La diosa fortuna, la moda de época, la fe católica, la tradición, la Casa de los Borbones y, sobre todo, la generosidad del pueblo de Madrid pueden presumir de estar detrás, en el origen real, del nacimiento de un gran hospital en la capital de España a mediados del siglo XIX, La Princesa; un complejo sanitario que hoy en día puede mostrar al mundo toda su vanguardia tecnológica, científica, investigadora e innovadora para cumplir su principal objetivo: “Practicar la mejor medicina humanista centrada en todos y cada uno de sus pacientes”
La Princesa, una historia de éxito a la vanguardia de la Salud
El Dr. Fidel Illana Robles, director gerente de este universitario centro hospitalario, comienza con este videoblog efesaludable una andadura de narrativa histórica que nos llevará a conocer periódicamente a las grandes figuras de la Medicina; un conjunto de mujeres y hombres, más o menos conocidos a nivel popular, que han puesto en su frontispicio intelectual la idea primordial del juramento hipocrático… No tener otro propósito que llevar el bien y la salud a los enfermos y enfermas.

Historia de La Princesa de Madrid, un regalo sanitario del destino
“La construcción del Hospital de La Princesa, inaugurado en Abril de 1857 en el que fuera paseo de Areneros, hoy la madrileña calle de Alberto Aguilera, fue ordenada por la Reina Isabel II de España tras el nacimiento, el 20 de diciembre de 1851, de su hija María Isabel Francisca de Asís, popularmente conocida con el cariñoso apelativo de “La Chata”, y como acción de gracias al salir ilesas ambas de un atentado a manos del cura Merino cuando la Reina se dirigía a presentar a la Princesa a la basílica de Ntra. Sra. de Atocha, en Febrero de 1852. Se le dará al hospital el nombre de ‘Princesa’ en honor a su hija y ordena que el hospital sea costeado con fondos obtenidos por una suscripción popular de carácter nacional.
Es costumbre de la Familia Real Española la presentación del primogénito tras su nacimiento a la Virgen de Atocha y, como se ha indicado, la Princesa Isabel, primogénita de la Reina Isabel II, no fue excepción. Estando ya preparado el cortejo en el Palacio Real para la salida de la egregia madre y de su hija, a la sazón Princesa de Asturias, un religioso, el cura Martín Merino que, amparándose en sus hábitos se había colado en Palacio, se acercó a la Reina blandiendo una daga de importantes dimensiones y se la clavó en su costado derecho.
La suerte, a la que ayudó la moda de entonces, evitó que esta agresión fuese grave y se quedara solamente en una herida leve, sin mayor gravedad traumática. El informe del médico de la Corte, que atendió a la Reina, describe la cantidad de ropajes que tuvo que recorrer la daga antes de herir la piel real; el último de ellos una ballena del corsé que definitivamente detuvo el avance del arma.
El agresor, el cura Merino (no confundir con el guerrillero Jerónimo Merino, héroe de la Guerra de la Independencia), fue un personaje cuya vida podría inspirar el guion de una película. Era un sacerdote anarquista, nacido en la riojana localidad de Arnedo, de origen campesino humilde que aprovechó la ocasión de estudiar en el seminario.

Hombre de extraño y sombrío carácter se desplazó a Francia durante la Guerra de la Independencia y volvió a Madrid como párroco. Ganó un sustancioso premio a la Lotería Nacional que reinvirtió para ofertar préstamos, a devolver con altos intereses, practicando la acepción más propia de la palabra usura.
Se sabe que el Cura Merino vivió en el callejón del gato en el Madrid castizo. La daga fue comprada en El Rastro e inicialmente su destino era el de atentar contra el general Narváez, empresa de la desistió al resultar muy difícil acercarse a él. También pensó atentar contra la Regente María Cristina, pero finalmente atacó a la hija de Fernando VII en el día de la presentación de la Princesa de Asturias.
Cuentan las crónicas que, inmediatamente después de ser reducido y aprehendido el cura apóstata por la Guardia Real, se temió que la hoja metálica de la daga estuviera enponzoñada con veneno. Al oír los comentarios del entorno real, el cura Merino se lamentó en voz alta… ‘¡Cómo no se me ha ocurrido!’. Una vez puesto a buen recaudo, le preguntaron los motivos por los que había atentado contra la Reina y contestó: “A lavar el oprobio de la humanidad, vengando la necia ignorancia de los que creen que es fidelidad aguantar la infidelidad y el perjurio de los Reyes”. El célebre mosén fue ejecutado a garrote vil tres días después del atentado.
La Infanta Isabel, ‘La Chata’, llegó a ser dos veces Princesa de Asturias, primero hasta el nacimiento de su regio hermano, el futuro Alfonso XII, y la segunda hasta su mayoría de edad y subida al trono, pero ella nunca fue reina.
“La Chata” fue un personaje muy popular en el Madrid de entonces por su carácter próximo y castizo. Gustaba de pasear en coche descubierto y detenerse para cambiar impresiones con la gente. Fue la única persona a la que en abril de 1931 la República permitió quedar en territorio español. Sin embargo, prefirió exiliarse, falleciendo al poco tiempo en París pues ya era una mujer muy longeva.

El Hospital de La Princesa contó desde sus inicios con grandes médicos, alguno de ellos pionero en técnicas quirúrgicas o procedimientos médicos. También contó en sus primeras plantillas con médicas como la Doctora Concepción Aleixandre o la Doctora Manuela Solís, ambas valencianas y compañeras de carrera, verdaderas pioneras de las mujeres médicas españolas, brillantísimas estudiantes y acreditadas clínicas.
El Hospital durante el Bienio Republicano (1873-1874), será designado “Hospital Nacional”, y durante la Guerra Civil (1936-1939) será trasladado al Colegio del Pilar, bajo el nombre de “Hospital Nacional de Cirugía”. Tras la contienda vuelve al paseo de Areneros y pasa a ser designado como Gran Hospital de la Beneficencia del Estado.
El estado de obsolescencia en que quedó su infraestructura tras la guerra motivó que se plantease su remodelación y ampliación o la construcción de un nuevo edificio. Se escogió esta segunda opción sobre un solar delimitado por cuatro calles en pleno barrio de Salamanca y se encargó el proyecto al arquitecto Martínez Chumillas.
El actual edificio fue inaugurado el 3 de Noviembre de 1955 trasladándose el antiguo Hospital con la denominación de Gran Hospital de la Beneficencia General del Estado

En 1975 se firma un Convenio por el cual la Seguridad Social se hará cargo de la financiación y gestión del Centro designándolo “Gran Hospital del Estado”.
Con el paso de los años, dada la situación de obsolescencia del centro, entre 1978 y 1984, se realiza una remodelación total del Centro recuperando el nombre de “La Princesa”; obras que fueron inauguradas oficialmente por la entonces Reina Doña Sofía, actual Reina Emérita, y el entonces Ministro de Sanidad Don Ernest Lluch.

En 1994 se aprueba el concierto con la Universidad Autónoma de Madrid. Desde 2001 está integrado en el Servicio Madrileño de Salud, dependiente de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid.
A lo largo de estos últimos años, se han incrementado notablemente la especialización médica y quirúrgica, creándose numerosas secciones. Dispone de 49 Servicios y/o secciones que abarcan todas las especialidades, excepto Ginecología, Obstetricia y Pediatría. Ha sido catalogado por la Comunidad de Madrid como uno de los ocho ‘Hospitales de alta complejidad’.
Destacable su labor investigadora que acredita con la creación de la Fundación de Instigación Biomédica en 2004, y el Instituto de Investigación Sanitaria en 2010, ocupando el primer puesto en producción científica, en relación al número de camas que posee, y el tercero del total de los más de 30 hospitales públicos de Madrid”.
El Hospital Universitario de La Princesa combina sus más de 160 años de historia con la modernidad de un centro del siglo XXI en el que se ofrece asistencia de la máxima calidad, con más de unidades especializadas , docencia MIR y EIR , y una investigación y grado de innovación al más alto nivel. Su factor de impacto en investigación es de los más elevados de los hospitales de Madrid, todo ello sin perder el compromiso con su razón de ser: los pacientes a los que atiende.
En la actualidad cubre la asistencia sanitaria de una población de 323.000 personas para las especialidades básicas , y es referencia para cerca de un millón para las de alta complejidad , como neurocirugía, cirugía cardiaca, o cirugía torácica entre otras. Anualmente se atienden 16000 ingresos hospitalarios, 440.000 pacientes en consulta externa y 100.000 en el servicio de Urgencias . En el año 2018 tuvo lugar el trasplante de médula ósea número 2000.

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