La Sociedad Española de Neurología (SEN) informa, en el Día Mundial de la Esclerosis Múltiple, que esta enfermedad afecta a 47.000 personas en España, con 1.800 nuevos casos anuales, el 70 % entre 20 y 40 años; la edad media de comienzo de los síntomas se sitúa alrededor de 28 años y hay tres mujeres por cada hombre

La esclerosis múltiple (EM), una enfermedad neurológica inflamatoria y degenerativa, es la causa más frecuente de discapacidad neurológica –tras los accidentes de tráfico- en adultos jóvenes, informa la Sociedad Española de Neurología con motivo del Día Mundial, 31 de mayo.
La EM afecta a 700.000 personas en Europa y a 2,5 millones de personas en todo el mundo. Es la enfermedad neurológica crónica más frecuente en adultos jóvenes y la principal causa de discapacidad por enfermedad en este segmento de población en España.
Diagnosticarla y tratarla a tiempo puede cambiar la evolución de la misma por lo cual, consultar de manera precoz, resulta de vital importancia.
La opinión de los neurólogos
“Una de las principales características de esta enfermedad es la heterogeneidad, la variabilidad en aspectos clínicos, radiológicos, respuesta a los tratamientos,… siendo diferente en cada paciente tanto su forma de inicio como en curso más o menos agresivo. Y esta incertidumbre provoca una importante alteración en la vida personal, familiar, laboral y social de los afectados”, señala la doctora Ester Moral Torres, Coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Desmielinizantes.
En las últimas décadas, los tratamientos han experimentado grandes avances que están permitiendo mejoras importantes para los pacientes. “Hay un gran número de ellos que llevan conviviendo más de 15 años con la enfermedad sin presentar discapacidad importante”, añade la doctora.
Cualquier síntoma atribuible a una lesión del sistema nervioso central puede verse en la EM debido a que las lesiones se pueden producir en cualquier localización de la sustancia blanca o gris -tanto cerebral como medular- y deberse a los diversos mecanismos inflamatorios y neurodegenerativos implicados en esta enfermedad.
Sin embargo, algunos síntomas y síndromes son más frecuentes. Así, los sensitivos (hormigueos o adormecimiento de uno o más miembros) y los visuales, presentes en el 50-53% (sobre todo pérdida de agudeza visual), son los síntomas más comunes de esta enfermedad, especialmente en su fase inicial.
Por el contrario en la EM avanzada o progresiva suelen darse más síntomas motores (40-45% de los casos) que principalmente se manifiestan en forma de debilidad y/o rigidez muscular. Otros síntomas frecuentes son los cerebelosos (20-25%), como inestabilidad en la marcha, y los trastornos esfinterianos (10-13%) con trastornos de micción.
La SEN afirma que aunque, salvo en fases muy avanzadas de la enfermedad, los síntomas evidentes de deterioro cognitivo son muy infrecuentes, en una valoración cognitiva detallada se pueden encontrar fallos desde el comienzo de la enfermedad en parte de los pacientes.
Por otro lado, las alteraciones del estado de ánimo como ansiedad o depresión es algo muy frecuente entre los pacientes con EM -bien reactiva o como consecuencia directa de la propia enfermedad- y la fatiga puede llegar a estar presente hasta en un 65-70% de los pacientes. La edad media de comienzo de los síntomas es alrededor de los 28 años y la relación de afectados mujer/hombre es aproximadamente 3/1.
En un 85% de los casos, lo más frecuente es que la enfermedad se presente en “brotes”, es decir, síntomas neurológicos nuevos o empeoramiento brusco de síntomas antes presentes, que duran más de 24 horas.
Recomendaciones generales para pacientes con EM
Evitar el calor
Al igual que sucede con la fiebre, el aumento de la temperatura ambiental puede desencadenar, hasta en un 80 % de los pacientes, un empeoramiento temporal de síntomas que el paciente previamente ha presentado y que habían desaparecido (alteraciones visuales, hormigueos, etc…). Es por este motivo que se les recomienda evitar situaciones de calor excesivo. No quiere esto decir que por ejemplo, los pacientes no puedan ir a la playa en verano, pero si lo hacen, se recomienda que se refresquen con frecuencia.
Alimentación, tabaco y alcohol
No existe evidencia científica de que ningún tipo de dieta resulte especialmente beneficiosa para los pacientes con EM, pero al igual que en el resto de la población, el consumo habitual de una dieta sana, mediterránea, rica en frutas, verduras, legumbres y baja en grasas saturadas es recomendable. Sin embargo cada vez está más claro que evitar la sal y la obesidad y realizar ejercicio de forma saludable influye de manera beneficiosa en la enfermedad.
Como para el resto de la población, se recomienda que si se consume alcohol, sea de manera responsable y evitando abusos. Respecto al tabaco, son ya muchos los estudios que apoyan que, sin duda, es un factor perjudicial que puede colaborar tanto a fomentar el desarrollo de la enfermedad como condicionar la posterior evolución de la misma.
Terapias alternativas
Son innumerables las terapias alternativas que en determinados momentos se han postulado como posibles tratamientos: acupuntura, homeopatía, quiropraxis, suplementos polivitamínicos, procedimientos quirúrgicos, ozonoterapia o inyecciones de veneno de abeja.
Ninguno de estos tratamientos ha demostrado de manera científica beneficio alguno para la enfermedad y muchos de ellos carecen de rigor científico, e incluso algunos pueden llegar a ser francamente perjudiciales para el paciente.
Ejercicio
La práctica de ejercicio regular es recomendable. En caso de discapacidad severa o moderada, se aconseja la supervisión de un fisioterapeuta y adaptar el ejercicio a la condición de cada paciente. Ejercicios como tai-chi o el yoga son especialmente recomendables en casos de afectación del equilibrio, aunque siempre con supervisión de profesionales expertos.
Conducción
En general la mayoría de pacientes con EM pueden conducir sin dificultad. Sin embargo, los pacientes que sufren una disminución de agudeza visual, o problemas de coordinación deberán evitarla. Quienes presenten déficits motores pueden requerir dispositivos de adaptación del vehículo.
Trabajo
Es recomendable, en la medida de las posibilidades de cada paciente, mantener la actividad laboral. Se ha observado que en muchos casos el abandono del trabajo se asocia a una mayor incidencia de la depresión y si fuese necesario puede intentarse siempre que sea posible adaptar el lugar de trabajo o los horarios si el paciente lo necesita.
Embarazo
Puesto que la EM afecta a muchos pacientes jóvenes y predominantemente a mujeres, el embarazo es una cuestión que se plantea a menudo. La primera pregunta que los pacientes suelen plantearse es si se trata o no de una enfermedad hereditaria: aunque la EM no siga un típico patrón hereditario, existe una cierta predisposición genética.
Respecto a la medicación, se aconseja la suspensión de los tratamientos durante el embarazo y se recomienda reiniciarlos precozmente tras el parto. Hay que tener en cuenta que la tasa de brotes disminuye de manera significativa durante el embarazo, pero tras el parto, se produce un aumento significativo de los mismos en los 6 meses posteriores. Por eso con frecuencia se recomienda reiniciar el tratamiento tras el parto y evitar la lactancia materna.
o existen mayores tasas de abortos o complicaciones en el parto en las pacientes con EM respecto a la población general y no se ha detectado ninguna influencia de la anestesia epidural como posible desencadenante de brotes.