Dos de cada diez personas acuden a una consulta de gastroenterología por dispepsia, molestia focalizada en la parte alta y central del abdomen, donde se sufren síntomas tan frecuentes como el dolor o quemazón, hinchazón y saciedad precoz (sentirse muy lleno tras ingerir poca comida)
La pesadez de las molestias estomacales, como las úlceras
“Cuando tenemos un paciente con este tipo de molestias nos enfrentamos a dos grandes posibilidades: dispepsia orgánica o dispepsia funcional”, simplifica el Dr. Enrique de Madaria Pascual, médico gastroenterólogo del Hospital General Universitario “Doctor Balmis” de Alicante.
“Las molestias estomacales o dispepsias orgánicas se corresponderán normalmente con una enfermedad concreta, como úlceras, reflujo gastroesofágico, alergia al gluten, incluso tumores de estómago; cuyo diagnóstico certero se determinará siempre a través de pruebas médicas adecuadas”, informa.
“En las funcionales, con un mayor número de casos registrados, no se hallarán patologías ocultas que se detecten por prueba diagnóstica. El origen de la dispepsia funcional no tiene una explicación clara ni simple, solo teorías no demostradas; nada a ciencia cierta”, sostiene.
Solo se han encontrado pistas que por ahora no apuntan a una conclusión.
“Unos pacientes tienen alterada la forma en la que se mueve su estómago, o demasiado o muy poco; otros presentan una gran sensibilidad estomacal; algunos muestran su microbiota afectada; y también se diagnostican pacientes con problemas psicológicos de ansiedad y somatización, sobre todo en pacientes que sufrieron trauma infantil”, destaca.
El sello Helicobacter pylori en las molestias y enfermedades estomacales
La superficie que tapiza el interior del sistema de tubos del aparato digestivo desde la boca hasta el recto se llama mucosa. En el interior del estómago es gruesa y protege, a su vez, la capa submucosa, de músculo, subserosa y serosa.
Esta mucosa estomacal se conforma de múltiples membranas plegadas o invaginaciones que profundizan hasta las glándulas gástricas. Es la capa de mucosa la que impide la autodestrucción celular.
Por lo tanto, el deterioro del moco protector puede acarrear molestias y daños, como una úlcera de estómago, causante de ardor, también en el duodeno.
Recuerda el Dr. Enrique De Madaria Pascual, presidente de la Sociedad Española de Gastroenterología
La pepsina, una proteína especializada en digerir, precisamente, las proteínas de la dieta, se activa con el ácido; y así, alimentos como la carne o la leche se rompen en pequeños fragmentos, hasta descomponerse en sus partes más esenciales o moléculas.

Además, esta combinación de ácido y pepsina logra eliminar los microorganismos que siempre podemos encontrar en todo lo que entra en el estómago, incluidas las bacterias, como la Helicobacter pylori.
Pero por desgracia, esta bacteria sobrevive, a pesar de los jugos gástricos, en la mitad de la población mundial.
“Su capacidad de adaptación evolutiva la ha convertido en una bacteria casi propia de nuestra mucosa. La Helicobacter pylori resiste el ácido y la pepsina, ya sea porque se refugia en el moco, produce sustancias que neutralizan los jugos gástricos o dispone de mecanismos para llegar hasta las células y aferrarse a ellas cual garrapata a un perro”, señala De Madaria.

Esta bacteria se asocia a molestias y enfermedades y en otras ocasiones vive en el estómago sin causar síntomas ni complicaciones.
“Puede darse el caso de que un paciente con molestias estomacales tenga Helicobacter pylori, pero que no sea la causa de dichas molestias, ya que, al ser tan frecuente, las posibilidades de tenerla son las mismas, un 50%, que tirar una moneda al aire y elegir cruz”, plantea.
La infección estomacal por Helicobacter pylori se puede diagnosticar con prueba en aliento al analizar los restos orgánicos que dejamos en un tubo al soplar en su interior, con prueba en heces o realizando una biopsia de estómago tomada vía endoscópica.
Dispepsias o molestias orgánicas, básicamente úlceras y reflujo gastroesofágico
Cuando se daña la mucosa que recubre el interior del tubo digestivo la degradación puede generar una herida, asociada a inflamación, que penetra hacia la pared del estómago o duodeno afectado. Nos encontramos ante una úlcera.
Las úlceras pueden no ocasionar síntomas o presentar dispepsias (dolor o quemazón, hinchazón y saciedad precoz). En algunos casos derivan en complicaciones.
La complicación más frecuente es el sangrado, puesto que esta herida, localizada en la pared del estómago o duodeno, daña, por degradación, a una arteria o vena de la zona, lo que originará la aparición de sangre en el interior del aparato digestivo.
Este sangrado se manifiesta con vómitos de sangre roja, vómitos negros (sangre digerida) o heces pastosas negras (sangre digerida en las heces).
Dr. Enrique De Madaria Pascual
“Cualquiera de estos síntomas debe persuadirnos de acudir sin demora a urgencias para ser valorados por un especialista. Otra complicación, muy rara, es la perforación del tubo digestivo: la erosión de la úlcera atraviesa todas las capas del estómago o duodeno causando peritonitis… y el dolor es inaguantable”.
De manera esquemática, tanto la bacteria Helicobacter pylori como las medicinas antiinflamatorias no esteroideas (ibuprofeno, aspirina, diclofenaco, etc.) son las dos causas habituales de las úlceras en estómago y duodeno.
Otra molestia estomacal tipo dispepsia es el cáncer de estómago, que hoy en día es relativamente poco frecuente.
“Hay que descartarlo en el caso de dispepsia con poco tiempo de evolución (semanas o meses), asociado a pérdida de peso, anemia, sangrado u otras signos de alarma. Obviamente, si se padecen estos síntomas durante años y son estables, no estaremos ante un tumor maligno”, explica.
Como es obvio, existen fármacos que ocasionan molestias, pero no úlceras, como sucede con algunos antibióticos, medicinas para prevenir la gota o patologías en otros órganos.
El hipertiroidismo, la diabetes, la enfermedad celíaca y otras enfermedades también pueden llegar a generar dispepsia estomacal.
Cuando tenemos molestias crónicas en la parte alta de la barriga y no detectamos ninguna enfermedad en las pruebas diagnósticas hablamos de dispepsia funcional, molestias estomacales que padecen alrededor de un 20% de las personas.
“Curiosamente, la mayor parte de gente con molestias crónicas de estómago entran en esta categoría de pacientes. Luchar en estos casos contra la bacteria Helicobacter pylori solo mejora la salud de una de cada doce personas”.
Subraya el doctor Enrique De Madaria Pascual

Diagnóstico de la dispepsia orgánica y funcional
“En pacientes jóvenes y sin síntomas alarmantes (pérdida de peso, anemia, vómitos frecuentes, etc.), en ocasiones, se precisa una analítica de sangre y una prueba para descartar o no la presencia de la bacteria Helicobacter pylori, dos pruebas suficientes para dar los primeros pasos”, estima.
“En aquellos pacientes con H. pylori que sus molestias no mejoran con el tratamiento, ni siquiera con omeprazol para quien sufre el reflujo gástrico (fármaco protector que se utiliza para prevenir o mitigar el efecto de las úlceras), o en personas mayores o con síntomas de alarma, tendremos que hacer una gastroscopia”, resalta.
Una gastroscopia consiste en introducir un tubo en el interior del cuerpo humano -endoscopia-, pero, dado este caso, por la boca, llegado al esófago, estómago y duodeno.
“A veces, debemos estudiar otros órganos con ecografía, resonancia o TAC, según los síntomas y respuesta al tratamiento, a criterio médico orientado. La dispepsia funcional, en ocasiones, es difícil de tratar, por lo que nos vemos en la necesidad de probar diferentes estrategias”, afirma.
Una evidencia de esta dificultad se demuestra con la eficacia o no de las dietas especializadas para evitar molestias estomacales
“El pronóstico de algunos pacientes con dispepsia orgánica o funcional puede mejorar con una alimentación sana, sobre todo en relación al sentido general de su salud, puesto que una dieta adecuada siempre es beneficiosa”, aclara.
“Mucha gente, obsesionada, deja de tomar alimentos con gluten, leche animal o hace dietas restrictivas y complejas sin obtener mejoras, aunque un buen número de pacientes manifieste la sensación de que sí reducen las molestias estomacales”, atestigua.
“Corresponde al médico o la médica fijar la dieta más adecuada, incluso con la ayuda de un nutricionista, para mejorar la patología estomacal y la salud general del paciente. No hay que hacer dietas basadas en la desesperación”, recalca.
“Primero, debemos buscar las causas de estos problemas estomacales para luego diagnosticar de forma certera y tratar el origen y sus consecuencias… La clave del mejor pronóstico posible”, concluye el Dr. Enrique de Madaria Pascual.
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