El presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España, Jesús Aguilar, analiza, en un artículo para EFEsalud, el papel de la farmacia comunitaria contra la covid un año después del estallido de la pandemia

Mucho más que una cruz verde
Jesús Aguilar
Se cumple un año del inicio de la pandemia de COVID-19 en nuestro país. Todo lo vivido ha cambiado, sin duda, nuestras vidas y nos ha hecho ser conscientes de nuestra vulnerabilidad como humanidad.
Un año marcado por el distanciamiento social y a su vez por la cercanía emocional. Una cercanía que en el caso de los farmacéuticos comunitarios, a través de las más de 22.000 farmacias, ha sido esencial para los ciudadanos, con esa cruz verde que ha permanecido siempre encendida, acompañando a la población.
En todo momento, los farmacéuticos hemos desarrollado una labor sanitaria esencial en todas las facetas: hospitales, farmacias, distribución, salud pública, investigación y producción de medicamentos o en los laboratorios clínicos.
En todos ellos hemos contribuido con nuestro trabajo a frenar la expansión del virus desde la diversidad de ámbitos en los que actuamos.

La ágil, rápida y segura investigación en vacunas ha permitido tener en meses tres vacunas a día de hoy para inmunizar a la población en Europa, algo que ninguno habríamos imaginado antes de esta pandemia.
Si algo ha caracterizado a la profesión farmacéutica en esta crisis ha sido nuestro continuo afán de colaborar, cooperar, de ofrecer soluciones a las administraciones estatales y autonómicas, y por supuesto al conjunto de la sociedad, para contribuir a paliar el colapso de otros recursos del Sistema Nacional de Salud y proteger a los colectivos más vulnerables.
Desde la red de farmacias no solo hemos garantizado el acceso a los medicamentos a todos los españoles con independencia de su código postal; hemos ido más allá.
Hemos presentado a las autoridades sanitarias hasta 35 propuestas durante el confinamiento y la desescalada para garantizar el abastecimiento de medicamentos, poner fin a la especulación respecto al precio de las mascarillas, llevar la medicación a personas mayores o dependientes, colaborar con los hospitales en la dispensación de medicamentos o, incluso, iniciativas sociales como ofrecer ayuda a las mujeres que sufrían violencia de genero durante el confinamiento a través de la iniciativa Mascarilla-19 o la detección de personas en riesgo en colaboración con los Cuerpos de Seguridad del Estado.
La pandemia está demostrando que las farmacias tienen un potencial sanitario y social tremendo, y muchas administraciones por fin se han dado cuenta.
En esta tercera ola, tres Comunidades Autónomas han puesto en marcha programas de detección de COVID-19 en las farmacias, algo que debería haber comenzado mucho antes, al igual que se hacen desde hace décadas cribados en farmacias de VIH o cáncer de colon.
En este sentido, nos hemos sentido infrautilizados porque creemos que podíamos haber hecho mucho más para contener la pandemia, y así lo hemos hecho saber a las autoridades sanitarias.
Como profesionales esenciales en la Salud Pública, y en primera línea de atención, tenemos una posición de primer orden para desplegar un papel mucho más activo del que estamos desarrollando.
Tenemos una capacitación técnica, científica y sanitaria de primerísimo nivel, y en el caso de las farmacias estamos a pie de calle atendiendo las necesidades sanitarias de la población, con una cercanía inigualable.
En estos momentos, la vacunación de la COVID-19 es el reto sanitario –y por supuesto social y económico- más importante y urgente que tiene España.
Vacunar con rapidez puede ser ahora la clave entre el éxito y el fracaso. Dentro de las funciones de los farmacéuticos comunitarios, está seguir vigilando la seguridad de la vacuna de forma continua para detectar aquellas reacciones adversas muy poco frecuentes.
Nosotros hemos puesto a disposición de las administraciones toda la red y estamos dispuestos a hacer todo lo que haga falta cuando haya las vacunas suficientes, un recurso sanitario de máxima accesibilidad en nuestro país que puede contribuir a acelerar el proceso de vacunación.
Poner fin a esta pandemia que nos azota como humanidad es el objetivo que nos une a todos, y en él los farmacéuticos vamos a seguir siendo un ejemplo de responsabilidad, compromiso y vocación de servicio.
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