Después de sufrir un ataque cardíaco la persona puede reanudar una vida sexual similar a la que tenía antes, siempre que su estado sea estable. Los miedos y las dudas son los principales obstáculos, pero se disipan hablando con el médico y la pareja

Sexo tras el infarto
EPA/ANGELIKA WARMUTH
  • 11 de junio, 2013
  • MADRID/EFE-REPORTAJES/EUGENIO FRATER

¿Puedo morir durante el acto sexual después de haber sufrido un ataque al corazón? Este es, de forma cruda y descarnada, el principal interrogante que se plantean quienes han sufrido un infarto de miocardio y se disponen a retomar su vida de pareja. Después del susto pervive el temor.

“Tras sufrir un infarto de miocardio el paciente cardíaco se replantea todos los quehaceres cotidianos y sus posibles secuelas, entre ellos algunas preguntas y temores sobre su vida sexual”, explica el doctor Javier Andrés Novales, coordinador de Cardiología de los hospitales vizcaínos de San Eloy  en Baracaldo y San Juan de Dios en Santurce.

“Para encontrar soluciones positivas es necesario despojarse de todos los tabúes o de la vergüenza que se pueda experimentar al consultar estos temas con el médico o el psicólogo”, aconseja este cardiólogo.

Según este especialista, “la ausencia de actividad sexual en la pareja tras un infarto de miocardio puede ser consecuencia del miedo a la muerte durante el coito, aunque en realidad, los casos de fallecimiento durante el acto sexual ocurren en un porcentaje muy bajo”.

Desde la Fundación Española del Corazón ( FEC) recuerdan que en un estudio de referencia, sobre 5.559 casos de muerte repentina por causas no traumáticas, solo 34 de ellos se produjeron durante el coito por un fallo cardiaco.

Según este estudio publicado en Japón, en 27 de esas 34 relaciones, la persona fallecida estaba realizando el acto sexual con una pareja distinta de la habitual. Indudablemente, factores externos influyeron de forma significativa en el desenlace según los expertos, como podrían ser nerviosismo, mayor excitación, sentimientos de culpa, necesidad de quedar bien, etc.

Para el doctor Novales,  “los miedos y ansiedades que surgen con más frecuencia respecto a la vida sexual se refieren al esfuerzo físico que requiere esta actividad, ya que el paciente suele tener miedo a que el coito suponga un riesgo importante para su corazón”.

Igual que subir las escaleras…

Sin embargo, durante el acto sexual “los gastos energéticos son similares a los que genera subir dos pisos de escaleras, la frecuencia cardiaca es inferior a la que se produce durante otras actividades normales de la vida cotidiana, y el esfuerzo físico que se requiere podría calificarse de moderado, lo que en principio no traería ninguna complicación”, indica el doctor Novales.

El especialista recomienda reanudar las relaciones sexuales “tras un entrenamiento físico y psicológico adecuado y progresivo, gracias al cual se aprende a detectar cuáles son las respuestas físicas del cuerpo después de un esfuerzo. En líneas generales, pueden reanudarse a las dos semanas del alta hospitalaria, consultando siempre con el médico”.

“Si un paciente es capaz de subir dos pisos de escaleras sin tener dolor en el pecho o fatiga excesiva, es capaz, desde el punto de vista físico, de mantener relaciones sexuales plenas”, añade.

Según este experto, “desde un punto de vista psicológico, el entrenamiento permite al paciente a reconocer cuáles son sus relaciones emocionales nocivas y cómo controlarlas a través de métodos de respiración y relajación”.

Otras cuestiones susceptibles de ser tratadas por un psicólogo, según Novales, son los síntomas de depresión que podrían provocar los estados de impotencia y de frigidez, motivados por el tratamiento farmacológico, o la descompensación psicológica provocada por la enfermedad cardiaca.

Asimismo, si existe un temor al sexo, además de con el psicólogo, “hay que hablar con sinceridad con la propia pareja sobre estos miedos e inquietudes”, sugiere Novales.

Según este especialista, lo más probable es que no surjan problemas durante el acto sexual tras un infarto, si bien hay casos en que, ocasionalmente, puede aparecer una angina de pecho que podría originar ansiedad. Si esto llegase a suceder, es imprescindible comunicarlo al médico para su control.

Normalmente, después de un infarto, un “by-pass” o una angioplastia, “el médico somete al paciente a un test de esfuerzo, vulgarmente conocido como “la cinta”. Si la persona puede caminar y subir la pendiente durante más de seis minutos, también está capacitada para volver a practicar sexo sin problemas, “ya que las necesidades del corazón durante el coito son menores al esfuerzo realizado en esta prueba”, según el doctor Novales.

El cardiólogo señala que “la medicación no debe condicionar la práctica sexual. Si al paciente le han recetado nitroglicerina en parche, durante el coito no se lo ha de retirar, sino colocarlo en lugares que no le molesten, ya que este adhesivo puede ponerse en brazos, espalda, abdomen y pecho. En todo caso, conviene consultarlo con el médico”.

Mantener relaciones sexuales no solo no supone un mayor riesgo para la salud en los pacientes que han sufrido cardiopatías o que padecen una enfermedad cardiovascular, siempre que su estado sea estable, sino que además es recomendable porque su carencia acarrea consecuencias negativas ya que suele relacionarse con la ansiedad y la depresión, según expertos de la Sociedad Americana del Corazón (American Heart Association-AHA), de Estados Unidos.

¿Cuándo reanudar la intimidad?

Según el doctor Glenn Levine, investigador del Baylor College of Medicine de Houston (EE.UU.) y miembro de la AHA,  “la actividad sexual aporta una mayor calidad de vida a personas que sufren alguna enfermedad cardiovascular  y también a sus parejas”.

“Algunos pacientes con este tipo de enfermedades tienden a posponer sus relaciones sexuales pese a que es relativamente seguro para ellos“, reconoce Levine, quien explica que la probabilidad de sufrir dolores en el pecho o ataques al corazón, es reducida en el lapso que dura un encuentro erótico.

Aunque el doctor Levine reconoce que “para algunos pacientes, como los que sufren una enfermedad cardiaca severa y presentan síntomas incluso en reposo, puede ser razonable aplazar su actividad sexual hasta que hayan sido debidamente evaluados y estabilizados por sus facultativos”.

El ejercicio físico regular y la rehabilitación pueden reducir el riesgo de complicaciones cardiovasculares en quien ha sufrido un ataque al corazón o insuficiencia cardíaca, añade la AHA.

Según un documento de la AHA, durante los juegos preliminares aumentan levemente la presión arterial sistémica sistólica y diastólica y la frecuencia cardíaca, y durante la excitación sexual estas variables sufren aumentos transitorios moderados. Los mayores aumentos se producen durante los 10 a 15 segundos del orgasmo y, a partir de entonces, la presión arterial sistémica y la frecuencia cardíaca retornan rápidamente a sus niveles de base.

“La mayoría de los pacientes que han sufrido un infarto agudo de miocardio, deberían recuperar a los 15 o 30 días una actividad sexual similar a la que mantenían antes del episodio cardiovascular”, según el doctor José María Maroto, director Unidad Rehabilitación Cardíaca ECOPLAR Mirasierra.

Para este cardiólogo, autor del libro ‘Corazón e infarto 101 preguntas esenciales para los enfermos y sus familias’, “el sexo tras una cardiopatía es recomendable para el corazón, tanto por el ejercicio realizado, como por su efecto para la recuperación de la autoestima y la vida normal”.