El doctor Carlos Macaya Miguel, catedrático emérito de Medicina en la Universidad Complutense (UCM), actualiza en este Noticiero del Corazón los tres efectos más llamativos y desgarradores del coronavirus sobre el aparato cardiovascular: “Miocarditis, tromboembolismos y aumento significativo de la mortalidad colateral, ya sea por infarto agudo de miocardio o ictus cerebrovascular”
Noticiero del Corazón: “Tres efectos del coronavirus en el sistema cardiovascular”
El Dr. Macaya, especialista consultor del Servicio de Cardiología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, indica que, a día de hoy, l@s pacientes infectados por el virus SARS-CoV-2, aunque no sufran enfermedad cardiovascular previa, pueden desarrollar, principalmente, miocarditis y trombosis; y, en menor grado, vasculitis y arritmias malignas:
- Miocarditis: La infección por coronavirus puede producir un daño directo sobre las células del miocardio. El virus podría generar una miocarditis -inflamación del músculo cardíaco- o una miocardiopatía de estrés -disfunción del ventrículo izquierdo sin lesiones coronarias reseñables-.
“Dependiendo de la afectación, la miocarditis perjudicaría la función motora del corazón y empeoraría el pronóstico del paciente. Aún así, es una consecuencia patológica excepcional, ya que la mayoría de los casos han sido de grado leve”, destaca.
- Trombosis: La infección coronavírica está asociada a trastornos en la coagulación, concretamente embolismos pulmonares o trombosis venosas.
“El virus provoca un estado protrombogénico, es decir, favorece la aparición de coágulos de sangre en el sistema vascular. Cuando se forman en las venas pueden desprenderse y llegar al pulmón provocando una embolia, un tromboembolismo pulmonar… un episodio que puede ser fatal y causar la muerte”, dice. Cuando se forman en el sistema arterial ocasionarían infartos y accidentes cerebrovasculares (ictus)”, dice.
“La utilización de anticoagulantes para evitar la trombosis es una pauta prácticamente común en casi todos los protocolos, a menos que el paciente lo tenga contraindicado”, completa el Dr. Carlos Macaya.
- Vasculitis: Este tipo de inflamación también puede alterar las capas del endotelio arterial -tejido que recubre el interior de los vasos sanguíneos-, provocando inestabilidad de las placas de ateroma -unión de partículas de colesterol malo (LDL)-, que se desprenden y pueden causar infartos al taponar la circulación sanguínea.
- Arritmias malignas: Algunos medicamentos para luchar contra el coronavirus, como la hidroxicloroquina y la azitromicina, pueden causar trastornos cardíacos, induciendo al desarrollo de arritmias malignas en algunos pacientes.
“Además, debemos tener en cuenta que l@s pacientes con patologías cardiovasculares previas son más propensos a desarrollar los síntomas del virus, síntomas que tienen un peor pronóstico: la mayoría sufren estadios avanzados de su enfermedad, como congestión pulmonar -acumulación de líquido- u otros problemas que vinculan al pulmón con el corazón”, recalca.
En cualquiera de los casos, “este tipo de complicaciones directas no son frecuentes en l@s pacientes cardiovasculares contagiados por coronavirus“, apunta.
Aún así, el principal daño del SARS-CoV-2, neumonía bilateral, lleva al corazón a sus límites: ante la falta de aire, trata de bombear más sangre hacia los órganos vitales, especialmente el cerebro. Este esfuerzo lastima a los corazones más débiles, precisamente el músculo cardíaco de las personas mayores que padecen comorbilidades.
Los efectos coronavíricos en el corazón: mayor mortalidad colateral
A nivel mundial, la pandemia contabiliza, ya incluida la variante Ómicron, más de 275 millones de casos, con un resultado de muerte de 5.361.469 a fecha 21 de diciembre de 2021, según los datos que ofrece la Johns Hopkins University&Medicine.
Los datos en España facilitados por el Ministerio de Sanidad se establecen en 5.535. 231 casos confirmados por PCR (91.333.122 en Europa), mientras que los fallecimientos superan la cifra de 88.793 personas (a 20 de diciembre).
Cabe señalar, además, que en países como España el número de personas que ha recibido la pauta completa de vacunación es de 37.791.863, casi un 90% de la población diana, es decir, mayores de 12 años de edad (datos a 16 de diciembre de 2021 del Ministerio de Sanidad). También, han recibido una dosis de recuerdo más de 10.507.992 personas; y en la actualidad ya se están vacunando las niñas y niños de cinco a doce años.
En el mundo, se han administrado más de 8.691.635.728 vacunas.
Por tanto, analizada la experiencia clínica de los efectos físicos en millones de personas tratadas y vacunadas en los hospitales públicos y privados de todo el mundo, especialmente en España, “es posible asegurar que el daño que provoca el coronavirus en el sistema cardiovascular es mínimo y que no se han observado secuelas relevantes, salvo excepciones”, subraya el Dr. Carlos Macaya.
Los daños colaterales se han analizado desde la primera ola de la pandemia, más aún durante la época del confinamiento casi absoluto de la población para combatir los efectos mortíferos de la pandemia de la COVID-19.
“Hasta un 40% de las personas que estaban sufriendo un infarto de miocardio en España, al igual que se ha comprobado que sucedía en otros países del mundo, prefirieron aguantar el dolor intenso en el pecho antes que acudir a un hospital, saturado o colapsado por pacientes con síntomas de coronavirus”, expone.
El doctor Macaya nos recuerda que muchos murieron en sus casas, y las personas que acudieron al hospital con un infarto no solo llegaron tarde (30 ó 40 minutos de retraso respecto a lo habitual), sino que el beneficio clínico que obtuvieron, a pesar del trabajo idóneo de l@s especialistas, fue sensiblemente menor al solucionar la patología coronaria o cardiovascular.
“De hecho, la mortalidad de los infartos durante la primera ola en España también registró otro 40% más de fallecimientos si se compara este dato con la situación anterior al estado de alarma”.
Entonces, las razones que explicaron este fenómeno señalaban al pánico a contagiarse en los hospitales, tanto del paciente, que sufría dolor en el pecho o problemas del habla y motilidad, como de los familiares.
También, los datos podrían justificarse por los sistemas hospitalarios y de Emergencias colapsados, con las dificultades para atender con prontitud, o porque los pacientes atribuían el dolor de pecho a otras causas.
Datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) que corroboran la mortalidad covid en el año I de la pandemia
En el año 2020 se produjeron en España un total de 493.776 defunciones, 75.073 más que en el año anterior (un 17,9% más). Por sexo, fallecieron 249.664 hombres (un 17,4% más que en 2019) y 244.112 mujeres (un 18,5% más). Solo en marzo y abril el incremento fue del 57,1% y un 78,4%, respectivamente.
El 96,7% de los fallecimientos se debieron a causas naturales (enfermedades), un 18,7% más que en 2019.
El grupo de enfermedades del sistema circulatorio se mantuvo como primera causa de muerte, con el 24,3% del total (y una tasa de 253,1 fallecidos por cada 100.000 habitantes), seguida de los tumores, con el 22,8% del total (y una tasa de 238,1).
Las enfermedades infecciosas, que incluyen la COVID-19 virus identificado y la COVID-19 virus no identificado (sospechoso), fueron la tercera causa de muerte con el 16,4% del total (y una tasa de 170,6). El grupo de las enfermedades respiratorias se situó como cuarta causa de muerte, con el 8,6% del total y una tasa de 89,6 fallecidos por cada 100.000 habitantes.
Respecto al año anterior, los fallecimientos debidos a enfermedades infecciosas aumentaron un 1.220,4% y los causados por enfermedades del sistema circulatorio un 2,8%.
Las enfermedades del sistema circulatorio fueron la primera causa de mortalidad femenina (264,7 muertes por cada 100.000) y la segunda entre los varones (241,1). Los fallecimientos por estas causas aumentaron un 2,6% en hombres y un 2,9% en mujeres.
“Por causa cardiovascular hubo un incremento de la mortalidad de alrededor 3.500 fallecimientos más, ya que los pacientes cardiovasculares son más susceptibles de tener un peor pronóstico cuando contraen el coronavirus. Y de muestra un botón: solo en marzo de 2020 subieron un 15,5% respecto a 2019“, resalta el Dr. Carlos Macaya.
Entre l@s mayores de 79 años las enfermedades del sistema circulatorio (27,3% del total) y las enfermedades infecciosas (17,8%) fueron los principales motivos, con incrementos del 2,4% y 1.368,3%, respectivamente.
Durante el año 2020 fallecieron 266.235 personas en centros hospitalarios, 132.664 en sus domicilios particulares y 73.216 en residencias socio-sanitarias
El número de fallecidos en residencias aumentó un 33,7% respecto al año anterior (hubo 18.463 más). En domicilios se incrementó un 25,7% (27.115 más) y en centros hospitalarios un 15,6% (36.027 más).
Estos incrementos de defunciones fueron más acentuados durante los meses de marzo y abril. En ambos meses, el número de fallecidos aumentó un 201,4% en residencias, un 52,1% en domicilios y un 50,6% en centros hospitalarios.
Las principales causas de muerte por grupos de enfermedades que se produjeron en centros hospitalarios fueron los tumores (25,6% del total), las enfermedades infecciosas –que incluye la COVID-19– (21,3%) y las enfermedades del sistema circulatorio (19,6%).
“La mortalidad cardiovascular vuelve a crecer”, destaca el Dr. Macaya, también presidente de la Fundación Española del Corazón
En 2020, el año I de la pandemia de la COVID-19, murieron en España 119.853 personas por causa cardiovascular, lo que supuso el 24,3% de los fallecimientos totales.
“Y debemos fijarnos en el incremento de muertes por enfermedades hipertensivas: 14.271 respecto a las 11.854 del año anterior, un dato negativo que despunta desde el año 2006″, enfoca.
Sobresale, además, que fallecieron por diferentes enfermedades cardiovasculares 8.000 mujeres más que hombres.
Según la encuesta de salud de la FEC (ESFEC) 2021, que estudió el perfil de más de 2.000 ciudadan@s mayores de 16 años de edad, el 57,3% de la población que vive en España tiene dos o más factores de riesgo cardiovascular.
“Unas cifras preocupantes para el futuro cardiovascular de la gente, más aún después de este año II coronavírico, ya que la prevalencia en vez de disminuir va en la línea del crecimiento, lo que multiplica exponencialmente el riesgo de sufrir infartos o ictus”, asevera.
Otro gran dato de interés -menciona el Dr. Macaya- lo encontramos en una encuesta reciente de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria:
“El peso corporal de los españoles ha aumentado, como media, un kilogramo, lo cual significa que, aunque haya personas que han aprovechado el confinamiento o las restricciones pandémicas para mejorar su forma física, la mayoría reincide en engordar su sobrepeso, una característica dietética en la que ya éramos líderes respecto a los países de nuestro entorno”.
“La obesidad, recuerda el galeno, está estrechamente ligada a la hipertensión arterial, a la hipercolesterolemia y, sobre todo, a la diabetes, el peor de los factores de riesgo cardiovascular, lo que conducirá, sin duda, a un aumento exponencial de las enfermedades cardiovasculares”.
Conclusión del Dr. Carlos Macaya: “La pandemia no solo ha generado y está generando una mayor pobreza económica en todos los países del planeta Tierra, sino que nos aboca a una peor salud general, donde se incluye la salud cardiovascular; algo que se notará en las cifras de esperanza y calidad de vida de países como España, un motivo siempre de orgullo, que se verán tristemente mermadas”.
A pesar de todo, y con el permiso de ómicron, les deseamos una Feliz Navidad y un Feliz Año 2022.
“Hay que ser optimistas. Esperemos que en el año III de la pandemia el coronavirus no sea tan beligerante, gracias a la ciencia y la investigación. Seguiremos conviviendo con la covid, pero deseamos que sea de forma más pacífica, más amigable de lo que hemos experimentado hasta ahora, sin agresiones tan llamativas al ser humano”, concluye el cardioperiodista Carlos Macaya.
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