El doctor Pedro Gargantilla, profesor de Historia de la Medicina y jefe de Medicina Interna del Hospital de El Escorial (Madrid), reflexiona si los sanitarios deben ser considerados héroes por su actitud y trabajo frente a la COVID-19. Héroes o profesionales. Una cosa u otra, o las dos, lo que si han logrado, la semana pasada, es el Premio Princesa de Asturias de la Concordia

¿Los héroes del siglo XXI se llaman “sanitarios”?
Los trabajadores de Urgencias del HUCA en Oviedo, agradecen las muestras de apoyo de la ciudad con motivo del coronavirus. EFE/ Alberto Morante

El vocablo héroe procede del latín heros, que hace alusión a la imagen de un noble influyente y que, trasladado a la mitología, se identifica con los actos de valor que realizaban los semidioses.

Cuando pensamos en héroes mitológicos nos viene rápidamente a la imaginación Aquiles, el hijo del mortal Peleo y la nereida Tetis, o Heracles, el hijo de Zeus y la humana Alcmena.

La primera narración escrita sobre los héroes la encontramos en los relatos homéricos, en ellos se nos detallan las máximas virtudes (aretai) a las que pueden optar: la honra (timé), la fama (kleós), el elogio (epainos), la libertad (eleutheria) y la justicia (dike), bien amarrada a la venganza (tisis).

De todas estas probidades, la más destacada es la valentía (andreía). En definitiva, los héroes sintetizaban los valores más preciados de su generación.

Estos personajes homéricos no cultivaban la tierra ni realizaban trabajos manuales, su única función se centraba en demostrar su honor (timé) y perpetuar su fama (kleós).

epidemia coronavirus
El doctor y profesor Pedro Gargantilla/Foto cedida por él

En el mejor de los casos el héroe homérico encuentra la única inmortalidad que le es permitida, que los poetas puedan glosar sus gestas de generación en generación. Nada más que eso.

Dando un salto en el tiempo, en la literatura europea hay una larga tradición de héroes, desde nuestro Cid Campeador –Rodrigo Díaz de Vivar- hasta Guillermo Tell, que se enfrentó al poder real y simboliza la independencia suiza.

El ballestero helvético no es el único ejemplo de aupar a héroe nacional a alguien que encarna los ideales de la patria, esto se repetirá en muchas ocasiones, por ejemplo, en la segunda mitad del siglo veinte con el cosmonauta Yuri Gagarin.

Los tiempos pasan pero la figura del héroe permanece. En nuestra cultura han surgido personajes de cómic dotados de poderes sobrehumanos (Superman, Batman, Spiderman, el capitán América…) capaces de vencer a las fuerzas del mal que amenazan nuestro mundo.

A su lado también han aparecido héroes de carne y hueso que no buscan ni la gloria ni el reconocimiento. Por ejemplo, Rosa Parks, la costurera afroamericana que se negó a ceder su asiento en un autobús a un hombre blanco, consiguiendo la primera victoria frente a las leyes racistas estadounidenses.

La verdad es que, poco a poco, la figura del héroe moderno se ha deshilachado, se ha usado tanto para definir a los protectores de la comunidad -héroes de guerra- como a aquellos personajes de honor dentro de la misma -héroes deportivos-.

En algunos casos los héroes no tienen rostro, algo que habría sido impensable en la Antigua Grecia. En los atentados del 11-M los medios de comunicación encumbraron a la categoría de héroes anónimos a los bomberos de la ciudad de Nueva York, un colectivo que no dudó un instante en arriesgar sus vidas por salvar las de desconocidos.

Mejor profesionales que héroes

En la pandemia COVID-19 la sociedad española ha asignado la categoría de héroes a todos los sanitarios, los protagonistas de la narración, a los que se ha homenajeado con un aplauso diario.

El análisis maniqueo es muy tentador, no todos los días uno es aclamado como un héroe, sin embargo, este calificativo puede albergar una manzana envenenada.sanitarios héroes

Recordemos que a veces el héroe se transforma en villano. Una palabra que etimológicamente significa “que procede una villa” y que durante la Edad Media pasó a utilizarse de forma despectiva, para referirse a las personas que vivían en villas y que, por tanto, carecían de honor, moral y, sobre todo, de educación. Valores que eran abanderados en aquellos momentos por los burgueses y los caballeros, los que residían en las urbes. Con el paso del tiempo el villano pasó a designar a una persona mezquina y malvada.

Para evitar sufrir un giro inesperado del léxico y surfear aguas procelosas es mejor declinar galantemente el apelativo de héroe y quedarnos simplemente con “profesional”, un vocablo que hace “relación a un oficio”.

Y es que durante estas semanas los sanitarios han sacado su mejor versión y han desarrollado su trabajo lo mejor que han podido, es decir, con profesionalidad.

Volviendo a la Ilíada, allí también aparece la figura del galeno –Macaón y Polidoro- a los que Homero califica de “excelentes médicos”y, además, se toma la licencia de hacer la siguiente equivalencia: “Un hombre que es médico vale por muchos otros”. Lo dicho, mejor profesionales.