¿Es el tiempo un reloj emocional fuente de felicidad o de absoluta insatisfacción? Está claro que todo depende de cómo vivimos la incertidumbre de la espera, el poder de la inmediatez, los recuerdos o los olvidos… especialmente en la enfermedad

El reloj emocional, gestionar el tiempo y la vida
EFE/Juan Carlos Hidalgo
  • 12 de abril, 2018
  • EFE/MADRID/PILAR GONZÁLEZ MORENO

La respuesta está en cómo seamos capaces de gestionar ese tiempo subjetivo, que transcurre en nuestras mentes y corazones al margen del tiempo cronológico que marcan los relojes.

Con ocasión de su nuevo libro «El reloj emocional. Sobre el tiempo y la vida» (Plataforma Actual), EFEsalud ha preguntado a su autor Ramón Bayés, psicólogo y Doctor Honoris Causa por la UNED, sobre la importancia de gestionar bien los tiempos.

Especialmente cuando hablamos de hospitales y enfermos, y también de otros aspectos de la vida como el ocio o el deporte.

«Los tiempos de espera son tiempos de incertidumbre. Y la incertidumbre comporta sufrimiento. En el vestíbulo de la mayoría de hospitales existe un gran reloj que mide el tiempo objetivo, aparentemente igual para todos los que se encuentran en el edificio».

Pero sin embargo, apunta el autor, la percepción del paso del tiempo es diferente para los enfermos y sus familiares, de una parte, y para los profesionales sanitarios, de otra.

Para los primeros es un tiempo de espera, más o menos largo, que va desde el aburrimiento al miedo en función de sus expectativas.

Mientras que para los sanitarios, si no se han equivocado en su camino profesional o están quemados, es un tiempo en el que se encuentran absorbidos por el trabajo que realizan y, sobre todo si aman su profesión , «se les pasa volando».

Los sanitarios, defiende, siempre deberían recordar las palabras de Anatole Broyard, enfermo de cáncer avanzado cuando dijo:

“Para un médico típico, mi enfermedad es un incidente rutinario que se encuentra en su ronda, mientras que para mí es la crisis de mi vida”.

En su opinión,  la percepción del tiempo por parte de los sanitarios debería tenerse en cuenta siempre y deberían saber gestionar la percepción paralela del mismo por parte del enfermo.

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EFE/CRISTIAN HERNÁNDEZ

Las técnicas que actualmente se utilizan para incrementar la concentración- relajación, biorretroalimentación, parada del pensamiento, autohipnosis, o mindfulness, poseen, indica Bayés, un elemento común:

«Solicitan del sujeto que centre su atención plena en una imagen o una actividad.”

“Y lo que pasa, cuando esto sucede, es que la persona abandona momentáneamente su participación en el devenir de la vida, como río que fluye desde el pasado hacia el futuro, para sumergirse en un tiempo estático desde el que se observa una secuencia de imágenes atemporales..”

Llevado al terreno del deporte, Bayés relata que así, por ejemplo, un maratoniano debe aprender a mantener la atención en lo que está sucediendo en cada instante, sin sentirse abrumado por la tremenda distancia que le queda todavía por recorrer.

Y lo mismo, afirma, ocurre cuando se trata de escalar una montaña, recorrer varios largos de piscina o atravesar, una tras otro, un considerable número de sets en un igualado y decisivo partido de tenis.

Reloj emocional: el poder de la inmediatez

En su reflexión sobre este reloj emocional, Bayés considera que  el poder de la inmediatez supone una trampa y una tiranía, pero ¿cómo darse cuenta, cómo contrarrestarla?

«Lo importante de nuestro tiempo no es su duración sino su contenido».

Para contrarrestar su tiranía, defiende que es preciso enseñar y aprender el valor de la lentitud, la reflexión y la demora.

Sin embargo, añade, sin medir el tiempo no podríamos tener agendas, fijar plazos, establecer citas, ni horarios: »¿Se imaginan un aeropuerto o una estación de ferrocarril sin horarios? Nuestra sociedad, tal como la concebimos, no podría existir».

Salirse del tiempo

Además para este autor la felicidad y la muerte tienen en común la ausencia de tiempo cronométrico.

«Cuando somos felices compartiendo en silencio una primavera con los amigos, oyendo un buen concierto, viendo una buena película, no sentimos el paso del tiempo. Cuando termina el momento mágico sólo somos conscientes que durante un periodo el tiempo, para nosotros, no ha existido: hemos sido eternos»

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EFE/EPA/DPA/FEDERICO GAMBARINI

La experiencia mística o ese salirse del tiempo, apunta en su libro el autor, nos sitúa fuera del mismo.

Al hilo de este argumento, cita Bayés  la reflexión de la escritora Rosa Montero en su artículo “La Quietud”:

«Todos hemos vivido alguna vez esos momentos de rara emoción en los que el tiempo desaparece y la luz brilla…Instantes perfectos de armonía con el entorno, en los que tu individualidad y tu muerte pequeña se funden con el mundo. En estos momentos, lo sabes todo, lo entiendes todo, lo eres todo».

En este sentido, considera Bayés que cualquier persona puede  alcanzar el privilegio de “salirse del tiempo” y observar la vida sin emprender el camino del misticismo para lograrlo.

«Creo sinceramente que está al alcance de cualquier persona aunque, a veces, debido a los hábitos adquiridos y a difíciles circunstancias de la vida, no sea fácil conseguirlo. Todos podemos llegar a contemplar desde la cumbre el transcurso de nuestra vida por el fondo del valle, como un río, sin juzgarla».