Los expertos del blog “Salud y prevención” analizan en un nuevo post la estimulación cerebral profunda, “un marcapasos que mejora el sistema nervioso del paciente”

Estimulación cerebral profunda, “un marcapasos que mejora el sistema nervioso del paciente”

Pacientes con párkinson, temblor esencial, distonías, cefaleas y trastorno obsesivo compulsivo cuentan con una alternativa cada vez más viable para mejorar sus síntomas.

Se trata de la estimulación cerebral profunda (ECP), una innovadora técnica neuroquirúrgica que se realizó por primera vez en los 80 y que cada vez está más asentada.

Precisamente, un equipo multidisciplinar del Hospital Universitario Rey Juan Carlos (Madrid), perteneciente a la red sanitaria pública de la Comunidad de Madrid, y formado por neurocirujanos, neurólogos, neurofisiólogos, neuropsicólogos, anestesistas y radiólogos, ha realizado recientemente con éxito la primera cirugía en el centro de estas características.

En concreto, se intervino a una paciente de 64 años con temblor esencial desde los 16 años, una patología que le ha impedido llevar una vida normal hasta esta operación, gracias a la que puede volver a realizar actividades tan normales como peinarse, comer o beber sin ayuda.

Así, y tras más de seis horas en quirófano, permaneció ingresada unos días, con revisiones diarias para confirmar los resultados, antes de ser dada de alta. El proceso postoperatorio se completa con visitas semanales y mensuales.

La doctora Mónica Lara Almunia, responsable de la operación y especialista del Servicio de Neurocirugía de este centro hospitalario, explica que la ECP consiste en la implantación de uno o dos electrodos en el cerebro que, conectados a una batería situada a nivel subcutáneo, permiten mejorar el control de los síntomas incapacitantes de las diversas enfermedades.

Sucede a partir de la estimulación eléctrica de grupos de neuronas situados en regiones cerebrales específicas, encargadas de coordinar diversas funciones del cuerpo.

“Esta técnica permite mejorar el control de los síntomas incapacitantes de diversas enfermedades mediante la estimulación eléctrica, para su regulación, de grupos de neuronas situados en regiones de localización profunda, ya sea en el interior del tronco cerebral (zona del cerebro encargada de coordinar las funciones vitales del cuerpo y de su desarrollo automático) o próximas a él”, detalla la especialista.

Según subraya la experta de Quirónsalud, esta innovadora intervención tiene como objetivo mejorar el funcionamiento del sistema nervioso, alterado en estos pacientes.

“Se trata de algo similar a un ‘marcapasos’, pero para el cerebro. Desgraciadamente, no cura la enfermedad, pero sí permite mejorar el funcionamiento del sistema nervioso del paciente, retrocediendo, en casos como la enfermedad de Parkinson, hasta 10 años atrás, es decir, colocándole en la situación clínica en la que estaba una década antes”.

Insiste la especialista en que la técnica “no cura la enfermedad”, pero sí mejora los síntomas.

“En la mayor parte de los casos en más de un 80 %”, reduciendo también la medicación diaria que el paciente debe tomar, “lo que supone una enorme recuperación de su calidad de vida”, resalta.

En opinión de la especialista del Servicio de Neurocirugía, este procedimiento ofrece dos grandes ventajas: una mejoría “muy clara” de la calidad de vida y una reducción en la medicación diaria que debe tomar.

¿Qué pacientes pueden ser candidatos?

La doctora Lara mantiene que las indicaciones de este tipo de técnica quirúrgica son muy variadas.

“En el ámbito de la Neurología puede ser empleada en pacientes con enfermedad de Parkinson, temblor esencial, distonías o cefaleas; mientras que en el campo de la Psiquiatría se puede utilizar en pacientes con trastorno obsesivo compulsivo. Además, hay estudios en desarrollo que valoran su utilidad en patologías como obesidad, anorexia  o alzhéimer,  o incluso la depresión”, sostiene.

En cuanto a los criterios de selección de los posibles candidatos a la ECP, la experta del Hospital Rey Juan Carlos señala que son “muy estrictos”, y pasan por un estudio neuropsicológico del paciente y una evaluación del grado de afectación por su enfermedad.

También por un amplio proceso de estudio preoperatorio, que incluye la utilización de pruebas radiológicas (radiografía, scanner, resonancia magnética…) para la preparación de la intervención.

De hecho, Lara indica que durante la intervención, el paciente tiene que colaborar respondiendo a órdenes simples, como mover un brazo o decir ciertas frases o enumeraciones, por lo que debe permanecer despierto y consciente durante una parte importante del proceso.

Por todo ello, como apunta la neurocirujana, “una parte pequeña de los pacientes” con las citadas patologías pueden ser finalmente intervenidos, siendo en términos generales candidatos idóneos aquellos menores de 70 años con enfermedad de larga duración que no responden a la medicación o con efectos adversos importantes derivados de ella.

Por otro lado, la especialista del Hospital Universitario Rey Juan Carlos recuerda que no todos los hospitales disponen de la infraestructura o preparación para el desarrollo de este tipo de intervenciones.

“La realización de cirugías de ECP requiere de formación específica de todos los profesionales que forman el equipo multidisciplinar que participa en la intervención, así como de una amplia experiencia en operaciones neuroquirúrgicas, y en el equipamiento necesario, como un marco estereotáctico y sofisticados programas de planificación”, agrega.

Unos requisitos que, según defiende,“cumple el Hospital madrileño Rey Juan Carlos”, y que puede aplicarse a aquellos pacientes pertenecientes al área de referencia del hospital, aunque la técnica también está disponible para pacientes de fuera de zona a través de la libre elección.

En última instancia, la doctora Lara estima que realizarán una intervención quirúrgica de este tipo al mes: “Nuestro equipo está preparado para abordar todas aquellas patologías en las que la estimulación cerebral profunda ha demostrado ser segura y eficaz, como párkinson, temblor esencial, distonía y TOC. Se debe consultar con los especialistas si este tipo de técnicas son viables”, concluye.

Los centros sanitarios son hoy seguros frente al contagio de COVID-19, al haber diseñado circuitos y espacios de atención libres del virus.

Además, el Hospital Rey Juan Carlos, perteneciente al grupo Quirónsalud, cuenta con la certificación Hospital Protegido frente a la COVID-19’ de AENOR, que acredita su cumplimiento de los estándares más exigentes de protección y control frente a esta pandemia.

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