Hasta un 4% de la población adulta vive con asma grave no controlada. El Instituto Nacional de Asma Grave (INAG) nace como un proyecto a largo plazo que persigue avanzar en el abordaje de esta enfermedad y darle mayor visibilidad

El asma grave es una enfermedad crónica que dificulta la respiración atacando a los pulmones. Estos se hinchan y sus paredes se estrechan provocando tos, opresión en el pecho, sibilancias (sonidos durante la respiración) y falta de aliento.
No todas las personas son conscientes de que lo padecen y algunos tienen conocimiento de ello, pero carecen de un diagnóstico profundo. Hasta un 4% de la población adulta vive con asma grave no controlado.
La carga que supone para el paciente es elevada, al igual que para el sistema sanitario donde esta patología se manifiesta en tres ámbitos principalmente: salud y mortalidad, calidad de vida, y coste económico.
Así nace el proyecto de la farmacéutica GSK, el Instituto Nacional de Asma Grave (INAG) con el que contribuir al avance en el abordaje del asma grave, involucrando a todos los actores implicados (pacientes, cuidadores, médicos, enfermeras, farmacia hospitalaria, gestores y decisores) para conseguir una mejora en el manejo de los pacientes con esta enfermedad.
“INAG es un proyecto que contribuirá a que tanto ellos como el resto de la sociedad comprendan la importancia de tener la enfermedad bien controlada, mejorando así su calidad de vida”, explica Antonio Blanco, director de la Unidad de Especialidades de GSK España.
A través de un evento amadrinado por la nadadora paralímpica Teresa Perales, diversos doctores de alergología y neumología han hecho ver la importancia de controlar el asma grave.

Entre ellos se encuentran Javier Domínguez, adjunto del Servicio de Alergia del Hospital Universitario de la Paz de Madrid y coordinador del comité de Asma de SEAIC, y Marina Blanco adjunta del Servicio de Neumología del Hospital Universitario de A Coruña (CHUAC) y coordinadora del área de asma de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).
Problemas en el diagnóstico
En España existen dos problemas en cuanto a detectar esta patología. Por un lado se encuentra el infradiagnóstico, “muchos pacientes con asma no saben que la padecen”; y por otro parte está el sobrediagnóstico, es decir, “que han sido mal diagnosticados”, explica Marina Blanco.
Otro problema se encuentra en el tratamiento. Este suele ser eficaz en la mayoría de los asmáticos, pero existe un “grado de incumplimiento que lleva a un asma no controlado”.
También el diagnóstico de este influye en el control de la enfermedad: “Puede que el tratamiento no esté prescrito o no se les haya indicado el adecuado”, dice la doctora.
El asma grave no tiene cura, por lo que la doctora Blanco destaca la importancia de “cumplir con el tratamiento” para no tener problemas agravados en el futuro.
“Nosotros siempre les explicamos que aun que estén bien el tratamiento es una prevención. A pesar de no tener síntomas necesitan un tratamiento diario, algo que les cuesta entender”.
¿Es asma grave?

El asma grave requiere un diagnóstico en profundidad que se determina a partir de la necesidad del tratamiento.
No siempre es sencillo distinguir esta patología de otras enfermedades, pues puede coexistir con otras patologías que aumenten su riesgo o provoquen un mala valoración.
“Se falla muchas veces, ahí es cuando se habla de sobrediagnóstico. Por eso una parte muy importante del manejo de un adecuado diagnóstico diferencial”, explica el doctor Domínguez.
Esta enfermedad presenta además genotipos como el alérgico. En este caso el tratamiento dependerá primero de la causa de la alergia y después del nivel de gravedad del asma.
Otras patologías que pueden derivar en confusión, según la doctora, son morbilidades, es decir, “problemas de otorrino, psicológicos, digestivos…”
Mejor comunicación para un bajo riesgo
Entre los objetivos de la INAG se encuentran el de la comunicación y visibilización del abordaje del asma a todos los niveles.
Tantos los pacientes como los profesionales se verán implicados en este punto: quienes lo sufren recibirán información adecuada “para que sean conscientes de lo que tienen y puedan actuar en consecuencia”, recalca Domínguez.
A ello se le añadirá una mejora del acceso a los tratamientos y la explicación de estos de forma individualizada.
Por otro lado, para los profesionales se incrementará la mejora en la identificación del problema estableciendo “un circuito de derivación correcto”.
“Hay que implicar a todos los profesionales creando redes informativas entre las diferentes unidades”, destaca Marina Blanco.
Daños sobre los pulmones
El correcto tratamiento no solo es importante para el día a día del paciente, sino también para el futuro de su estado.
El pulmón se inflama con el asma, pudiendo acabar en graves consecuencias como una obstrucción fija del bronquio o la fibrosidad de las paredes de este.
“Solemos utilizar el término del remodelado donde el bronquio, que tiene una correcta estructura, sufre una inflamación crónica que derivar en una descompensación”, explica la doctora.
Estos pacientes requerirán urgentemente ser ingresados y tomar corticoides orales, los cuales tienen muchos efectos secundarios que “queremos evitar”.
Asma y covid
A pesar de haber sido un año donde el asma ha tenido que convivir con el coronavirus, los datos reflejan que la incidencia de crisis asmáticas no ha sido mayor.
“Ha habido mayor vacunación contra la gripe, las mascarillas nos han protegido de muchas infecciones, los hospitales han adaptado el acceso a los asmáticos. Así los pacientes han tenido menos crisis de asma”, reconoce el doctor Javier Domínguez.
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