La batalla contra el cáncer deja secuelas físicas, pero casi todas son temporales. Tenemos que cuidarnos antes, durante y después del tratamiento. Una actitud positiva es fundamental para superar la enfermedad que hoy conmemora su Día Mundial
Los tratamientos para el cáncer han mejorado su efectividad e intentan paliar los efectos secundarios sobre el bienestar del paciente y sobre su aspecto físico.
La cirugía, radical o conservadora, la quimioterapia o la radioterapia ocasionan cicatrices, la pérdida de algún órgano o miembro, la caída del cabello, alteraciones de la piel y aumento o disminución de peso.
La Asociación Española Contra el Cáncer incide en la necesidad de afrontar con positividad estas transformaciones físicas y sitúa dentro de la normalidad el que pacientes necesiten adaptarse a esos cambios.
Recomienda que si esos cambios físicos provocan sentimientos de tristeza o de ansiedad, si les lleva a aislarse de su entorno y de la vida social, recurran a un psicólogo especializado.
Efectos de la quimioterapia
El cóctel de fármacos que conforma la quimioterapia persigue eliminar las células malignas pero en su lucha también pueden provocar la caída del pelo, una profunda deshidratación y alteraciones en la piel e hinchazón por desequilibrios en la eliminación de líquidos.
El cabello
La caída del cabello no siempre ocurre, depende del tipo de fármacos empleados. Si el pelo se debilita suele caerse entre dos y tres semanas después de haber recibido el primer ciclo. A partir del segundo ciclo se produce una caída más severa.
Si no se ha caído del todo es conveniente tener un corte de pelo cómodo, no teñirlo, fortalecerlo con productos adecuados, e hidratar el pelo y el cuero cabelludo.
La Asociación Española Contra el Cáncer considera que es mejor no esperar a que se caiga el pelo para tener prevista una solución. Se puede cortar antes de que empiece a debilitarse y evitar el impacto de encontrar mechones en la almohada o en el peine.
Si decidimos utilizar peluca es preferible acudir a un centro especializado antes de perder el pelo para que vean tu imagen y la puedan reproducir si deseas mantenerla o aprovechar el momento para dar un cambio. Hoy en día existen también multitud de modelos de gorro o pañuelos.
Cuando se utiliza una peluca es necesario mantener su higiene con los productos adecuados, peinarla suavemente y no

utilizar secador en ningún caso.
Se desaconseja el uso de pegamentos para adherirla a la cabeza ya que puede producir lesiones en la piel. Aunque, si es necesario y puntualmente, se puede utilizar un adhesivo pero no pegamento líquido.
La peluca se debe quitar todos los días y siempre diluyendo en agua la goma del adhesivo. Inmediatamente después hay que aplicarse crema hidratante ya que el cuero cabelludo tiene una piel muy fina nunca antes expuesta. Por eso, si no se lleva la cabeza protegida hay que utilizar un protector solar.
En el caso de llevar pañuelo, existen modelos pensados para los pacientes oncológicos ya que se cosen a una base de algodón que la sujeta a la cabeza. A estas bases se les puede añadir pelo en la zona del flequillo, patillas o nuca.
También se puede perder el pelo de las cejas y de las pestañas, en este caso se desaconseja maquillar las pestañas porque puede acelerar el proceso de caída y también el uso de postizas porque el pegamento es irritante y provoca alergias.
La piel
La hidratación de la piel es fundamental siempre, pero más si es para prepararla para un tratamientos de radioterapia y quimioterapia.
Es habitual que se produzca hiperpigmentación en zonas localizadas de la piel a causa de la activación de la formación de melanina por algunos fármacos y que se puede agravar por la exposición solar.
Otro efecto secundario es la xerosis cutánea (sequedad y deshidratación) con la aparición de dermatitis exfoliativa. En estos casos se recomienda utilizar sustancias hidratantes y de otro tipo como la urea, el ácido láctico….

También podemos sensibilizarnos ante productos tópicos que antes utilizábamos y que ahora nos pueden provocar alergias. Cremas, geles, jabones, cosméticos, colonias.. deben ser lo más neutro posible y no frotar con cepillos o esponjas a piel.
Es recomendable:
- No usar cremas despigmentantes para eliminar las manchas
- No usar cremas con retinol, ácido glicólico, reafirmantes, anticelulíticos, drenantes…por reacciones a la piel.
- No aplicar perfume directamente en la piel operada o radiada, así como desodorante en la axila tratada.
- No utilizar autobronceadores ni limpieza de cutis.
- No realizar masajes corporales, excepto por prescripción médica.
- Evitar rozaduras en la piel por el uso de joyas o ropa ajustada. Es recomendable el algodón o hilo que evitan picores.
Las uñas
Durante el tratamiento de radio y quimio, las uñas también sufren. Puede afectar a la forma de crecimiento, puede haber roturas, estrías, reblandecimiento, engrosamiento o alteraciones en la coloración. Es recomendable utilizar productos hidratantes y regenerantes a diario.
Es recomendable:
- No cortar cutículas, ni padrastros, existe riesgo de infección.
- No pintarse las uñas, los esmaltes son productos químicos que las asfixian.
- No utilizar uñas postizas, el pegamento es agresivo e irrita.
- No llevarlas largas para evitar enganches y roturas.
Cuando finaliza el tratamiento
La piel: Una vez terminado el tratamiento y tras dejar pasar más de un mes para que el cuerpo elimine la medicación se pueden realizar tratamientos corporales y faciales más profundos. Es aconsejable hacer una análisis de la piel para adaptar las cremas a las nuevas necesidades.
El pelo: Siempre vuelve a salir el cabello ya que la quimioterapia no destruye los folículos pilosos. Y se produce a partir de un mes de haber recibido el último ciclo. Al principio sale una pelusilla y es mejor rasurarla para que comience un crecimiento homogéneo. Se debe hidratar el cuero cabelludo y utilizar productos para fortalecer el pelo.
El pelo suele salir diferente al que teníamos en origen, normalmente más oscuro o con más canas, otras encrespado o rizado.
Pero el cáncer no solo supone una transformación exterior, es una experiencia tan intensa que puede suponer un cambio interior y de vida. La enfermedad puede mermar la autoestima, pero también puede ser una oportunidad de crecimiento personal, de reencuentro con uno mismo y para reflexionar sobre las prioridades de la vida.
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