La cirugía ortofacial es una técnica estética y funcional que modifica la estructura ósea de la cara pero también los tejidos blandos como la piel, músculos o cartílagos. Es una cirugía cada vez más demandada, sobre todo por los hombres, para dar armonía al rostro, pero también es beneficiosa para problemas respiratorios como la apnea del sueño.

“Se trata de un tipo de cirugía que permite que una cara que sea dismórfica se transforme en una cara con armonía. La cirugía ortofacial modifica el tamaño y la posición de los distintos huesos de la cara como el maxilar, sobre todo la mandíbula, el mentón, la nariz, los pómulos…”, explica a EFEsalud el director del Instituto Maxilofacial en el Centro Médico Teknon de Barcelona, Federico Hernández Alfaro.
Es una cirugía estética “profunda” y permanente a diferencia de los rellenos faciales, como el de ácido hialurónico, que no corrigen el problema estructural, pero sí son efectivos para “camuflar” de forma temporal pequeños defectos faciales, como un mentón pequeño o un pómulo más hundido que otro.
La cirugía ortofacial es una evolución de la cirugía ortognática que, tradicionalmente, era la encargada de corregir los defectos faciales localizados en el maxilar y mandíbula de los pacientes, con un enfoque mayoritariamente funcional, es decir, el objetivo principal de este tipo de cirugía solía ser el conseguir una oclusión correcta.
Ahora es una demanda estética y funcional en alza, “el 60 ó 65 % de los pacientes que nos piden una mayor definición mandibular son varones y el 45 % son mujeres”, apunta el cirujano.
“Quizá el hombre suele pedir más un contorno mandibular y del mentón bien definido y bien proyectado. La mujer suele expresar que desea un cuello más definido o que esa papada no se le vea más”, indica.
“Y son dos caras de lo mismo -puntualiza- al colocar la mandíbula en su sitio y darle el tamaño adecuado, mayor definición, también la papada o el descolgamiento de los tejidos del cuello, desaparece”.
“No se imagina la cantidad de personas que cada día se someten a intervenciones de lifting o de intentos de liposucción para quitar grasa del cuello y que lo único que necesitan es que les coloquemos la mandíbula en su sitio porque no tienen grasa, lo que tienen es la piel y los músculos que se descuelgan porque su mandíbula es demasiado pequeña”, relata el doctor.

El “facepush”, lo opuesto al lifting
La cirugía ortofacial u ortognática “más habitual es la que consiste en mover hacia delante, en dar más tamaño a los huesos de la cara, sobre todo la mandíbula o los pómulos. Pero, a veces, el problema es el contrario, por ejemplo, un paciente con una mandíbula muy grande, en ese caso es reducirla”, explica el también catedrático de Cirugía Maxilofacial en la Universidad Internacional de Cataluña.
En esta cirugía, se ha desarrollado el concepto “facepush” o, literalmente, empujar la cara, que es antagónico al del estiramiento facial o lifting que consiste en estirar la piel y los músculos y recortar la piel sobrante.
Así, el “facepush” consiste en proyectar los huesos de la cara hacia adelante, en armonía, y ese movimiento “la da tensión a la piel y a los músculos y consigue el efecto de rejuvenecimiento facial al mejorar el soporte de los tejidos blandos de la cara, eliminando la papada y proyectando los labios”, explica el doctor.
Pero también en los casos en los que la mandíbula es demasiado grande y los dientes de abajo están por delante de los de arriba, la mandíbula se desplaza hacia atrás.
En el caso de tener un mentón prominente se hace un corte en el mentón y se desplaza hacia atrás, es la llamada mentoplastia, mientras que si es cosa de pocos milímetros simplemente se puede limar.
Las técnicas de la cirugía ortofacial
Según Hernández Alfaro, “uno de los grandes desarrollos que hemos realizado en el entorno de la cirugía ortofacial precisamente es proponer, inventar y publicar en revistas científicas toda una serie de técnicas de cirugía mínimamente invasiva”.
“Esta cirugía permite, a través de pequeñas incisiones en la encía, llegar al hueso maxilar, a la mandíbula y al mentón y hacer unos túneles por debajo de la encía. Con una sierra muy fina de ultrasonidos hacemos unos pequeños cortes en los huesos que permiten su desplazamiento cualquier dirección”, describe el especialista.
“La mandíbula en cada lado -precisa- está formada por dos láminas y lo que hacemos es separar esas dos láminas, deslizamos una lámina sobre la otra en un sentido si quiero alagar la mandíbula y en el sentido contrario si quiero acortarla”.
Tras ese deslizamiento de huesos, se coloca una pequeña lámina de titanio, el mismo material que se utiliza para los implantes dentales, con unos pequeños tornillos del mismo metal para que mantengan el hueso en su nueva posición.
“Estos materiales de titanio son totalmente biocompatibles y aunque estas placas y tornillos tienen función durante los 3 ó 4 meses que tarda el hueso en soldar, como son de titanio, no hay que quitarlos”.
Hace 20 años se utilizaba acero, que no era biocompatible como el titanio, y que había que quitar en una nueva intervención una vez soldado el hueso, además de sonar en los detectores de metales, por lo que el paciente debía llevar encima un certificado que lo justificara.
¿Qué riesgos puede conllevar esta cirugía?
Según el doctor Hernández Alfaro, toda cirugía puede tener un riesgo de infección o sangrado, pero en el caso de la cirugía ortofacial hay dos razones que lo minimizan.
La primera es que se diseña en una plataforma virtual 3D que permite operar virtualmente antes de ir a quirófano, en el ordenador, y a través de un escáner de la cara del paciente donde se calcula la posición tridimensional exacta de colocación de los huesos.
“Ya sé lo que voy a hacer exactamente al milímetro, entonces no hay margen para improvisar. Sé lo que me voy a encontrar, lo que voy a hacer y cómo va a quedar”, asegura.
La segunda razón es que “toda esa serie de técnicas de cirugía mínimamente invasiva permite hacer la intervención a través de pequeñitas incisiones en la encía, alterando muy poco los músculos, las estructuras importantes que hay en la cara y, por tanto, minimizando mucho los riesgos”, afirma.
Anestesia, hospitalización, recuperación…
La anestesia general es necesaria para operaciones en las que se abordan varias estructuras de la cara. Lo normal es una noche en el hospital y el alta al día siguiente.
En casos de operar solo el mentón, o la mandíbula, o un aumento de pómulos, o cambios ligeros en la nariz se puede hacer con anestesia local y sedación y de forma ambulatoria.
Las cirugías más complejas pueden durar cerca de dos horas y una simple, como la del mentón, unos 20 minutos.
La recuperación depende también del tipo de cirugía y cursa con inflamación que puede normalizarse en 3 ó 4 semanas en los casos más complejos.
“Si realizamos una mentoplastia o una sencilla rinoplastia, el paciente puede hacer vida normal en una semana”, afirma el cirujano quien destaca la afluencia de pacientes de otros países a este centro.
Una cara nueva
Si se modifican varias estructuras de la cara cambia el aspecto del rostro y eso podría provocar un cierto rechazo en el paciente al no reconocerse.
“Aunque el cambio sea muy importante, cuando los pacientes después de la cirugía empiezan otra vez a socializar y a volver al trabajo y la gente de su entorno les dice …te vemos mucho mejor o estás mucho más guapo o guapa… eso actúa de refuerzo positivo”, manifiesta el doctor.
“Pero en los casos que percibimos antes de la cirugía que el paciente va a tener dificultades para aceptar una nueva imagen o que el cambio va a ser muy importante… en esos casos siempre hacemos una valoración previa y un seguimiento posterior con psicólogos”, precisa.
El médico asegura que la imagen, que vemos en el mundo del espectáculo y la televisión, de rostros “recauchutados” o con la cara inflada se debe a la mala praxis en la aplicación de los rellenos con ácido hialurónico que “camuflan”, de manera temporal, los defectos y que se deben utilizar para pequeñas correcciones.
Para tener un referente de armonía facial a la hora de planificar una cirugía, el equipo del Instituto Maxilofacial del Centro Teknon ha investigado durante años y han publicado en revistas científicas lo que han llamado la “Línea Barcelona”.
“Es una línea que nace de la parte superior de la raíz de la nariz y que baja vertical, perpendicular al suelo o perpendicular a la pantalla del ordenador. Para que una cara sea armónica, toda la parte inferior de la cara tiene que quedar por delante de esa línea”.
Una cirugía beneficiosa para la apnea del sueño
“La mayor parte de los pacientes que tratamos con las técnicas de cirugía ortofacial tienen una motivación estética. Otro 20% de los pacientes acuden con una motivación funcional, la oclusión o mal encaje de los dientes porque no están bien colocados; y el resto, un 25% y en aumento, son pacientes afectos de un problema muy grave que se llama apnea obstructiva del sueño“, explica el especialista.
Y una de las causas es la falta de tamaño del maxilar y sobre todo de la mandíbula, “de manera que los pacientes que tienen la parte inferior de la cara más pequeña o más hundida, muchos de ellos tienen un problema respiratorio importante, un problema de apnea del sueño”.
La cirugía ortofacial permite avanzar el maxilar y la mandíbula para que no colapse el tubo respiratorio situado detrás de la nariz y de la boca, que es más estrecho en estos casos y que colapsa cuando el paciente está tumbado y dormido y para lo que también sirve de referencia la “Línea de Barcelona”.
“Es el único tratamiento potencialmente curativo”, asegura el doctor Hernández Alfaro.
También la cirugía ortofacial tiene un efecto positivo en la salud bucodental porque devuelve una oclusión correcta y para ello es necesario en algunos casos un tratamiento de ortodoncia previa a la cirugía que permita ordenar los dientes.
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