¡Papá, pis! y ¡mamá, caca!, ¡me lo hago encima!, son dos frases que nos hacen torcer el gesto a los adultos cuando las escuchamos fuera del hogar familiar. Después de suspirar profundamente, buscamos con urgencia un bar, el hueco entre dos coches o un sufrido árbol. Tener niños significa habituarse a tratar con todo ese tipo de aspectos fisiológicos, máxime si son repentinos; crudeza que solemos ignorar a pesar de que hayamos tenido la cierta e ingrata experiencia de haber cambiado pañales y más pañales desde que vinieron a este mundo real. En cambio, para ellos y ellas resulta algo natural, ya que tienen una relación mucho más franca y sana con su cuerpo… hasta que les toca el papel de padres

¡Mamá, no me aguanto!

¡Mamá, no me aguanto!

  • 25 de septiembre, 2016
  • Gregorio Del Rosario

Fina percepción escatológica

Salimos del colegio y, como es habitual cuando estamos a mitad de camino de la parada del autobús, ocurre:
-Mamá, caca -dice Ari.
Nos damos la vuelta y vamos a La Musa, un bar de la plaza de la Paja. Al principio pedía permiso para bajar al baño. Ahora ya ni eso. El baño de La Musa es como el de mi casa. Nos metemos en el servicio de chicas, después de la consabida discusión sobre en cuál introducirnos. Ari hace caca, y se lo toma con calma. Cuando termina, le limpio y salimos.
En el segundo escalón de las escaleras, como es habitual, ocurre:
-Mamá, caca -dice Elmo.
Nos damos la vuelta. Otra vez la discusión.
-Si te metes en el de chicos, te limpias tú solito -le digo.
«Te limpias tú solito» es la frase mágica. Nos metemos en el de chicas. Elmo se lo toma con más calma todavía. Hace un calor asfixiante, aparte del olor acumulado. Al cabo de cinco minutos empiezo a bufar.
-Elmo, ¿ya? -pregunto.
-Todavía no -dice Elmo con los codos apoyados en las rodillas y la barbilla en las manos.
Después de unos minutos vuelvo a la carga.
-Elmo, hijo, date prisa.
-Si me dices eso es peor.
-Ya, pero es que igual los camareros se piensan que nos vamos a quedar a vivir aquí abajo.
-Ya lo intento, mamá, pero no puede ser -dice Elmo muy serio-. La caca tiene su propio ritmo.

Fina percepción escatológica” es un relato breve de la escritora Isabel Cañelles (Editorial Relee).

Elmo, un personaje de ficción de un libro, está sentado en el inodoro con los calzoncillos y pantalones bajados a la espera de que su tracto intestinal culmine la evacuación de las heces.
Urgencia de Ari y paciencia de Elmo, resignación de los padres. Ilustración de Beatriz de Pedro para la Editorial Relee.

Refined scatological perception

We leave school and, as usual, when we are halfway to the bus stop it happens:
“Mom, poop,” says Ari.
We turn around and go to La Musa, a bar in the Plaza de la Paja. At first I used to ask permission to use the bathroom. Now I don’t bother. The bathroom in La Musa is like the one at home. We go into the Ladies room after the inevitable argument about which toilet we use. Ari does his poop and he takes his time. When he finishes, I clean him and we go out.
On the second step of the stairs, as usual, it happens:
“Mom, poop,” says Elmo.
We turn around. The same argument again.
“If you go into the Men’s, you clean yourself,” I tell him.
“You clean yourself” is the magic phrase. We go into the Ladies. Elmo takes even longer. It’s suffocatingly hot, apart from the accumulated smell. After five minutes, I start to get impatient.
“Elmo, are you ready? I ask.
“Not yet,” says Elmo with his elbows on his knees and his chin in his hands.
After a few minutes, I try again.
“Elmo, son, hurry up.”
“If you say that, it’s worse.”
“I know but the waiters might think we’re going to stay and live down here.”
“I’m trying, Mom, but it just won’t come,” says Elmo, very seriously. “The poop takes its own time.”

Traducción: Fionnuala Ni Eigeartaigh.

Isabel Cañelles, escritora, con sus dos hijos, Elmo y Ari, personajes de un libro de relatos-efe
Isabel Cañelles con Elmo y Ari, sus dos comediantes.

TODOS LOS RELATOS: “El día a día de Elmo y Ari”