Tienen menos de 25 años y la mente llena de planes a largo plazo: pareja estable, trabajo digno, casa propia y descendencia. ¿Requisitos?, saborear el presente y no tener prisa por envejecer. Dos jóvenes redactoras de EFEsalud se han reunido con un grupo de chicas para conocer las claves de su bienestar y su equilibrio emocional
Ellas, a los veintitantos
Si tuviéramos que resumir los deseos de juventud en una frase, esa sería “vivir la vida”. No es solo una hipótesis, es la respuesta de la mayoría de las chicas de entre 22 y 23 años con las que se ha reunido EFEsalud. Los expertos comparten esta visión:
“Las personas jóvenes juegan y experimentan hasta encontrar su papel. Quieren extraer el jugo de la vida y aplazan el momento de sacrificarse”, explica Guillermo Fouce, doctor en Psicología Social, profesor honorífico de la Universidad Carlos III de Madrid y presidente de Psicólogos Sin Fronteras.
Volar del nido

Asumir responsabilidades ya es otra historia. Las jóvenes no tienen prisa por irse de casa… ¿O sí? Verónica (estudiante de Enfermería) lo tiene claro: “Si pudiera me iría mañana, pero no hay dinero ni trabajo”.
Otras jóvenes ya se han emancipado, pero… ¿Lo han hecho definitivamente? Natalia es enfermera y está haciendo el EIR (Enfermero Interno Residente) de enfermería comunitaria en Castellón: “Mientras que me lo pueda permitir estoy independizada, pero sé que si no tengo las condiciones tendré que volver a casa. Y eso será mucho más duro después de vivir dos años sola”.
En palabras de Fouce, la realidad de estas jóvenes se denomina “bloqueo del plan de emancipación”, y condiciona el estilo de vida y forma de pensar de quienes lo sufren: se traduce en consumo a corto plazo y ahorro mínimo. Los afectados se adaptan a las circunstancias.
“Si el acceso a la vivienda o al trabajo supone una dificultad, cambio mi forma de ver las cosas y así no me genera un conflicto. ¿Para qué voy a ahorrar, si no puedo independizarme?”.
Miedo a no encontrar futuro
La mayoría de los menores de 29 años viven con sus padres –al menos en España, donde más de la mitad de los jóvenes están en paro–. La autonomía económica suele estar fuera de su alcance, sobre todo en un contexto de crisis.
Según Fouce, aquellas que rondan los 22 años se preguntan quiénes son, hacia donde van y cómo van a construir su futuro si lo tienen tan difícil.

“Ya no es miedo a fracasar, es miedo a no tener ni la posibilidad de fracasar”.
Miriam González Pablo, psicóloga del grupo PGD (Psicología Gestión y Desarrollo) añade que las jóvenes actuales tienen poca tolerancia a la frustración, lo que les lleva a padecer problemas emocionales y no controlar los impulsos. “Tienen sueños irreales porque pertenecen a una generación que se cree con muchos derechos y pocas obligaciones”, fruto de un sistema educativo que no premia el esfuerzo.
La desmotivación en los estudios no ayuda. “El gran drama es que muchos jóvenes no saben muy bien para qué están formándose”, señala Fouce. Están desorientados y no tienen perspectiva profesional. Es el caso de Marta, María y Alejandra. Todas ellas han estudiado Periodismo, pero ninguna quiere ejercerlo. ¿Por qué?
“Con 17 años piensas en la parte romántica de las profesiones. El periodismo tiene un alto porcentaje de paro y muchos becarios. La situación del país implica desesperanza generalizada”, explica la psicóloga del Colegio de Psicólogos de Madrid.
Expectativas de pareja
El amor es un elemento fundamental para las jóvenes. Les aporta identidad y configura gran parte de sus vidas. Uno de los principales apoyos de Irene (estudiante de Medicina) es su novio, con quien ya imagina un proyecto de futuro: “Esa persona está ahí por encima de todo y me da estabilidad”. No obstante, muchas otras jóvenes consideran que aún es pronto para saber lo que quieren.
Las chicas suelen tener un nivel de madurez mayor que los chicos. Esto explica que muchas de ellas tengan pareja estable a edades tempranas. “Ellos lo viven en tiempos distintos”, asegura Fouce.
Es importante matizar que la libertad sexual femenina ha provocado un gran cambio en la sociedad: “Los roles tradicionales más asociados a los hombres son ocupados por mujeres que cambian de pareja, disfrutan de su cuerpo y a veces descolocan a los chicos”, explica el psicólogo.
De hecho, Fouce ha tratado a varios jóvenes que se sienten utilizados por ellas. “Lamentan que se les use como objetos”, afirma.

La percepción de Miriam González es distinta. Por lo que observa en su consulta de Majadahonda, “estamos volviendo a un modelo conservador y antiguo donde los roles masculinos y femeninos están más marcados. En ellas encuentro más dependencia, sometimiento y sumisión”, nada que ver con el modelo de libertad propio de la época actual.
Involucrar al novio en la familia es una opción a la que pocas de las entrevistadas están dispuestas a renunciar. “Sería muy difícil estar bien con mi pareja y estar bien con mi familia si entre ellos no se soportan”, asegura Ana (estudiante de Farmacia).
Fouce explica este fenómeno como una novedad que tiene que ver con las condiciones de vida de los jóvenes: “Si yo sé que voy a estar mucho tiempo en casa de mis padres, integro aquellas cosas que son importantes para mí en la familia”.
Paso a paso nos acercamos a las sociedades del norte de Europa, donde los progenitores incluso ceden una habitación para que sus hijas tengan relaciones con sus parejas. “Se acuerdan pactos para no colisionar. Es la filosofía del vamos a llevarnos bien”.
Requisitos del buen sexo
Todas coinciden: “Que la otra persona disfrute dándote placer”. Para Irene y Verónica, una relación sexual debe estar basada en la confianza, el cariño y la pasión. El contexto es muy importante para las mujeres:

“Ella se excita por lo que rodea al acto sexual, y al hombre le suele atraer lo físico o lo visual”, apunta Fouce.
En un clima de menos prejuicios y más libertad, “centramos la propia capacidad de disfrute y el sexo adquiere un papel central. Hay una equiparación entre ambos géneros”, matiza Fouce. Aunque vivimos en la sociedad de la información, las conductas sexuales de riesgo siguen estando muy presentes. González advierte que los jóvenes no saben tanto sobre sexo como tendemos a pensar: “Los mitos aún afectan a chicos y chicas por igual”.
La mayoría de estas chicas dicen que no quieren líos esporádicos. Mónica (estudiante de Periodismo y Comunicación Audiovisual) lo tiene claro: “Yo no soy una persona que conozca a alguien de un día y se acueste con él”.
Es pronto para ser mamá
Una vez más, hay unanimidad: “Hijos sí, pero más tarde”. El psicólogo afirma que la maternidad se ha retrasado hasta edades cercanas a los 40. “Esta decisión depende del nivel de independencia y condiciones de vida de cada una. El hijo se ve como un parón, una dificultad añadida. ¿Dónde, cuándo y cómo lo encajo?”.

Miriam González lo ratifica: “Primero tienen que organizar su vida profesional, conseguir estabilidad y encontrar la pareja adecuada. Aún así, la mayoría de las chicas quieren ser madres jóvenes”. Isis (estudiante de Bachillerato) es una de ellas: “Tener un bebé es lo más bonito del mundo. Es una vida, una ilusión, una alegría. Me encantaría quedarme embarazada antes de los 30”.
Todavía no es el momento. “Ahora mismo no estoy preparada para dar felicidad a un niño. Destrozaría mis planes de futuro y sería una irresponsabilidad”, explica Verónica.
Casi todas las jóvenes con las que hemos hablado quieren tener hijos antes de los 30, pero antes necesitan dinero. “Yo creo que cuanto antes los tengas mejor, pero si tienes las condiciones económicas”, explica Marta, estudiante de Periodismo y Comunicación Audiovisual.
Dime con quién te juntas…

Las relaciones de grupo son fundamentales para una joven, “sobre todo si aún no tiene estabilidad y está probando, picoteando o experimentando”, señala Fouce. Los amigos nos definen como persona en la juventud, aunque no suelen ser pilares tan importantes como en la adolescencia.
“Cuando tienes 15 años, haces planes con el grupo todos los días. Hoy por hoy, estos se reducen al fin de semana como mucho”, cuenta Verónica.
“Con tus amigas despiertas en la vida. Ahora sabes que están ahí, pero las ves muchísimo menos de lo que deberías”, lamenta Isis.
No obstante, las chicas valoran mucho la amistad. Mónica asegura que su novio no es el único pilar de su vida: “También necesito a mis amigas”, matiza. “No creo que tener pareja y amigos sea incompatible”, añade Natalia.
Temores
“Muchas jóvenes se sienten perdidas, no encuentran su lugar en el mundo y no tienen perspectivas de futuro”, expone González. ¿A qué se debe?
- La situación de crisis es una fábrica de angustia y desilusión.
- La poca tolerancia a la frustración crea personas inseguras y frágiles.
No solo les preocupa el desempleo y la incapacidad de independizarse. Algunas jóvenes tienen miedo al paso del tiempo, tal y como afirma la psicóloga.“Temen no poder hacer todo lo que quieren, y por eso viven el presente”. Hoy quieren disfrutar. Mañana ya veremos.
A Alejandra le preocupa más la edad que la muerte, es decir, envejecer: “que se me pase tan rápido todo esto. Pensar que cumpliré 32, luego 42 y luego muerta… No me da miedo, porque va a pasar, pero quiero aprovechar el tiempo, me da la impresión de que debería hacerlo más. No me gusta dormir mucho”.

¿Tienen miedo las chicas a envejecer solas? María y Alejandra son mellizas y tienen claro un pacto que hicieron con tan solo cuatro añitos: “Cuando lleguemos a los 65 años, aunque estemos casadas, viviremos en la misma casa y solo veremos series de televisión y comeremos. Moriremos de obesidad”.
El rechazo de los iguales es otros de sus grandes conflictos internos. Según Fouce, “la opinión de los demás les afecta mucho. Necesitan sentirse aceptadas y valoradas”. Así lo afirma Verónica: “No puedes estar integrado en el sistema si te importa un pimiento lo que piensen de ti”.
Deseos de una veinteañera
No son muy distintos a los de una persona adulta. Las protagonistas tienen la palabra: “Queremos amor, estabilidad económica, salud y gente buena que nos quiera alrededor. Complejos fuera”. Los expertos insisten: “Vivir el momento presente es su prioridad”.
Algunas de ellas tienen muy claro sus deseos: para María, “llegar a un momento de mi vida en el que te des cuenta que no te hace falta nada más.”, y algunas como Mónica, más que un deseo tienen un gran sueño: “trabajar en Hollywood o en el cine”.
“La inocencia de las jóvenes se nota en su propia pasión al actuar, la intensidad con la que viven el enamoramiento y la creencia de que todo lo que les está pasando ahora es lo más importante de su vida. No relativizan”, concluye Fouce.

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