarios. La doctora Katy Eftekhar, especialista en dermatología estética y diplomada en dismetabolismo y nutrición ortomolecular, además de miembro de la comunidad online de salud Saluspot, conoce a fondo este problema y lo explica en EFEsalud.

Obesidad y dismetabolismo, amenaza económica para los sistemas sanitarios

por Katy Eftekhar

La obesidad y todas sus enfermedades asociadas están ganando volumen de un modo desorbitado. Según datos de la ONU, existen 300 millones de personas obesas y más de mil millones con sobrepeso en el mundo. Además el número de personas que presentan el Síndrome Metabólico “x” (al que podríamos definir como un grupo de factores que aumentan la probabilidad de desarrollar diabetes tipo 2 debido a la resistencia a la insulina y enfermedades cardiovasculares, entre otros) también crece de un modo imparable.

Esta curva ascendente la encontramos no sólo en los países desarrollados. También empezamos a advertir su trazo en los denominados países en vías de desarrollo, aunque en menor medida. Son poblaciones que han ido importando malos hábitos alimentarios y un inadecuado estilo de vida y que les están conduciendo inexorablemente a una tasa preocupante de obesidad.

Primer plano de la doctora Katy Eftekhar. Efesalud.com
La doctora Katy Eftekhar/Foto facilitada por la especialista

El peso de estas cifras hace tambalear el sistema económico-sanitario de cualquier país. Debido a este flagelo, el rendimiento en el trabajo se reduce notablemente y los gastos en sanidad se multiplican. Estos representan en la actualidad más de 3,5 billones de dólares, equivalentes al 5 por ciento del PIB mundial.

El coste de la obesidad

Sólo en los Estados Unidos un ciudadano obeso cuesta un 40% más que uno con peso normal. El coste para tratar a estos pacientes (en gran número diabéticos) es de 3,4 trillones de dólares anuales. Es decir, tres veces más el gasto fijo de todo el sistema sanitario de salud estadounidense.

Queda claro que la obesidad es una enfermedad muy cara. Y que cuando se trata de elaborar planes comerciales (como en las empresas en las que se funciona con el sistema de prepago o con pólizas médicas) resulta “vital” saber cuánto cuesta un enfermo de diabetes. En EEUU estos pacientes tienen un precio y los empresarios manejan estas cifras como si fueran activos en bolsa.

Una persona sana supone un gasto anual de unos 4.000 dólares. Sin embargo, si el sujeto presenta diabetes la cosa cambia. El coste podría alcanzar los 11.700 dólares al año. Y si presenta un tipo de diabetes complicado podría generar un gasto de 20.700 dólares anuales. La conclusión desde un punto de vista estrictamente empresarial es que la máxima rentabilidad- productividad sólo se obtendrá invirtiendo en personal sano. No es de extrañar que las compañías aseguradoras realicen minuciosos estudios a través de marcadores de insulina, colesterol, glucemia… cuyos resultados les permitan saber si el paciente padece un riesgo dismetabólico o no.

A más desarrollo, más obesidad

Los datos vistos hasta ahora se remiten a Estados Unidos porque, no en vano, este país representa la paradoja de que el aumento del índice de desarrollo económico (con todas las comodidades que trae aparejadas) siempre ha ido de la mano de un aumento en los índices de obesidad. Las cifras de la Organización Mundial de la Salud muestran que, en general, los países con mayores niveles de ingresos son los que muestran mayor prevalencia de obesidad.

Además los últimos estudios han comprobado que obesidad y diabetes avanzan de la mano de un modo descontrolado.

Los pacientes diabéticos se caracterizan especialmente por su cronicidad. En 2002 en los Estados Unidos los costes totalizados per cápita de estas personas fueron de 13.243 dólares frente a los 2.560 de los no aquejados por la enfermedad. Y cinco años después, en 2007 , los pacientes de esta patología supusieron gastos médicos 2,3 veces mayores que el resto de la población.

La sangría económica que supone para EEUU gastar 113 billones de dólares año tras año para atender a los pacientes con obesidad y diabetes significa no poder atender otras necesidades del ámbito de la salud, educación, cultura.

Son patologías que fagocitan casi todo el presupuesto sanitario y el único modo de no llegar a esta situación es anticipándonos a la enfermedad.

Medicina Preventiva

La llave se encuentra,  por lo tanto, en la Medicina Preventiva. La falta de ejercicio, la vida sedentaria, el fácil acceso a alimentos altamente calóricos, las dietas altas en azúcar, sal y grasa; todo ello ha deteriorado nuestro estilo de vida.

Hace algunos años comenzaron a elaborarse estudios de costo-efectividad. En realidad de lo que se trataba era de “reeducar” en relación a pautas alimenticias, de comportamiento. Se aplicó en escuelas, universidades, empresas e incluso a nivel nacional. Las conclusiones incidian en realizar un trabajo preventivo y, sobre todo, prestar mucha atención a la alimentación, al ejercicio físico y al control de los niveles de estrés.

Clase dentro de un programa contra la obesidad infantil/EFE/Holger Hollemann

Y es que las previsiones de los expertos no son nada halagüeñas. Para 2020 se calcula que se producirán 50 millones de muertes relacionadas con enfermedades crónicas coronarias o la diabetes. Todas ellas son, al fin y al cabo, la consecuencia final del dismetabolismo.

Reacción de las empresas

Ante esta situación algunas empresas han querido quitarse este peso de encima y han comenzado a introducir pequeños cambios obteniendo grandes éxitos.

Se ha aplicado una pauta alimentaria para los menús, se han establecido programas de pausa activa, de gimnasia y se ha habilitado espacios para hacer ejercicio y deporte en cualquier momento del día.

El control de la diabetes y la hipertensión arterial se ha traducido en un menor índice de absentismo laboral y la educación para adoptar un estilo de vida saludable ha reportado resultados satisfactorios en pequeñas empresas reduciendo el riesgo cardiovascular y mejorando el HDL; es decir, las alteraciones asociadas a un cuadro de obesidad.

Ya hemos visto que a medida que aumentan las complicaciones asociadas a la obesidad y al Síndrome Metabólico se produce un mayor coste económico y deterioro de las políticas de bienestar. Si somos capaces de minimizar estos problemas abordando las patologías como un todo desde la prevención y la Medicina Integrativa lograremos estabilizar los sistemas económicos y, lo más importante, devolver la salud a una población enferma.