La alimentación complementaria significa ofrecer al bebé alimentos sólidos o líquidos distintos de la leche materna y de una fórmula de leche infantil, siempre como suplemento y no como sustituto. La Asociación Española de Pediatría facilita estas recomendaciones para ampliar la dieta del lactante.

Pautas para introducir la alimentación complementaria del bebé
Infografía EFEsalud
  • 25 de enero, 2019
  • Ana Soteras

Por eso ha publicado una guía que resume la evidencia científica disponible en cuanto a la alimentación complementaria del niño y que debe introducirse a los seis meses de vida ya que antes se recomienda mantener en la lactancia materna en exclusiva.

En el caso de los lactantes no amamantados, no existe un claro consenso científico ya que se puede introducir entre el cuatro y sexto meses si el lactante presenta signos de estar dispuesto.

Tampoco hay consenso claro respecto a los bebés prematuros (nacidos antes de las 37 semanas de gestación) ya que se trata de un colectivo heterogéneo con necesidades nutricionales especiales y debe individualizarse.

¿Por qué esperar a los seis meses?

Para comenzar a introducir otros alimentos que no sea leche es importante esperar a los seis meses de vida del bebé para que el organismo esté maduro a nivel neurológico, renal, gastrointestinal e inmune.

Según la guía de la Asociación Española de Pediatría (AEP), “se considera que el bebé está preparado cuando adquiere las destrezas psicomotoras que permiten manejar y tragar de forma segura los alimentos”, algo que suele ocurrir en torno a los seis meses.

El niño debe presentar:

  • Un interés activo por la comida
  • Que ya no presente el reflejo de extrusión o expulsión de alimentos no líquidos con la lengua
  • Ser capaz de coger la comida con la mano y llevarla a la boca
  • Mantener la postura sentada con apoyo

Los riesgos de adelantar la alimentación complementaria

Se ha observado que introducir alimentos complementarios entre 4 y 6 meses no reporta beneficios y si riesgo de infecciones, por eso, insiste la AEP, la recomendación es esperar a los seis meses y en todo caso nunca hacerlo antes de los cuatro meses.

Y si se hace antes del cuarto mes, existe posibilidad a corto plazo de:

  • Atragantamiento
  • Aumento de gastroenteritis agudas e infecciones del tracto respiratorio superior
  • Interferencia con la biodisponibilidad de hierro y zinc de la leche materna
  • Sustitución de tomas de leche por otros alimentos menos nutritivos

Y largo plazo las consecuencias son mayores riesgos de:

Pero tampoco es adecuado no ofrecer alimentos distintos a la leche más allá de los seis meses ya que existen estos riesgos:

  • Carencias nutricionales sobre todo de hierro y zinc
  • Riesgo de alergias e intolerancias alimentarias
  • Peor aceptación de texturas y sabores
  • Más posibilidad de alteración de las habilidades motoras orales

¿Qué alimentos puede tomar el bebé?

La AEP ofrece una pautas generales y recomienda especialmente alimentos ricos en hierro y zinc y hacerlo de uno en uno, con intervalos de unos días, para observar la tolerancia y la aceptación y sin añadir sal, azúcar o edulcorantes.

alimentación complementaria
Cuadro de la guía sobre alimentación complementaria de la Asociación Española de Pediatría.

Fruta y verdura

Introducir progresivamente la variedad de frutas y verduras en cualquier comida diaria y cambiando la forma de presentación (chafada, triturada, en pequeños trozos…)

Se recomienda evitar durante el primer año de vida las verduras de hoja verde con alto contenido en nitratos, como la acelga o espinacas por el riesgo de metahemoglobinemia. En los niños mayores hasta los 3 años convine no dar más de una ración diaria.

Los zumos de frutas no ofrecen ningún beneficio nutricional respecto a la fruta entera21. Su ingesta elevada puede contribuir a la ganancia inadecuada de peso, en algunos casos sobrepeso y, en otros, escasa ganancia ponderal, al desplazar el consumo de otros alimentos. Además, aumentan el riesgo de caries. Por tanto, se recomienda el consumo de fruta entera.

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Frutas y verduras en la alimentación complementaria del bebé. Infografía Efesalud

Cereales

Preferentemente integrales, pueden introducirse en polvo disueltos en leche, añadidos a purés, en forma de arroz hervido y chafado, pan, pasta, quinoa o avena. Hay que tener en cuenta la edad y el estado madurativo del lactante.

Proteínas

Alimentos como carnes rojas, pollo, pescado, marisco, huevos y legumbres en el alimentación diaria, en especial los ricos en hierro.

Se pueden ofrecer en forma de puré, cocinados y desmigados o en pequeños trozos para los más mayores.

La guía sobre la alimentación complementaria advierte limitar el consumo de pescados de gran tamaño como emperador, el cazón o el atún por la posibilidad de contaminantes como el metilmercurio.

Lácteos

La AEP considera que entre los 6 y 12 meses la leche materna sigue siendo el alimento principal y recomienda mantenerla a demanda. Si el lactante mayor de 6 meses realiza al menos 4-5 tomas de pecho al día, no son necesarias otras fuentes de lácteos.

Se puede ofrecer yogur natural o queso desde los 9 meses y leche de vaca entera a partir de los 12 meses.

En el caso de lactantes no amamantados se aconseja a partir de los 6 meses la fórmula de continuación.

Atención a la sal y azúcares

Los riñones de los lactantes son demasiado inmaduros para manejar sobrecargas de sal, por eso no debe añadirse este condimento a la alimentación complementaria.

En cuanto al azúcar, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es necesario limitar productos con elevado contenido de azúcares, como bebidas, zumos o batidos de frutas comerciales o postres azucarados.

En menores de dos años, diferentes sociedades científicas recomiendan evitar los azúcares añadidos y libres.

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