El director del Centro de Humanización de la Salud y Centro Asistencial San Camilo de Tres Cantos, José Carlos Bermejo, ha afirmado que los usuarios de las residencias deben estar suficientemente atendidos por el sistema de salud y ha subrayado que “no nos podemos desentender de los mayores por el hecho de vivir en domicilios colectivos”

Experto pide no “desentenderse” de la salud de los mayores en las residencias
El director del Centro de Humanización de la Salud y Centro Asistencial San Camilo de Tres Cantos (Madrid), José Carlos Bermejo/Foto cedida

José Carlos Bermejo, ponente de la jornada “Atención Centrada en la Persona (ACP): Cambiando la cultura del cuidar”, organizada por Lares Navarra, que se celebrará en la Casa de Cultura de Burlada el próximo 23 de noviembre, ha considerado en una entrevista con Efe que los mayores “han de ser receptores de la riqueza de implicaciones que tiene el servicio de protección a la salud universalizado en España”.

Ha defendido el concepto de Atención Centrada en la Persona, que significa cuidar físicamente, pero también promover “la máxima experiencia de salud posible en todas las dimensiones de la vida, respetando la identidad de cada persona, sin paternalismos”.

Esta es la entrevista con este experto

En Lares se intenta desarrollar el concepto de Atención Centrada en la Persona. ¿En qué consiste?

Se trata de explorar lo que significa ser persona, también siendo mayor y estando en situación de dependencia o fragilidad. Ser mayor no es sinónimo de haber perdido la personalidad, la capacidad de guiar la propia vida cotidiana. Cuidar es un acto noble, pero no puede ser un modo de infantilizar a quien recibe atención. Por tanto, una mirada holística, multidimensional, nos ayuda a humanizar los cuidados, considerando en su debida forma la dimensión física, cognitiva, emocional,  y espiritual de cada individuo, particularmente cuando vive en una institución con otros.

¿Hay que cuidar al cuidador? ¿Los profesionales del sector necesitan cuidados especializados?

Los profesionales del cuidado pagamos un precio inevitable por dedicarnos permanentemente al cuidado, que es la fatiga por compasión o el precio de la empatía. Esto requiere una particular atención al cuidado del cuidador, sin que se convierta en un lema reivindicativo superficial. Toda persona que cuida ha de encontrar el equilibrio necesario para evitar el síndrome del desgaste, el conocido ‘burn-out’, particularmente causado por sobredosis de implicación emocional con el mundo del sufrimiento del otro. Una buena formación protege a los cuidadores de este riesgo.

¿En qué aspectos necesita mejorar el sector en España?

En primer lugar hay que mejorar el reconocimiento social del colectivo de mayores y del de cuidadores. Esto tiene implicaciones muy concretas en la mirada a los mayores como personas con la misma dignidad que el resto de los seres humanos, y a los cuidadores con el adecuado reconocimiento. Entre curar y cuidar hemos abierto una brecha de diferencia de consideración. Asimismo, necesitamos una apertura a la tecnología que viene y que vendrá, que no desplace la densidad del encuentro humano y de la alianza terapéutica en las relaciones. La robótica habrá de ayudar en un marco humanizador.

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FOTO EFE/Mariscal

Una necesidad importante del sector es la real coordinación sociosanitaria que haga que los cuidados a los mayores en residencias estén suficientemente atendidos por el sistema de salud. No nos podemos desentender de los mayores por el hecho de vivir en domicilios colectivos, sino que han de ser receptores de la riqueza de implicaciones que tiene el servicio de protección a la salud universalizado en España. Una mayor cultura paliativa contribuirá a mejorar el cuidado y aliviar los síntomas que producen malestar, sin necesidad de pensar en prácticas eutanásicas, y mucho menos ser proactivos en la oferta, como ya está sucediendo.

¿Se siguen utilizando sujeciones en España? ¿Estamos cerca de eliminarlas?

Las sujeciones físicas y químicas han sido una respuesta, en parte compulsiva, a situaciones difíciles de manejar en personas con déficits cognitivos o trastornos de conducta. Sin embargo, el empeño por humanizar el cuidado nos está llevando a tomar conciencia de que una conducta más reflexiva y profesional permite reducir al máximo las sujeciones, de modo que ayudemos a las personas de otras formas, en sintonía con el respeto a la dignidad de las personas.

¿Se están aplicando suficientemente las terapias no farmacológicas, como los tratamientos basados en la música o el contacto con animales?

En los centros residenciales hay creatividad en el uso de estrategias de cuidado y estimulación. Es habitual encontrarse actividades culturales, de animación, de entretenimiento, así como el uso de recursos como música y animales, pero no solo, para hacer de la vida cotidiana amable, cargada de valor, sentido, relación, gozo y disfrute, en medio de la fragilidad.