¿Sabías que el cerebro de un votante conservador, progresista o nacionalista funciona de forma diferente? ¿Y que si los políticos logran dar con el punto S de tu mente se ganarán tu voto? ¿Te habían dicho que la coleta de Pablo Iglesias o la corbata de Albert Rivera apelan a tu emoción? El neurólogo Pedro Bermejo analiza estos interrogantes en su nuevo libro “Quiero tu voto. ¿Cómo nos manipulan los políticos?”; también opina sobre el “no” de los griegos

“Los políticos nos han manipulado toda la vida, pero a día de hoy sabemos cómo se produce esa manipulación cerebral, incluso sabemos en qué cuantía y a qué grupo de población afecta”, revela el doctor en Neurociencia Pedro Bermejo.
Su obra “Quiero tu voto. ¿Cómo nos manipulan los políticos?” analiza el fenómeno electoral desde el punto de vista de la neuroeconomía, de cómo tomamos las decisiones, de todo tipo, incluidas las políticas, en un momento de la actualidad en el que las últimas elecciones autonómicas y municipales han roto el bipartidismo instaurado durante muchos años.
Bermejo encuentra la razón del éxito de su obra:“El lector busca y encuentra dos cosas: información para que no le manipulen y partes cómicas con las que disfruta, ejemplos del día a día para darse cuenta de cómo les han manipulado”.
¿Por qué aceptas a un candidato y rechazas a otro?
“Todas las decisiones se resumen en sí o no, acepto o no acepto. En nuestro cerebro tenemos una serie de estructuras que nos llevan hacia el sí, sistema de recompensa cerebral, y otra zona del cerebro que nos lleva hacia el no, sistema de pérdida. Cada vez que tomamos una decisión se activan unas u otras”, explica este neurólogo.

El sistema de recompensa es el que nos lleva a aceptar la propuesta de un candidato y otorgarle nuestro voto, y está compuesto por la corteza prefrontal, responsable de las decisiones racionales, y el núcleo accumbens, asociado a las emociones.
Por su parte, el sistema de aversión a la pérdida o al riesgo hará que rechacemos los planteamientos de un político y busquemos otros. Este lo forman la amígdala cerebral y la ínsula cerebral, y ambas intervienen en las decisiones emocionales.
Si un candidato consigue activar la corteza prefrontal y el núcleo de accumbens y a su vez inhibe la amígdala y la ínsula cerebrales, nuestro cerebro aceptará completamente su propuesta y de esta forma Rajoy, Sánchez, Iglesias o Rivera ganarían así nuestro voto. Es lo que en neuromarketing se denomina punto S.
El último ejemplo, según el autor, de voto emocional se localiza en Grecia. El pasado domingo, más del 60% de los griegos votaron “no” a las medidas de austeridad de la Unión Europea.
“El tiempo, el miedo y la complejidad de la pregunta potenciaron el voto emocional y bloquearon la capacidad de respuesta racional”, comenta el neurólogo y añade que también influyeron el efecto manada, el sentimiento de pueblo griego que quiere luchar contra la troika y el concepto justicia-injusticia.
Para evitar que el voto sea más emocional que racional, la neurociencia de Bermejo recomienda ampliar la información y el tiempo para decidir a quién destinar el voto de las próximas elecciones.
Procesos cerebrales diferentes según ideología, sexo y edad
“Dependiendo de si eres conservador, progresista o nacionalista ya sabemos qué tipo de manipulación es la más apropiada para ti”, revela Pedro Bermejo. Y los políticos también lo saben y lo aprovechan.
En la obra del neurólogo se recoge que varios estudios avalan la diferencia entre cerebros de militantes de partidos distintos. En concreto, la revista Nature Nuroscience apunta a que los sujetos de ideología de izquierdas tienen mayor actividad en la corteza cingulada anterior, relacionada con la búsqueda de soluciones de un conflicto. Por su parte, los conservadores, menos proclives al cambio tienen más grande su amígdala cerebral, asociada a rechazar lo que nos produce miedo.
Según algunos autores, con el ganador del premio Pulitzer Edward Wilson, los votantes de izquierdas tienen una base genética que les lleva a buscar el bien de la comunidad, mientras que en los de derechas predomina una herencia individual. Lo ideal sería la coexistencia de ambas tendencias.
En el caso de los nacionalistas, tienen más desarrollado que otras personas el sesgo de familiaridad, por el que “aquello que nos es más conocido y cercano tiende a ser percibido como de mejor calidad y digno de confianza”, apunta Bermejo. El exceso de información incrementa ese sesgo y los políticos de partidos nacionalistas se dedican a bombardear a la población con datos que les haga confiar aún más en su región y rechace al resto.

“Los hombres tienen mayor cantidad de testosterona y son más agresivos al tomar decisiones, tienen menos aversión a la pérdida y al riesgo”, señala Bermejo sobre la diferencia de sexos, principalmente hormonal, y añade que las mujeres dan preferencia a las relaciones entre los miembros de grupo y que tienen más memoria emocional. Si un candidato las traiciona, ellas lo recordarán más que los varones.
Los jóvenes, a pesar de superar la mayoría de edad y hasta casi la treintena, son más vulnerables a la manipulación según el autor, puesto que tienen la corteza prefrontal más inmadura para tomar decisiones racionales.
Algunas de las técnicas de los políticos del panorama actual: el miedo y la imagen
“Sin duda alguna, la campaña del miedo y las decisiones emocionales estarán muy presentes en las próximas elecciones, lo que hará que seamos más manipulables de lo que nos gustaría”, refiere Pedro Bermejo. El autor alude al miedo, uno de los recursos más recurridos en política.
El miedo nos hace tomar decisiones bruscas, y son más emocionales que racionales. El PSOE lo empleó en 1996 para inculcar a la sociedad el miedo al retroceso en el que la derecha sumergía a la población y luego en 2008 el PP lo utilizó para potenciar la creencia de un empeoramiento de los datos económicos.
Según Bermejo, hoy en día los extremos se están radicalizando y mucha gente votará por miedo a que no llegue al poder el extremo político opuesto. “Ese miedo hacia los otros va a hacer que no evaluemos racionalmente los programas políticos de los nuestros”, sentencia el experto.
Para que los votantes se identifiquen con los candidatos, estos buscan parecerse a la población a la que quieren llegar. Esto explicaría la coleta de Pablo Iglesias y sus declaraciones sobre que compra la ropa en el Alcampo formen parte de su estrategia electoral para acercarse a un sector de la sociedad medio-bajo castigado por la crisis. Al igual ocurre con la corbata de Albert Rivera y su imagen conservadora.
En su libro, Bermejo analiza los fenómenos Podemos y Ciudadanos, dos partidos emergentes con un éxito arrollador. “Albert Rivera está jugando con una imagen atractiva y de responsabilidad, buscando un voto más racional, mientras que Pablo Iglesias juega más con las emociones, de ahí que el crecimiento y el decrecimiento que tiene sea más brusco”, señala para Efesalud.
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