La Sociedad Española de Cardiología (SEC) ha celebrado esta semana, online, su Congreso anual de Salud Cardiovascular, en el que se han presentado numerosos estudios, entre ellos uno revela que las comunidades autónomas tienen datos muy dispares tanto de mortalidad como de ingresos hospitalarios por insuficiencia cardíaca. El congreso también ha tratado el impacto de la COVID-19 en los pacientes con enfermedad cardiovascular y sus consecuencias

La mortalidad por insuficiencia cardíaca revela diferencias entre las CCAA
EFE/Ronald Wittek

La insuficiencia cardíaca (IC) es una enfermedad crónica con gran impacto en la calidad de vida de los pacientes.

Surge cuando el músculo cardíaco no es capaz de bombear eficientemente la sangre rica en oxígeno al resto del organismo.

Es una enfermedad con una elevada y creciente prevalencia e incidencia. En España afecta al 2,7 % de la población mayor de 45 años y al 8,8 % de los mayores de 74.

Además, es la primera causa de hospitalización por encima de los 65 años y representa entre el 2 y 3 % del gasto del sistema sanitario.

El e-Congreso SEC 2020 de Salud Cardiovascular ha acogido a casi 5.000 profesionales cardiovasculares repartidos en las 115 sesiones realizadas.

En el congreso se ha presentado un análisis de toda las altas hospitalarias por insuficiencia cardíaca registradas en el Sistema Nacional de Salud entre 2003 y 20015.

El informe, realizado entre varios investigadores de diferentes hospitales españoles, revela que la mortalidad intrahospitalaria de la IC no ha conseguido reducir las elevadas tasas de los últimos años (en torno al 10 %).

En ese período, se registraron cerca de 5 millones de ingresos por enfermedades cardiovasculares. De ellos, 1.363.022 correspondían a insuficiencia cardíaca.

La investigación, derivada del proyecto RECALCAR, analizó también la frecuencia y la mortalidad hospitalaria.

Diferencias entre comunidades autónomas

La mortalidad hospitalaria se mantuvo estable en ese período, tanto en relación con la media nacional como en las diferentes regiones, pero los fallecimientos revelan importantes diferencias entre comunidades autónomas.

Las comunidades autónomas que registraron tasas más altas fueron: Andalucía (14,37 %), Canarias (11,60 %), Extremadura (11,32 %) y Castilla y León (10,44%).

En contraposición, las que reflejaron las tasas más bajas fueron: la Comunidad de Madrid (7,97 %), Navarra (9,24 %), La Rioja (8,10 %) y País Vasco (8,87 %), con tasas anuales intermedias en el resto.

insuficiencia cardíaca
Las enfermedades cardiovasculares son actualmente la principal causa de fallecimiento en todo el mundo/ EFE

“Resulta fundamental buscar explicaciones a estas diferencias entre comunidades que atentan contra la equidad del sistema”, indicó Ángel Cequier, presidente de la SEC.

Para ello, sostuvo que deben analizarse en profundidad múltiples factores que podrían explicar las desigualdades, ya que “midiendo podremos mejorar”.

Por otro lado, el doctor Manuel Anguita, investigador principal del artículo, consideró necesario realizar nuevas investigaciones que relacionen estos datos con los factores socioeconómicos, la dispersión geográfica, los parámetros sanitarios o los programas de insuficiencia cardíaca, entre otros.

Aumento de ingresos por insuficiencia cardíaca

En cuanto a las tasas de frecuentación de los servicios sanitarios por IC, también se han detectado diferencias.

Las comunidades con menos tasa fueron: Canarias (137), Comunidad Foral de Navarra (226,7) y Cataluña (261,9).

Y las que registraron un mayor número de altas hospitalarias por IC por habitante fueron: Principado de Asturias (396,3), Aragón (309,4) y la Comunidad de Madrid (267,9).

En todas las comunidades, excepto Cataluña, se apreció un incremento significativo de la tasa de frecuentación por IC desde 2003 hasta 2015.

De acuerdo con el doctor Anguita, este aumento se debe al envejecimiento de la población, al aumento de la supervivencia de enfermedades cardíacas agudas (reducen su mortalidad, pero pueden provocar una alteración crónica de la función cardíaca) y a la disminución de la mortalidad de la propia IC a corto y medio plazo.

Enfermedades cardiovasculares y COVID

Otro de los temas tratados en este Congreso ha sido la relación entre la enfermedad cardiovascular y la COVID-19.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la enfermedad cardiovascular continúa siendo la primera causa de muerte en España.

Se registran al año 120.859 muertes por IC, en comparación con los cerca de 36.000 que ha causado hasta el 30 de octubre la COVID-19 en España registrados oficialmente por el Ministerio de Sanidad.

“Lamentablemente, el futuro a corto plazo no augura una reducción de estas muertes, sino todo lo contrario”, expresó Héctor Bueno, presidente del congreso y vicepresidente de la SEC.

Bueno añadió que un estudio de la Asociación Intervencionista de la Sociedad Española de Cardiología ha confirmado que el coronavirus ha tenido impacto sobre la letalidad por infarto agudo de miocardio.

“Se han multiplicado por dos los fallecimientos intrahospitalarios durante la pandemia frente al periodo previo”, indicó el vicepresidente de eta sociedad médico-científica.

Otro estudio presentado en el Congreso y llevado a cabo por varios hospitales españoles demuestra que los pacientes con enfermedad cardiovascular presentan un riesgo cinco veces superior de muerte.

Otros factores de riesgo cardiovascular clásicos como la diabetes o la hipertensión arterial, también se asociaron a doble de mortalidad.

Cómo afecta la COVID al aparato cardiovascular

Los pacientes infectados por coronavirus, aunque no sufran enfermedad cardiovascular previa, también pueden desarrollar algunas de estas afecciones:

  • Miocarditis. La COVID puede producir un daño directo infeccioso/inflamatorio sobre el músculo cardíaco. Esto puede perjudicar la función de bomba del corazón y empeorar el pronóstico.
  • Vasculitis. La inflamación puede provocar el desprendimiento de las placas de ateroma y causar un infarto si taponan la arteria.
  • Trombosis. La COVID-19 lleva asociada una tendencia a producir trastornos en la coagulación, concretamente trombos. “Las trombosis que se han dado en estos pacientes han sido o bien durante la hospitalización o tras el alta”, explicó Julián Pérez-Villacastín, presidente electo de la SEC.
  • Arritmias malignas. Para detener el avance patológico del virus se utilizan la hidroxicloroquina y la azitromicina. Estos pueden producir trastornos, induciendo al desarrollo de arritmias malignas en el paciente. Para evitar esto, Pérez-Villacastín indicó que es necesario monitorizar a los pacientes con un electrocardiograma.