La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce 29 agentes biológicos vivos susceptibles de ser empleados como armas biológicas y hay doce conocidos como la “docena sucia”. El ántrax, la peste, la viruela, el ébola, la brucelosis y la fiebre Q son solo algunos de ellos

En realidad, cuando se habla de armas biológicas se alude a cualquier patógeno ( bacterias, virus, parásitos, hongos u otro germen) que se usa como arma de guerra y que es capaz de causar enfermedad y muerte.
El bioterrorismo o amenaza biológica, entendida como el empleo deliberado de agentes patógenos, toxinas o elementos genéticos u organismos genéticamente modificados por parte de estados, individuos, redes criminales u organizaciones terroristas, supone un riesgo real con posibles consecuencias catastróficas, como se reconoce en la Estrategia Nacional de Seguridad de 2021.
Y así lo recuerdan Enrique Navas Elorza del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid; y José María Eiros Bouza, en el Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid, en un artículo publicado en el libro “Las enfermedades infecciosas en 2050”, editado por la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC).
Por el peso que suponen las enfermedades infecciosas en la salud pública, EFEsalud recoge, resumidos, cinco de los dieciséis artículos del citado libro: Nuevas amenazas por virus de origen zoonósico; Malaria y otras enfermedades infecciosas trasmitidas por artrópodos; Riesgos relacionados con bioterrorismo; Fiebres hemorrágicas virales; e Infecciones asociadas a la formación de biopelículas.
Armas biológicas y bioterrorismo, un problema emergente
Los autores destacan que el empleo de agentes biológicos, microorganismos patógenos o toxinas como armas biológicas o medio de intimidación y alarma a la población ha estado tradicionalmente circunscrito al ámbito militar.
“Pero en los últimos años, el auge de los grupos terroristas y la posibilidad de que se utilicen armas biológicas ha convertido el bioterrorismo en un problema emergente”.
En este sentido recuerdan el ataque con gas Sarín en 1995 en el metro de Tokio (Japón), por la secta Aum Shinrikyo.
Y también los envíos anónimos de sobres y paquetes con esporas de ántrax , registrados en EEUU, que afectaron a 22 personas, de las cuales fallecieron cinco.
En respuesta a la amenaza del bioterrorismo, y a las epidemias de ébola, cólera, Creutzfeldt-Jakob, gripe aviar y SARS-coronavirus, la OMS adoptó una nueva revisión del Reglamento Sanitario Internacional en 2005, para establecer que cada estado miembro debe desarrollar la capacidad necesaria para responder con prontitud y eficacia en todos los niveles administrativos y durante las 24 horas del día.
Los métodos más comunes para dispersar agentes biológicos son la contaminación de los suministros de agua o alimentos y la dispersión de aerosoles.
Los agentes biológicos potencialmente implicados en bioterrorismo están clasificados en tres categorías, A, B y C, según el riesgo que representan.
Los agentes de categoría A (Anthracis; Yersinia pestis; Francisella tularensis; variola major (viruela); filovirus: Ébola y Marburg; Arenavirus: Lassa, Junin y Machupo; y toxina de Clostridium botulinum) son los considerados de alta prioridad, pues suponen un máximo riesgo para la seguridad del estado.
Son microorganismos que pueden ser fácilmente diseminados o transmitidos de persona a persona, tienen una mortalidad elevada, podrían causar pánico en la Sociedad y requieren de una preparación especial y medidas de control complejas por parte de Salud Pública.

Ante la invasión de Ucrania por Rusia
Explican los citados investigadores que la reciente invasión de Ucrania por Rusia y las acusaciones mutuas de su capacidad de despliegue de agentes químicos y biológicos, pone en evidencia que el riesgo de ataques con armas biológicas no va a disminuir en los próximos años, y es de vital importancia disponer de planes actualizados de preparación y defensa frente al bioterrorismo.
Así defienden como fundamental la participación de los servicios de Microbiología y de Enfermedades Infecciosas en la organización y gestión de este tipo de emergencias sanitarias,, tanto para el diagnóstico como para la atención hospitalaria de los pacientes.
Según las directrices del documento del Ministerio de Sanidad “Red de hospitales de atención a enfermedades infecciosas de alto riesgo en España”, esta tarea recaería en las Unidades de Aislamiento de Alto Nivel (UAAN) que se crearon tras la emergencia de Salud Pública de la epidemia en África Occidental de Enfermedad por Virus Ébola (EVE) que tuvo lugar entre 2014 y 2016.
Desde el Grupo de Gestión “GEGMIC” de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología, se ha actualizado en 2019 el manual de seguridad que se debe aplicar en los laboratorios de Microbiología Clínica, desde las normas de seguridad en el trabajo hasta la gestión de residuos y los procedimientos de actuación en caso de accidentes biológicos.
La SEIMC proporciona además su propio Programa de Control Externo de la Calidad para los laboratorios de Microbiología Clínica españoles.
Entres las propuestas de acción y recursos necesarios para enfrentar, entre otros, el bioterrorismo, se recogen las siguientes:
1.- Preparación y prevención: la detección, diagnóstico y reducción del daño causado por los agentes químicos y biológicos implica a numerosos estamentos y actividades, que van desde las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, a Protección Civil, a las agencias de Salud Pública y a la red sanitaria pública y privada.
2.- Detección y vigilancia: la detección precoz del ataque es fundamental para minimizar los daños: para ello es esencial disponer de un stock de medicamentos terapéuticos o profilácticos (antimicrobianos, antídotos o vacunas).
3.- Diagnóstico y caracterización de los agentes biológicos implicados: la existencia de una red de laboratorios con seguridad biológica y medios tecnológicos para la identificación de los agentes implicados resulta básica.
4.- Respuesta: la respuesta de salud pública debe incluir la investigación epidemiológica, el tratamiento médico y la profilaxis de los potencialmente afectados, y las medidas de prevención y descontaminación del medio.
Es preciso disponer de stock suficiente de material médico, equipos de protección y medicamentos para responder a la amenaza terrorista.
5.- Comunicación: dentro de los planes de preparación, es fundamental la política de comunicación, tanto interna (entre las administraciones sanitarias y no sanitarias) para garantizar el conocimiento de la situación en tiempo real, como la comunicación con el público, esencial para evitar el pánico e informar de las medidas de prevención a tomar y la actuación en caso de sospecha de exposición al agente biológico.
El control de las armas biológicas en España
En España, la Ley 33/2011 General de Salud Pública optó por centralizar la gestión de cualquier crisis epidemiológica o pandémica en un sistema único, y en 2013 se creó un nuevo Sistema Nacional de Alerta Precoz y Respuesta Rápida (SIAPR) que asumió las funciones de coordinación, notificación, evaluación de inteligencia epidemiológica, entre otras.
El Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) es responsable de la elaboración y desarrollo de los planes de preparación y respuesta para hacer frente a las amenazas de salud pública, en estrecha coordinación con la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE) y otros sistemas y redes de vigilancia y alertas internacionales y de la Administración General del Estado.
Para cumplir los objetivos de la Estrategia de Seguridad Nacional, el Consejo de Seguridad Nacional aprobó el Plan Nacional de Biocustodia en 2019 que articula la custodia efectiva de agentes biológicos relevantes, controlando su acceso, transporte seguro y la protección física de las instalaciones donde se manejan.
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