La incertidumbre y el vértigo al fracaso persiguen a las mujeres que acuden a una clínica de fertilidad para poder tener un hijo. Se trata de un vaivén emocional para el que apenas hay ayuda. Marian Cisterna, la primera “Baby Planner” de España nos cuenta su aventura, tras perder su bebé por reproducción asistida y tener que afrontar una esclerosis múltiple

No es un tema baladí, máxime si se tiene en cuenta que que cada año se realizan en España unos 100.000 tratamientos de reproducción asistida y que no todos llegan a buen puerto. A muchas mujeres les asusta acudeir a una clínica de fertilidad para poder tener un hijo después de pasar por una mala experiencia.
Parejas con una media de edad de 37 años que nunca han tenido descendencia, mujeres sin pareja o que han retrasado la maternidad por cuestiones personales o profesionales y mujeres homosexuales son los que más demandan estas técnicas, que suponen muchas veces un verdadero vía crucis.
“Conmigo no tienes que fingir. No tienes que decir nada. Si me necesitas, silba ¿sabes silbar, no? Junta los labios y soplas”. La frase, que Lauren Bacall le decía a Humphrey Bogart en el filme “Tener o no Tener”, viene como anillo al dedo para explicar la filosofía que mueve a esta Baby Planner o asesora de fertilidad, y a sus redes de apoyo.
En su opinión, el aspecto emocional es el gran olvidado dentro de los tratamientos de reproducción asistida y defiende que hay que cuidar de manera especial que los afectados se sientan reconfortados y comprendidos.
También considera que el tema sigue siendo tabú y “no todo el mundo está preparado para hablar abiertamente”.
Marian sabe de lo que habla: sufrió varios procesos de reproducción asistida, perdió el bebé que esperaba y tuvo que hacer frente además al diagnóstico de una enfermedad degenerativa: esclerosis múltiple.
Ella lo cuenta así: ”No pude ser madre porque me diagnosticaron esclerosis múltiple justo un día antes de empezar el tratamiento. La tasa de brotes se cuadriplica por el tratamiento de fertilidad, así que decidí someterme sólo a dos tratamientos”.
“En el primero tuve hiperestimulación por lo que el tratamiento se canceló y en el segundo me quedé embarazada pero a los tres meses perdí el bebé que esperaba”.
“Tanto el neurólogo como el equipo de reproducción asistida me aconsejaron que era el momento de empezar a tratar mi esclerosis múltiple y aparcar los tratamientos de fertilidad, ya que la resonancia advertía que había actividad en mi cerebro de más posibles brotes”.
Darle la vuelta al calcetín
En lugar de darse por vencida, Marian le dio la vuelta al calcetín, resolvió ser proactiva y comenzó a ofrecer charlas a las parejas que estaban afrontando diferentes etapas de infertilidad y al ver la necesidad de otras personas de compartir sus experiencias, creó el primer grupo de apoyo, “Hello”, para que entre todos se sintieran menos solos.
Estos grupos ya funcionan en Aragón, La Rioja, Andalucía, Barcelona, Comunidad Valenciana, Gipuzkoa y Madrid, y son una iniciativa en la que se pueden compartir con naturalidad visión y expectativas, ya que todo el mundo está en la misma situación.

Los grupos organizan charlas-talleres, donde especialistas de todas las áreas (nutrición, mindfulness, yogaterapia, psicología individual, psicología en pareja, etc.) colaboran de manera altruista para ayudar a afrontar de manera positiva la búsqueda de un hijo que tarda en llegar.
Tras esta iniciativa, Marian se volcó con el proyecto de Baby Planner con el fin de que las Unidades de Reproducción asistida incluyan esa ayuda en el protocolo asistencial, sin coste alguno.
Hoy trabaja como Baby Planner en el hospital “Quirón Salud Zaragoza La Floresta”.
La misión de las Baby Planner , explica en su página web, es asesorar, orientar y acompañar de manera individual a quien inicie el camino hacia la paternidad.
Cisterna ha contado a EFEsalud que lo que más demandan las mujeres es ayuda para sobrellevarlo en positivo, entender que lo que piensan o sienten no sólo les pasa a ellas, repartir el peso de esta situación y sobre todo sentirse comprendidas… sin el estrés externo de “no te obsesiones, cuando dejes de pensarlo te quedarás embarazada…” .
“Y lo primero que hago es volver a conectar con lo que yo viví. Esto me sirve para empatizar y recordar el dolor, la incertidumbre y el vértigo al fracaso que viví en esos días. Es indispensable para poder hablar de tú a tú y crear el ambiente de cercanía del que te hablaba”.
Una vez que he generada esa conexión, les ofrezce herramientas que en su día ella echó de menos: ítems positivos, pautas para avanzar y recomendaciones de alternativas como mejora de la alimentación, practicar ejercicios de relajación, etc. para hacer frente a los obstáculos que tenemos por delante.
El principal temor de la mujer es no conseguirlo: ”Ese es un miedo que nos destroza. Sentimos que es cómo despedirnos del hijo que nunca tendremos. Es una añoranza por algo que no hemos vivido, tan intensa y dolorosa que te arrasa las entrañas… es un punto de dolor que si no lo controlas puede llegar a ocupar todo tu mundo”.
La tasa de abortos es idéntica a la de gestación natural, “pero en este caso es doble mazazo… después de haber alcanzado la meta, perderlo despierta todos los miedos”.
Los hombres también son bien recibidos por una Baby Planner, “suelen pasar desapercibidos en este asunto y nunca debemos olvidarnos de ellos, porque también necesitan que se les de la mano y se les ayude a avanzar”, concluye Marian, que estudió administrativo, y trabajó como tal durante años, antes de lanzarse a esta nueva aventura.
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