Fueron mujeres pioneras en llegar a especialidades médicas tradicionalmente de hombres. Con más de dos décadas de trayectoria profesional, la uróloga Victoria Gómez Dos Santos y la traumatóloga Susana Alonso Güemes coinciden en afirmar que las mujeres no deben ponerse barreras, ni permitirse pensar en la discriminación. Un mensaje para el Día Internacional de la Mujer, 8 de marzo

Mujeres pioneras en especialidades médicas “de hombres”
Las doctoras Victoria Gómez Dos Santos, uróloga, (arriba): Alicia Canda (izq), medicina deportiva, y la traumatóloga Susana Alonso Güemes (dcha). EFE/Ana Soteras
  • 8 de marzo, 2019
  • MADRID/EFE/ANA SOTERAS

También las doctoras Teresa Gaztañaga y Alicia Canda fueron precursoras cuando hace treinta años comenzó la andadura de la medicina deportiva, especialidad que acoge a más mujeres aunque su visibilidad es menor que la de los hombres.

Del total de socios de la Sociedad Española de Urología, el 24, 5 son mujeres, porcentaje similar a las profesionales registradas en la Sociedad Española de Medicina Deportiva, un 23,7%.

La Sociedad Española de Cirugía Ortopédica y Traumatología no ha ofrecido datos concretos al filiar a los especialistas con un número de socios, sin distinción de sexo, según explican a EFEsalud.

Uróloga: “La discriminación no debe formar parte de tu estructura mental”

 

Victoria Gómez Dos Santos lucía un look gótico cuando en los años noventa fue a hacer las prácticas de Medicina en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid, centro donde ahora es jefa de sección de la Unidad de Cirugía Renal, Trasplantes e Investigación del Servicio de Urología.

“Mi primera rotación fue con el cirujano Joaquín Pérez de Oteyza, un hombre tradicional. Creía que podía producirse un choque de trenes pero él obvió absolutamente mi imagen, solo me pidió que mi pelo no estuviera a la vista en el quirófano. Me tenía que poner dos o tres gorros según la laca que llevara ese día”, recuerda sonriente.

Pero la apertura mental de este cirujano, asegura, “me abrió la puerta para integrarme. Hoy es una de las personas más importantes de mi vida, después de mis padres”.

Durante cinco años, Victoria Gómez Dos Santos fue la única mujer residente en la especialidad de urología de este hospital público donde nunca se sintió tratada de forma diferente a sus compañeros varones.

Sin embargo, sí se sintió discriminada cuando fue contratada en la sanidad privada “donde es posible que existiera mayor rivalidad. Una época que quise olvidar, pero ahora se que es mejor no hacerlo”.

La doctora lo tiene claro: “La discriminación no debe formar parte de nuestra estructura mental y así no permitiremos que los demás se aprovechen y nos discriminen por cuestión de sexo. Mentalmente nos tenemos que sentir igual”.

La especialista valora el resurgir del movimiento feminista pero apunta: “Las mujeres no tenemos solo que reivindicar, tenemos que abrir la puerta y entrar. No debemos esperar a que nos lo den”.

Reconoce que la conciliación es complicada para las mujeres con hijos y que el techo de cristal para puestos de responsabilidad existe: “Para la mujer, no tener techo es no tener otras cargas o tener una situación económica que te permita liberar tus cargas. El varón suele depositar sus cargas en otras personas”.

Como uróloga asegura que nunca ha tenido problemas con sus pacientes masculinos, aunque en un primer momento se sorprenden al encontrar a una mujer. “Pero después sienten una tranquilidad infinita. No soy una competencia para ellos en temas sensibles como la disfunción eréctil o la infertilidad, se que puede sonar machista, pero se abren más con una doctora”.

Traumatóloga: “Tenemos que creer que podemos hacer lo que queramos”

 

Susana Alonso Güemes fue la primera residente femenina de la especialidad de traumatología del Hospital Ramón y Cajal. Veinte años después es médica adjunta en este servicio.

“Al principio chocaba porque era un mundo de hombres y llegaba una chica de provincias (de Valladolid) con la expectativa de ser traumatóloga. Y, claro, tuve que aguantar algunos comentarios, como si me iba a apuntar a un gimnasio para coger fuerza”.

Pero a Susana Alonso no le ha hecho falta la fuerza porque la traumatología es cuestión de “técnica, habilidad e inteligencia. Un compañero me enseñó que si hay que recurrir a la fuerza es porque algo no haces bien. La fuerza física nunca ha sido un hándicap para mi”.

Tampoco se ha sentido discriminada. “Mis jefes y compañeros jamás pusieron por delante de mi profesionalidad mi condición de mujer”, aunque reconoce que en los inicios las profesionales deben hacer más esfuerzo en demostrar su valía “porque hay quienes atribuyen tus méritos a tu condición femenina, a las armas de mujer”.

Con los pacientes el muro fue más difícil de derribar. “Cuando era residente, al terminar de operar iba a informar a los familiares del paciente. Yo siempre era una señorita que les daba información y siempre preguntaban cuándo venía el cirujano. La cirujana soy yo, les tenía que decir. Pero ahora ya no me pasa, serán las canas y la experiencia”, comenta sonriente.

También ha tenido problemas para conciliar su vida familiar y laboral como, opina, le pasa a la gran mayoría de mujeres. “A veces sientes que no estás dando lo mejor ni a tus hijos, ni a la profesión” y reclama mayores facilidades laborales para las profesionales que deseen prolongar la lactancia materna. “En la sanidad no te eximen de noches, de guardias, de jornadas largas….”.

Y ante el arduo camino hacia la igualdad, la traumatóloga recomienda: “Lo más importante es cambiar la mentalidad y creer que podemos hacer lo que queramos. No podemos ponernos barreras a nosotras mismas”.

Las médicas deportivas, menos visibles

La mujer se ha introducido en la medicina deportiva desde que comenzó esta especialidad hace treinta años y ha evolucionado junto a sus compañeros varones. Pero ellas nos son tan visibles en este mundo.

Alicia Canda fue una de los primeros médicos que llegaron al Centro de Medicina del Deporte del Consejo Superior de Deportes, donde tratan y evalúan a los deportistas de alto nivel y alta competición. Ahora es la jefa de la Unidad de Antropometría.

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Alicia Canda, doctora del Centro de Medicina del Deporte. EFE/Ana Sotersa

“Siempre me han valorado y promocionado”, asegura Canda, quien subraya que ahora en este centro hay más mujeres en puestos de responsabilidad que hombres.

“A las mujeres se nos ve poco pero tenemos un papel importante en el mundo del deporte y estamos reconocidas a nivel científico. No somos visibles en los banquillos que salen en televisión”, apunta.

Alicia Canda se refiere a los cuerpos técnicos de equipos masculinos, como puede ser el fútbol o el ciclismo.

Y en eso coincide con su compañera Teresa Gaztañaga, única mujer en la Junta Directiva de la Sociedad Española de Medicina del Deporte y médica en la Unidad de Medicina del Deporte del Hospital Quirón de Día de San Sebastián.

“Como mujer siempre es más difícil entrar en un club. Es verdad que todavía existe cierta reticencia hacia la mujer en algunos entornos que se consideran muy masculinos, sobre todo desde la dirección y la gestión”, señala Gaztañaga.

Eso no quita para que algunas médicas ya entren en los vestuarios de los futbolistas como en su día hizo Ostaiska Egia, en el Eibar, o ahora Ana de la Torre en el Getafe. Algo que sigue provocando extrañeza y más de un agente de seguridad les ha tenido que pedir la identificación.

Mujeres médicas que se han abierto paso y se han instalado en especialidades que han dejado de ser terreno exclusivamente masculino. Y eso lo demuestra la uróloga Victora Gómez Dos Santos cuando posa orgullosa con una fotografía de las diez mujeres de su servicio. Y las que están por llegar.