Una vivienda segura, accesible y personalizada es fundamental para quienes padecen alzhéimer, una enfermedad que afecta a 18 millones de personas en el mundo. La arquitectura y el diseño de los espacios pueden mejorar la calidad de vida de estos pacientes y sus cuidadores

Arquitectura terapéutica para sobrellevar el alzhéimer
El alzhéimer afecta capacidades como la orientación espacial, temporal y personal. Por eso es fundamental la señalización en los espacios. EFE/Luis Tejido-jr
  • 19 de agosto, 2013
  • MADRID/EFE/LUCÍA ROBLES

El Centro de Referencia Estatal de Atención a Personas con Enfermedad de Alzheimer y otras Demencias de Salamanca (Imserso) y la Confederación Española de Asociaciones de Familiares de Personas con Alzheimer y otras Demencias (CEAFA) han publicado “El espacio y el tiempo en la enfermedad de Alzheimer”, una guía que invita a los profesionales de la arquitectura a incluir en sus planos las necesidades que genera esta enfermedad neurológica.

Esta guía parte de una idea: “el diseño ambiental mejora la calidad de vida de las personas con este tipo de demencia, elevando la arquitectura a un nivel terapéutico”.

Las terapeutas Rocío Molás Robles, Mireia Tofiño García y Natalia Rosillo Carretero y el neuropsicólogo Enrique Pérez Sáez, participantes en este estudio,  explican que  para elaborar esta obra evaluaron las dificultades a las que se enfrentan las personas con alzhéimer con el fin de “proponer modificaciones ambientales que promuevan el máximo grado de autonomía e integración de los afectados así como su bienestar físico y psicológico”.

Recomendaciones para cada fase

El equipo del CRE de Alzheimer y otras demencias del Imserso da algunos consejos para adecuar los espacios en cada fase de la enfermedad.

En la fase inicial recomienda adaptar proactivamente el entorno para favorecer la accesibilidad y anticipar los problemas. En la fase media deben primar la seguridad de los espacios y la necesidad de implementar nuevas adaptaciones. Para la fase más avanzada, es conveniente facilitar la tarea del cuidador, mantener la personalización y procurar un ambiente que favorezca el bienestar.

Los expertos recomiendan elegir colores que contrasten, pero que garanticen la armonía. EFE/Daniel HopkinsonLa arquitectura debe ser entonces una herramienta para compensar las limitaciones, conforme van surgiendo, y las viviendas deben adaptarse para que los pacientes puedan mantener su autonomía. La guía sugiere medidas concretas para cada parte de una casa:

  • Baño: Es preferible que esté próximo al dormitorio y que tenga la temperatura controlada y suelo antideslizante, de secado rápido. Se recomienda un plato de ducha en vez de bañera. Debe ser claro, espacioso y con un mobiliario funcional. También debe disponer de barras inclinadas a los lados del inodoro.
  • Habitación: Se aconsejan los colores claros y una buena iluminación natural. Es preferible una cama regulable en altura y articulada, con asideros en el lado por el que se levanta el paciente. También se recomienda luces de seguimiento nocturno.
  • Cocina: La prioridad es evitar las quemaduras e inundaciones. Lo mejor es tener a la mano únicamente los objetos que vaya a utilizar, con ayudas visuales para encontrarlos. El mobiliario debe ser funcional, estar a una altura adecuada y tener un sistema de cierre.
  • Escaleras: En las fases avanzadas de la enfermedad, se recomiendan portezuelas que bloqueen el acceso a las escaleras, que deben tener pasamanos a ambos lados con un color que contraste con la pared y una tira antideslizante de color, que ayudará a percibir la dimensión del escalón.
El envejecimiento activo busca la participación social de las personas mayores. Este concepto es cada vez más visible en la sociedad. EFE/Kiyoshi Ota
  • Pasillos: Deben mantenerse libres de obstáculos y con buena iluminación. Se sugieren indicadores visuales y la instalación de pasamanos, especialmente para los enfermos que no pueden salir mucho de casa y que necesitan dar pequeños paseos.
  • Ventanas y balcones: Deben tener un sistema de seguridad que no impida una apertura fácil en caso de emergencia. Los balcones deben mantenerse libres de macetas y objetos.
  • Salón: Se recomienda que no haya cables por el suelo o alfombras que causen tropiezos. Los muebles no deben tener aristas y hay que evitar los objetos de cristal. Es fundamental que las sillas sean estables y que tengan respaldo y apoyabrazos.
  • La guía también ofrece otras sugerencias generales: tener suelo térmico, ubicar en las estancias las cosas absolutamente imprescindibles, sin recargas los espacios, aprovechar al máximo la luz solar, aislar acústicamente el domicilio, evitar los reflejos en las superficies y asegurar los objetos peligrosos.

    Además, utilizar carteles o ayudas visuales en las puertas y muebles para mejorar la orientación e identificación del mobiliario y elegir colores que contrasten, pero sin perjudicar la armonía en el entorno.

    La arquitectura como terapia

    La arquitecta Nieves Peinado indica en esta guía que el entorno debe tener “capacidad de adaptación” para responder a los cambios en las condiciones de vida de sus usuarios. Además, considera tres niveles de intervención en las viviendas de los pacientes: seguridad, accesibilidad y personalización.

    EFE/Alberto Estévez

    Almudena Timón, editora de la guía y especialista en cultura científica, define un espacio seguro como aquel carente de peligros. Señala que la seguridad es un “concepto dinámico”, que debe evolucionar conforme avanzan los síntomas del alzhéimer.

    La accesibilidad es otro concepto simple que puede hacer una gran diferencia. Un lugar es accesible “si sus usuarios pueden usarlo, si pueden entrar y salir de él”, afirma Timón.

    El tercer nivel de intervención es la personalización. Quienes padecen alzhéimer luchan para mantener su identidad. Esta obra argumenta que “la historia, memoria, recuerdos y experiencias de una persona están entrelazados con el espacio donde ha vivido”. Por eso, es crucial que el enfermo sienta que tiene su lugar y para lograrlo hay que “personalizar el sentimiento de pertenencia a un entorno”.

    Para Santiago Quesada, profesor de la Escuela de Arquitectura de Málaga, es necesario humanizar las construcciones para que el diseño influya positivamente en la evolución de las personas con alzhéimer.

    La publicación del Imserso y la CEAFA enlaza esta idea con el concepto de arquitectura terapéutica: “el paciente debe sentir —en los espacios seguros, accesibles y funcionales— el bienestar y la calidez mediante una estética cuidada que ayuda como parte de una intervención psicosocial”.

    El puzle del alzhéimer

    Para entender la influencia que ejerce el entorno sobre la vida de las personas con alzhéimer hay que comprender este trastorno sin sesgos, como explica la guía “El espacio y el tiempo en la enfermedad de Alzheimer”.

    Javier Gay Puente, neurólogo del CRE Alzheimer (Imserso), describe las principales características de esta demencia a partir de dos aclaraciones de la guía: el alzhéimer no se limita a un problema de memoria y produce una pérdida de habilidades progresiva, es decir, que pasa por fases, aunque las primeras no sean tan conocidas.

    El alzhéimer afecta la memoria, el pensamiento, la orientación, la comprensión, el cálculo, el aprendizaje, el lenguaje y el desarrollo de juicios complejos. Estos trastornos se relacionan con una disminución del control emocional, el comportamiento social y la motivación.

    Está demostrado, según el equipo del CRE de Alzheimer del Imserso, que algunos síntomas psicológicos y conductuales de las demencias, como depresión, apatía, deambulación y agresividad, son susceptibles de mejorar mediante modificaciones ambientales.

    Hacia el diseño universal y el envejecimiento activo

    Aunque se ha avanzado para adaptar la arquitectura a las necesidades de las personas con esta enfermedad, queda mucho por hacer.

    No obstante, “se viene trabajando para implementar los principios del diseño universal para que la planificación del entorno construido ofrezca respuestas a las necesidades de las personas con capacidades distintas”, como dice la guía del Imserso y la CEAFA “El espacio y el tiempo en la enfermedad de Alzheimer”.

    El Comité de Ministros del Consejo de Europa del año 2001 define el diseño universal como “una estrategia cuyo objetivo es hacer el diseño y la composición de los entornos y productos accesibles y comprensibles, así como utilizables para todo el mundo”.

    EFE/Jorge Luis Plata

    Pero el diseño universal debe estar ligado a “un cambio social que guarda sintonía con la propuesta para vivir y promover el envejecimiento activo”, que la Organización Mundial de la Salud define como “el proceso de optimizar las oportunidades de salud, participación y seguridad en orden a mejorar la calidad de vida de las personas que envejecen”.

    Otra tarea pendiente es ampliar la perspectiva. Almudena Timón opina que estos conceptos “deben llevarse al diseño urbanístico con el fin de trabajar para que las ciudades sean amigables y favorezcan la integración social”.

    “La calidad de vida de todos, sin excepción, no se limita a una vivienda, sino al lugar donde vivimos y convivimos con los demás. Las soluciones arquitectónicas excluyentes no son eficaces”, concluye la experta.