El 12,3% de todas las muertes en hombres y en 8,4% de muertes en mujeres de entre 15 y 64 años son atribuibles al trastorno por consumo del alcohol (TCA), una enfermedad del Sistema Nervioso Central derivada de un consumo excesivo y prolongado de alcohol y de problemas para controlar su ingesta. El TCA causa deterioro fisiológico, psicológico y social a quienes lo sufren y afecta también a las personas de su entorno

El alcohol está detrás del 10% de las muertes en España
El consumo de alcohol está asociado a más de 60 patologías y problemas sociales/Mario Ruiz
  • 5 de febrero, 2018
  • ANA MARCOS

Según el documento Alcohol, una amistad peligrosa, elaborado por Socidrogalcohol, CAARFE y Lundbeck, el consumo de esta sustancia está asociado con más de sesenta enfermedades y lesiones, desde las más graves y con menor prevalencia como la cirrosis hepática, la pancreatitis, las enfermedades cardiovasculares o distintos tipos de cáncer, hasta otras con menor prevalencia y de mayor curso crónico, como la hipertensión, los problemas metabólicos o problemas de salud mental (depresión y ansiedad).

El consumo excesivo del alcohol también está relacionado con patologías neurológicas, tanto del sistema nervioso periférico -polineuritis- como del sistema nervioso central -síndrome de Wernicke-Korsakoff o síndrome confusional agudo (SCA).

Además, el TCA se relaciona con alteraciones hematológicas -anemia, discrasia sanguínea- y patologías digestivas -esofagitis, gastritis, úlceras, síndrome de malabsorción y otras alteraciones de la mucosa gástrica-.

No obstante, el alcohol también interfiere en el entorno del consumidor, causando serios problemas. Se estima que en el 40% de los casos de violencia de género el agresor está bajo los efectos del alcohol.

El consumo de alcohol también ocasiona grandes costes: la carga total del TCA en España ascendió en 2006 a 3.110 millones de euros (846 millones en costes directos como visitas médicas, hospitalizaciones y urgencias y 1.996 millones de euros en costes indirectos como la pérdida de productividad, morbilidad y discapacidad).

Sin miedo al consumo

El alcohol es la droga más consumida en nuestro país. Su aceptación social y la escasa percepción del riesgo que implica contribuyen a que los españoles comiencen a beber a edades muy tempranas, en torno a los 16,7 años de media, y el 17% presenta un consumo de alcohol de riesgo, según se recoge en el Estudio Lundbeck: Percepción y conocimiento del alcoholismo en España.

Sin embargo, solo el 1,3% de la población percibe su consumo como alto o muy alto, mientras que el 57% lo considera bajo o muy bajo.

El consumo de riesgo es más frecuente en hombres de edad avanzada. Pese a las graves consecuencias, casi el 31% de los españoeles considera admisible una cantidad diaria de alcohol que es de riesgo, cifra que la OMS establece en el consumo de 4 o 6 unidades de bebida estándar en hombres y 2 a 4 en mujeres.

alcohol consumo
Una unidad de bebida estándar contiene unos 10 gramos de alcohol/Imagen cedida

El TCA es un trastorno infradiagnosticado (se calcula que solo el 20% que lo padecen tiene un diagnóstico de TCA). Su detección y diagnóstico se lleva a cabo a través de estudios de cribado al conjunto de la población adulta o a los grupos de alto riesgo.

Los profesionales responsables de la identificación de este trastorno son los médicos de atención primaria. Sin embargo, en estos servicios no se han implementado sistemáticamente programas de cribado, diagnóstico e intervención breve y tratamiento y derivación de pacientes con este trastorno, lo que dificulta el trabajo de los profesionales sanitarios.

Se estima que los médicos de familia, a través de instrumentos eficaces validados, podrían detectar y tratar hasta el 80% de los enfermos con TCA.

Su diagnóstico es fundamental para prevenir el deterioro o el agravamiento del cuadro y el desarrollo de las enfermedades asociadas al consumo excesivo del alcohol. El proceso pasa por la implicación del paciente en el tratamiento adecuado.

Una vez identificado un caso de consumo de riesgo, es necesario llevar a cabo una exploración clínica mediante una entrevista, además de la realización de pruebas complementarias psicológicas y biológicas para la elección de los tratamientos más idóneos de forma individualizada. La respuesta al tratamiento será más favorable conforme antes se detecte y ataje el problema.

La reducción del consumo de alcohol

El TCA es la patología adictiva que mejor respuesta tiene al tratamiento. Sin embargo, solo el 10% de quienes necesitan una intervención son tratados, según el documento Alcohol, una amistad peligrosa.

Esto se debe, en muchos casos, a que los pacientes no se sienten capacitados para lograr una abstinencia total (el objetivo de la mayor parte de tratamientos), lo que hace que a menudo fracasen en sus tratamientos. Además, el tratamiento orientado hacia la abstinencia tiene otro inconveniente: el efecto deprivación. Este fenómeno se produce cuando, tras la interrupción del consumo durante una temporada, el paciente toma una copa y esta le lleva a recaer en el consumo de alcohol.

Por este motivo, algunos estudios recomiendan la reducción del consumo de alcohol a niveles de menor riesgo como alternativa a la abstinencia total.

Una vez lograda la reducción, el 49% de los pacientes opta por la abstención tras cuatro semanas

Más del 40% de los pacientes prefieren la reducción al verla como un objetivo más factible y realista que la abstinencia total, lo que puede incrementar el número de personas que deciden ser tratadas e incrementar la adhesión al tratamiento.

El porcentaje de éxito mejora cuando los pacientes forman parte de la elección de su tratamiento. La reducción en el consumo se asocia a rápidas mejoras en el estado de salud a corto y a largo plazo, así como a una disminución de la mortalidad (el 12,3% de todas las muertes en hombres y el 8,4% de muertes en mujeres entre 15 y 64 años son atribuibles al TCA).

Además, la reducción disminuye el efecto deprivación. El documento afirma que, una vez lograda la reducción, el 49% de los pacientes opta por la abstinencia tras cuatro semanas, por lo que esta nueva posibilidad puede considerarse como una opción factible a la hora de reducir las consecuencias de TCA y alcanzar los objetivos terapéuticos.

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