¿Sabías que el amor y la amistad también benefician nuestro epigenoma? Concretamente favorece su sociabilidad y disminuye el estrés provocado por las posibles amenazas del entorno, lo que genera sociedades más armónicas

Epigenoma, amor y amistad ¿Qué dice la ciencia?
FOTO EFE/Andrés Cristaldo
  • 12 de diciembre, 2018
  • MADRID/EFE/PILAR GONZÁLEZ MORENO

Pero, ¿qué es el epigenoma? El término se deriva de la palabra griega epi, que significa literalmente “por encima” del genoma.

Según la definición clara y precisa del National Human Genome Research Institut, el epigenoma se compone de compuestos químicos que modifican o marcan el genoma de manera que le dice qué hacer, dónde hacerlo y cuándo hacerlo.

EFEsalud ha entrevistado al investigador de genética de la Universidad de Barcelona David Bueno i Torrens para saber por qué y cómo el estilo de vida y la manera en que pensamos y actuamos puede modificar el funcionamiento de nuestros genes.

Autor del libro “Epigenoma para cuidar tu cuerpo y tu vida” (Plataforma Actual), el biólogo utiliza el símil de las palabras y la gramática para explicar el tema

Señala así que igual que no podemos alterar el significado de las palabras de un diccionario ni tampoco lo genes heredados de nuestros padres,  sí podemos, en cambio, jugar con la gramática (el epigenoma) para darle un sentido u otro a las palabras (los genes).

Epigenoma: amor y amistad

En un trabajo publicado en abril de 2018 se realizó una investigación con unos animales muy curiosos, los perritos de la pradera, con los que el hombre comparte más del 90% del genoma.

En este trabajo se vio que las relaciones de amistad y la relación con la pareja condicionan modificaciones epigenéticas en uno de los genes relacionados con la vasopresina, el gen V1aR.

Se trata, afirma David Bueno i Torrens de uno de los receptores del neurotransmisor que está implicado en la sensación de miedo y la respuesta a esta emoción “concretamente favorece la socialización y disminuye el estrés provocado por las posibles amenazas del entorno, lo que genera sociedades más armónicas”.

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David Bueno i Torrens.

El hecho, explica, de confiar en algunas personas o en muchas, que es la base de la amistad, “hace que algunos genes implicados en esta capacidad de relación social que tenemos actúen con más intensidad o con más eficiencia”.

“Y para mantener esta eficiencia, la forma que tiene nuestra biología para asegurarlo es haciendo modificaciones epigenéticas”.

Esto es un círculo: “cuantas más amistades tienes, más modificaciones epigenéticas se hacen para mantener esos genes en marcha y cuanto más están en marcha, mas fácil es tener amistad”.

Según este investigador, estos cambios epigenéticos los hace cada individuo para sí mismo, para adaptar su vida a su entorno “pero no pasan a sus descendientes, excepto en algunos casos en que estos cambios se realizan de forma biológica expresa en las células sexuales, óvulos y espermatozoides”.

Fármacos epigenéticos

Sin el epigenoma, indica, nuestro genoma no funcionaría correctamente, -de hecho no funcionaría en absoluto- y sin el genoma la vida no sería posible.

Y por ello defiende que conocer el epigenoma, cómo se producen las modificaciones epigenéticas “y qué factores las condicionan es una herramienta muy potente para comprender por qué somos como somos, por qué enfermamos y qué podemos hacer al respecto”.

A principios de 2018 había ya más de treinta fármacos diferentes que actúan sobre las modificaciones epigenéticas, pero están en fase de experimentación clínica o preclínica.

Explica David Bueno i Torrens que uno de los efectos de la diabetes es la degeneración de los capilares sanguíneos que riegan la retina, lo que termina provocando ceguera.

“Y se ha visto que la retinopatía, que es como se conoce a esta patología, se debe, entre otros factores, a diversos cambios epigenéticos que afectan a determinados genes, como los denominados Sod2, MIMP-9 y LSD1, entre otros”.

También asegura que los efectos que causan traumas de infancia sobre el epigenoma de algunos genes, “que cursan en forma de ansiedad, síndrome de estrés postraumático, estrés crónico, depresión… podrían ser revertidos con fármacos epigenéticos”.

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Figura del genoma generada informáticamente por investigadores del Instituto de Municipal de Investigación Médica de Barcelona de la secuencia del Genoma Humano.FOTO EFE/IMIMB

Terapia epigenética para el dolor

De igual modo, refiere el investigador, se están ensayando terapias epigenéticas para tratar el dolor, especialmente el crónico y la fibromialgia.

Hace una década, recuerda, se negaba la existencia de la fibromialgia:”era muy duro para las personas que lo sufrían que les dijeran que los suyo era cuento”.

Finalmente se empezaron a encontrar alteraciones en el sistema nervioso que lo justificaba.

“También se ha visto que hay algunas marcas epigenéticas que no se sabe muy bien por qué se producen en algunas personas y en otras no, no se sabe por qué los terminales nerviosos del dolor se activan sin que haya ningún suceso externo que lo provoque”.

“Se considera que en algunos casos el dolor crónico puede ser debido a una activación anómala de los genes implicados en este proceso, por lo que el restablecimiento del epigenoma podría llegar a ser un tratamiento efectivo en estos casos”.

Por otra parte se ha descubierto que algunos fármacos tradicionales también actúan a este nivel, el de las modificaciones epigenéticas, lo que abre “un sinfín de nuevas posibilidades”.

También se han encontrado casos de depresión por marcas epigenéticas que inducen estos estados.

Y además se ha visto que educar a los hijos con estímulos negativos (regañinas y castigos continuos..) en vez de a través de estímulos positivos, induce a cambios epigenéticos en los niños que hace que de mayores tengan mayor predisposición a tener estados depresivos”.

Errores epigenéticos

Relata Bueno i Torrens que durante algún tiempo se ha estado buscando qué gen era responsable de una u otra enfermedad y en algunos casos se encontraban genes mutados como causantes, pero en otros muchos casos “no se hallaba ningún error genético, absolutamente ninguno, pero se sabía que la enfermedad tenia origen genético”.

Hasta que se supo que se debía a un error epigenético.

“Hoy se está viendo que muchos cánceres son debidos a errores en el epigenoma, no en el genoma. Lo mismo en algunos casos de alzhéimer y párkinson precoz..”

Por ejemplo en el campo de las enfermedades oncológicas se ha visto que muchos procesos tumorales se inician por errores en las regulaciones epigenéticas, “las cuales pueden silenciar erroneamente genes supresores de tumores o provocar que los oncógenes se expresen sin control”.