Un estudio sobre el epigenoma demuestra que varía en función de la edad y se distorsiona

Epigenoma. ¿Por qué envejecemos?
EFE/Juan Herrero
  • 19 de junio, 2012
  • Silvia R.

El trabajo coordinado por el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (Idibell) ha constatado la diferencia entre el epigenoma de los niños y el de las personas centenarias, arrojando luz de esta manera a los estudios sobre envejecimiento celular.
El mapa del genoma humano permitió identificar los cerca de 25.000 genes que los humanos tenemos en el ADN de las células, pero los cambios químicos que estos sufren y los mecanismos que les activan o desconectan constituyen la epigenética.

La revista PNAS publica esta investigación sobre el epigenoma, coordinada por el director del programa de Epigenética y Biología del Cáncer del Idibell, Manel Esteller, una institución esta última que pertenece al ‘hub’ de centros de excelencia Health Universitat de Barcelona Campus (HUBc).

El genoma de todas las células del cuerpo humano, con independencia de su aspecto y función, es idéntico, pero las señales químicas que lo regulan, conocidas como marcas epigenéticas, son específicas de cada tejido humano y de cada órgano.

El epigenoma varía en función de la edad

El estudio añade que incluso para un mismo tejido u órgano, el epigenoma varía en función de la edad de la persona. Los investigadores han secuenciado totalmente los epigenomas de las células blancas de la sangre de un recién nacido, un individuo de edad intermedia y una persona de 103 años.

Los resultados demuestran que el centenario presenta un epigenoma distorsionado que ha perdido muchos “interruptores”, encargados de apagar la expresión de genes inapropiados y, asimismo, tiene desconectado el “interruptor” de algunos genes protectores.

El investigador Manel Esteller ha asegurado que del estudio se concluye que el envejecimiento es “un proceso progresivo en el que cada día que pasa el epigenoma se va torciendo”.

Asimismo, Esteller ha añadido en este estudio que “las lesiones epigenéticas, a diferencia de las genéticas, son reversibles y, por tanto, la modificación de los patrones de la metilación del ADN por cambios dietéticos o por el uso de fármacos podría inducir un aumento del tiempo de vida”.