Cada 25 de noviembre luchamos contra ella, pero la violencia de género es una situación habitual y traumática para muchas mujeres con consecuencias para su salud física y psicológica: dolor crónico, fibromialgia, depresión o trastornos alimentarios, son algunos de sus efectos. Confía, con la ayuda de profesionales se puede superar

Las Naciones Unidas definen la violencia contra la mujer como todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico.
Hablamos de daño físico más allá de los golpes y los moratones. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), algunos de los problemas que pueden aparecer en la mujer maltratada son cefaleas, lumbalgias, dolores abdominales, fibromialgia, trastornos gastrointestinales y en algunos casos lesiones que pueden causar limitaciones de la movilidad o la muerte.
Miguel Lorente, profesor de medicina legal de la Universidad de Granada y experto en violencia de género, explica a EFEsalud que las agresiones repetidas y el estrés crónico que padecen las víctimas tienen una serie de efectos como la disminución de las defensas y en consecuencia el aumento de infecciones.

Además Lorente, exdelegado del Gobierno contra la Violencia de Género, añade los problemas derivados de las agresiones sexuales que según él sufren entre el 30 y 40% de las víctimas de la violencia machista.
“Estas relaciones producen vaginitis, infecciones del tracto urinario, sangrados o embarazos no deseados. Todos estos problemas físicos tienen un efecto sumatorio al estado psicológico, ya nada bueno de la mujer maltratada”, comenta.
Daño psicológico
La psicóloga María José Bueno, responsable del área de violencia de género de la Federación de Mujeres Progresistas (FMP), afirma que el problema psicológico más frecuente en la mujer víctima de esta violencia es el trastorno de estrés pos-traumático, pero también la depresión, el deterioro de la autoestima o los sentimientos de culpabilidad y vergüenza, por no detener la violencia o haberla tolerado.
“La víctima de violencia de género puede tener problemas relacionados con los trastornos de la alimentación o abusar de sustancias como el alcohol o los psicofármacos, que aunque en principio son usados para mitigar el sufrimiento, pueden convertirse a largo plazo en un problema más serio”, advierte la psicóloga.
Según Lorente todo empieza con una fase de “shock” y de negación del acto violento, para pasar al aturdimiento y la ansiedad. Luego, conforme las agresiones se repiten, aparece la baja autoestima, la impotencia y las alteraciones neurológicas como mareos, pérdida de conocimiento, ataques epileptiformes, disociación cognitiva de la realidad (quitar lo malo de su mente y dejar lo bueno) hasta llegar incluso a la autolesión o el intento de suicidio.
El profesor Lorente acuñó el término “Personalidad Bonsái” para explicar la situación en la que el agresor va cortando las inquietudes y los lazos con el entorno de la víctima, de esta forma el poco afecto que recibe es del agresor que juega con la mujer y la responsabiliza de sus propios actos, lo que finalmente provoca que ella se sienta responsable.
Para la psicóloga clínica y experta en violencia de género, Elena de Marianas, la aceptación de un papel sumiso por parte de la mujer maltratada puede venir dada por diferentes razones, pero la dependencia económica es una de las causas principales, ya que no se cree capaz de salir adelante sin el apoyo de su pareja.

También hay razones afectivas. La falta de autoconfianza en si mismas y el pensar que nadie más las va a querer o por dar una imagen de éxito de si mismas la mujer aguanta el maltrato, por eso también esta violencia puede darse en familias con éxito social y con una situación económica más que desahogada, añade de Marianas.
Para esta experta, la mujer joven en la mayoría de los casos soporta el maltrato porque piensa que lo controla y que lo puede dejar cuando quiera e incluso en ocasiones ni siquiera lo identifica porque lo ve como normalizado. “Si el chico le grita o le reprocha como va vestida, cuando el nivel sociocultural no es alto, le parece normal”, comenta la experta.
Superar las secuelas es posible
Según María José Bueno, cuando cesa la violencia y la víctima asume el problema, lo fundamental es recuperar su autoestima personal. “Los profesionales estamos para darles acompañamiento, disminuir las consecuencias más graves que les causan problemas en su vida cotidiana y recuperar su autoestima para que puedan relacionarse con normalidad”, afirma.
“Lo más complicado para la mujer maltratada es volver a confiar en las personas y luego en la pareja en particular y aunque depende del daño que tenga cada mujer, las secuelas psicológicas de la violencia se pueden superar”, asegura la psicóloga.
Por su parte Elena de Marianas apunta a que con una situación laboral razonable, salvo una cierta respuesta condicionada de temor e inseguridad, la violencia de género no tiene porque dejar secuelas.
Ayuda, ¿dónde acudir?
Darse cuenta es el primer paso, el segundo pedir ayuda, pero muchas víctimas no saben donde acudir. El entorno más cercano, las asociaciones de mujeres o incluso su médico de familia le pueden ayudar.
La doctora Carmen Fernández Alonso, médico de familia y miembro de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria ( SEMFYC), explica que la víctima de violencia de género espontáneamente no suele contar este problema a su médico de cabecera, pero es él quien puede detectarlo antes y proporcionarle ayuda.
“Cuando aparecen signos que nos pueden hacer pensar en esta situación como cuadros de ansiedad, insomnio, nerviosismo, patologías o dolores para las que no se encuentra una causa justificada, tenemos que estar alerta y preguntar a la mujer para que vea que podemos apoyarla e informarla”, dice Fernández.
La mujer víctima de violencia de género tiene a su disposición el número 016, un teléfono gratuito disponible las veinticuatro horas del día para todo el territorio nacional y que no deja rastro en la factura telefónica. Aquí podrá recibir información general y asesoramiento jurídico.
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