Muy cerca ya de concluir 2021, e inmersos en una sexta ola de la covid de fuerte impacto. el doctor Pedro Gargantilla, jefe de Medicina Interna del Hospital de El Escorial de Madrid y profesor de la Universidad Francisco de Vitoria, reflexiona sobre la situación en la que nos encontramos, nada complaciente

Covid-19, a golpe de alfabeto griego
Doctor Pedro Gargantilla
La verdad es que la decimoquinta del alfabeto griego –ómicron, la “o pequeña”- suena a trompeta apocalíptica, a título de película estadounidense con guion catastrofista. La verdad es que no estaba previsto que esta advenediza saliera al ruedo, al menos tan pronto.
La siguiente variante en la lista debía ser “un”, pero como sonaba al adjetivo “new” –nuevo- se decidió pasar a la siguiente, xi. Y aquí entró en juego la política, debido a que el presidente chino se llama Xi JinPing mejor no caldear las diplomacias, que ya tienen lo suyo, y pasar a la siguiente, a ómicron.
Con esta letra griega, la que da nombre a la variante B.1.1.529, llegó nuevamente el caos y el desasosiego, y lo hizo en un momento especialmente sensible, las fiestas navideñas.
Y es que a estas alturas de la pandemia sufrimos hastío, fatiga y malestar. ¡Qué les voy a contar! Pero estos síntomas, y aquí está lo peor, no son provocados por el virus, al menos de forma explícita, sino por nuestra clase política.
No es un secreto que las democracias europeas neoliberales no estén gestionando de forma correcta las incertidumbres, la verdad es que las decisiones no son fáciles de tomar, entran muchos factores en juego, pero semana a semana estamos viendo que los líderes políticos no son capaces de acompasar las dinámicas democráticas con la información. A mi juicio ahí está precisamente el mollar del problema, estamos confundiendo información y conocimiento.
Vivimos en la era de la información, a golpe de clic somos capaces de llegar a datos e infografías de los más variopintos campos del saber, pero eso no nos adjudica ningún máster ni ninguna diplomatura.
No somos preventivistas, ni emergenciólogos ni vacunólogos, aunque muchas veces pensemos lo contrario. Necesitamos que desde las instituciones públicas tomen las riendas técnicos, especialistas en su campo del saber, y con mensajes claros, contundentes y, sobre todo, unívocos que nos ilustren.
Ejemplaridad política
El estigmatizado Nicolás Maquiavelo admitía que la maldad humana se corregía por medio de las instituciones, cuya prioridad partía del interés público antes que del privado. Cuesta creer que esto suceda a día de hoy. La ejemplaridad política, que debería ser el slogan de esta pandemia, está ausente. Para que pudiéramos dar por bueno un lema que hizo popular un político mexicano -“se hizo el cien por cien de lo que se pudo”- necesitamos que nuestros políticos tengan puestas las luces largas y exista consenso.
En cualquier caso, y ahora me pongo mi bata y tiro de talonario, de lo que no cabe duda es que existen tres recetas, no más, para hacer frente al coronavirus: vacunas, vacunas y vacunas. No se admite otra política sanitaria ni social, vacunarse es una responsabilidad social y moral de todos.
Las vacunas deben llegar a todos los rincones del planeta
Pero la vacuna debe llegar a todos los rincones del planeta, en caso contrario dentro de 365 días estaremos escribiendo otra crónica, aún más negra, de esta pandemia, para entonces habremos acabado con el alfabeto griego y, quien sabe, a lo mejor ya estamos con el cirílico.

No podemos confiar en los famosos antígenos para celebrar una Navidad de las de siempre, tampoco nos sirven las PCRs ni las serologías para tomar decisiones a nivel personal, usemos el sentido común, la distancia social y el uso correcto de las mascarillas.
Ómicron parece menos agresiva
Afortunadamente, la variante ómicron, a pesar de su elevada tasa de infectividad, parece ser menos agresiva que sus predecesoras.
A lo largo de estas últimas semanas estamos observando una menor incidencia de casos graves, lo cual está evitando que el sistema sanitario se tensione. La curva de crecimiento de las hospitalizaciones y de las camas de cuidados intensivos es mucho más suave que en oleadas anteriores.
Ahora bien, ¿no lo vimos llegar? ¿No pensamos que sufriríamos esta incidencia cuando hace unas semanas Alemania y Austria tenían más de mil casos de contagios por cien mil habitantes a catorce días? Quizás, solo quizás, habría que desempolvar el refranero y recordar aquello de “cuando las barbas de tu vecinos veas pelar… pon las tuyas a remojar”.
En cualquier caso, parece que el horizonte a medio plazo se nos dibuja más optimista. En las próximas semanas, al menos en nuestro país, la vacunación se habrá extendido a todas las franjas etarias y un elevadísimo porcentaje de la población estará vacunada.
Pero, por favor, no nos olvidemos del Tercer Mundo, aunque lo hagamos de forma egoísta, ya que tan sólo cuando también “ellos” estén vacunados podremos doblegar al virus. Curioso eufemismo para referirnos a un microorganismo microscópico.
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