Este otoño la COVID-19 convivirá con la gripe y otros virus típicos de la estación. Ante esta situación y en el marco de las XI Jornadas de Vacunas 2020, la Asociación Española de Pediatría (AEP) ha recordado la importancia que tiene para la población infanto-juvenil cumplir con el calendario vacunal

Los pediatras reafirman la importancia de mantener las coberturas vacunales

La Asociación Española de Pediatría (AEP) celebró la semana pasada las XI Jornadas de Vacunas 2020, organizadas por su Comité Asesor de Vacunas (CAV).

Una cita de referencia en esta disciplina de complejidad creciente y en continua evolución, que acogió a 1.500 profesionales de la salud.

Dentro de este contexto y con el objetivo de dar a conocer los retos de vacunación en la población infantil y juvenil, la AEP organizó una rueda de prensa virtual en la que participaron la doctora María García-Onieva, secretaria de la Asociación Española de Pediatría y el doctor Francisco Álvarez, coordinador del Comité Asesor de Vacunas (CAV-AEP).

La secretaria de la AEP remarcó que España es un país con altas coberturas de vacunación en general y “de forma particular en la edad pediátrica y sobre todo en la primovacunación“, es decir, en la vacunación durante los dos primeros años de vida.

Sin embargo, estas coberturas bajan de forma considerable en los adolescentes. “No podemos bajar la guardia. Tenemos que insistir desde todos los niveles sanitarios en la necesidad de controlar y conseguir que no baje la cobertura vacunal”, afirmó.

En esta línea, García-Onieva apuntó que se había producido una bajada significativa de esta cobertura durante la primera ola de la pandemia de COVID, en especial durante el confinamiento.

“Se vacunaron muy pocos niños porque los padres tenían mucho miedo a ir a los centros de salud y otros pensaron de forma equivocada que no se hacía”, indicó la secretaria.

Tras el levantamiento del confinamiento, los pediatras han realizado un gran esfuerzo por compensar esa pérdida de vacunaciones.

“Estamos consiguiendo recuperarlas, aunque a marchas forzadas. No sabemos cómo puede evolucionar la pandemia y qué otras circunstancias pueden influir en que podamos mantener dichas coberturas”, aseguró el doctor Álvarez.

Deben cumplirse los calendarios vacunales

García-Onieva insistió en la importancia de seguir los calendarios vacunales, ya que “es la mejor medida de protección para niños y adolescentes de cara al futuro más próximo”.

La doctora también subrayó el desconocimiento que existe a cerca de cómo puede interactuar la COVID-19 con otros virus típicamente otoñales.

Para ello, es esencial que los centros de vacunación ofrezcan seguridad a las familias y las condiciones de seguridad necesarias que impidan la transmisión del nuevo virus.

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Dra. María García-Onieva, secretaria de la Asociación Española de Pediatría (AEP) y el doctor Francisco Álvarez, coordinador del Comité Asesor de Vacunas de la AEP/ Foto cedida por la AEP

Por otro lado, el CAV-AEP insiste en la necesidad de que los niños sean inmunizados en situaciones especiales originadas por inmunodeficiencias primarias, enfermedades crónicas, uso de inmunosupresores, neoplasia o pacientes trasplantados.

“Siempre se debe garantizar el máximo de vacunas posibles asegurando la seguridad de la intervención y la necesidad de coberturas especiales, a ser posible individualizada según cada situación. Por ello, es importante que los calendarios vacunales sean revisados por el pediatra”, añadió Francisco Álvarez

Además, este doctor insistió en la necesidad de mantener actualizadas las vacunaciones infantiles del calendario oficial y prestar atención a otras recomendadas como rotavirus o meningococo B.

Vacuna frente a la gripe

En el marco de la pandemia, las recomendaciones en torno a la gripe cobran aún más relevancia.

Aunque la AEP ya advirtió en junio que la pandemia no había golpeado especialmente a los niños, se desconocían los efectos que podría tener que ambos virus coincidieran en el tiempo.

Es por eso que el Comité Asesor de Vacunas recomienda la vacunación de los niños que tengan secuelas respiratorias o neurológicas por COVID-19, circunstancia que no estaba presente antes.

Esta recomendación se suma a la relacionada con los pacientes infanto-juveniles que conforman el grupo de riesgo.

Según recordó el coordinador del CAV-AEP estos son “niños a partir de los 6 meses de edad y adolescentes con enfermedades que supongan un riesgo aumentado de padecer complicaciones de la gripe”.

También se extiende la indicación a quienes convivan con los menores de 6 meses y aquellos mayores de 6 meses que convivan con pacientes de riesgo, a las embarazadas y a todos los profesionales sanitarios.

La vacuna contra la COVID y los niños

Inicialmente es poco probable que los niños estén dentro del grupo de riesgo frente al coronavirus porque no está incidiendo notablemente en la salud de la infancia y adolescencia.

A esto hay que añadir que los ensayos de investigación de las vacunas en curso en fases 1 y 2 no han incluido a niños ni a mujeres gestantes. Sin embargo, sí se incluyen en los ensayos en fase 3.

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Los colegios del estado federal alemán de Mecklemburgo-Pomerania Occidental reanudan sus clases en agosto. EFE/FELIPE TRUEBA

“Llegados a este punto, podemos afirmar que es poco probable que la aprobación de las vacunas que se investigan incluya la indicación de uso en niños, ni especifiquen edades o dosis hasta un tiempo posterior”, aseguró Álvarez.

Aunque es factible que en una segunda fase los niños sí se incluyan como grupo diana de la vacunación, siempre y cuando la pandemia se mantenga en una incidencia alta o se demuestre que propagan o difunden la infección con facilidad.

“Si finalmente se demostrase que son una fuente relevante de infección de personas de más edad y con factores de riesgo, su vacunación ayudaría a controlar el impacto de la pandemia en personas de mayor riesgo”, indicó.

Finalmente, el coordinador del CAV de la Asociación Española de Pediatría solicitó a la comunidad científica la inclusión sistemática de niños en los ensayos clínicos de las vacunas, como se recoge en el reglamento pediátrico europeo que se estableció en 2007.