¿Hemos medido las consecuencias de la crisis en la salud mental de la población? Es responsable de que problemas como la depresión o la ansiedad hayan aumentado un 9% en sólo 7 años. La precaria situación de muchos núcleos familiares pone en el punto de mira a niños que sufren la vulnerabilidad de la crisis y sus dañinas consecuencias, que se pueden arrastrar a lo largo de la vida

Es una palabra que está en las casas, en los bancos, en las escuelas, en cualquier conversación de nuestro día a día. Pero la crisis económica también se puede medir en términos de salud mental en particular, y salud en general.
Un estudio presentado en el reciente 35º Congreso de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (semFYC) señala que los problemas de salud mental han experimentado un incremento de un 8,98% en los últimos 7 años.
La investigación, que se ha realizado revisando historias clínicas de atención primaria en Gerona, concluye que desde 2007 no ha dejado de crecer la prevalencia de trastornos psiquiátricos y el consumo de psicofármacos.
Se destaca que el trastorno más común es la ansiedad (que ha crecido un 3,34%), seguido de la depresión (1,37%), los trastornos del sueño (1,77%) y la alimentación (1,28%). El doctor Enrique Aragonés, médico de familia y coordinador del grupo de salud mental de la semFYC, apunta que “los datos confirman lo que otros estudios señalan”, explicando que estos problemas de salud mental “son frecuentes siempre en la población general”, pero que “desde la crisis notamos en un primer momento un repunte en la frecuencia como una tendencia que se ha mantenido”.
¿Cómo afecta la crisis en el bienestar mental de las población?
Como bien sabemos la mayoría de las personas se han visto, de un modo u otro, afectadas por la crisis. Y si no lo sufrimos en primera persona, tenemos un padre, hermana, tío, amigo o pareja que se ha quedado sin casa, o sin trabajo, o sin esperanza.
El doctor explica que, desde su percepción como médico de familia, “las personas más afectadas son las que están en edad de trabajar, sobre todo las que han perdido el empleo”.
Señala además, que también influye la pérdida de empleo de alguien de la familia.
Las consecuencias no son sólo la pérdida de la fuente de ingresos de la persona y lo que conlleva; sino que, tal y como explica el experto, el trabajo para muchas personas es “la forma que tienen de sentirse realizadas, de confirmar su estatus social y familiar, de refuerzo del concepto que se tiene de uno mismo”.
Es el lugar donde las personas tienen contacto con otras que no son su núcleo familiar; por lo que al perder el empleo se pierde esa estructura, “siendo algo muy perjudicial para el bienestar emocional”.

Empeoramiento de la salud mental pero también de la física: “Hay un aumento de personas que acuden a la consulta con problemas de malestar psicológico, angustia, estrés, que no son trastornos desde el punto de vista médico, pero que sí generan malestar y un sufrimiento importante”, apunta Aragonés, quien añade: “El estrés y el sufrimiento afectan a la salud física. Y también en lo referente a recortes o perdidas de derecho en temas de asistencia sanitaria, pérdida de coberturas, etc.”.
Además, se registra un incremento en el uso de psicofármacos, una tendencia en aumento anterior a la crisis pero que se ha fomentado a raíz de la misma. El doctor apunta que hay una excesiva facilidad para recetar medicamentos, algo que muchas veces “la propia sociedad exige por ser un remedio fácil que exige poco compromiso”.
Para combatirlo, hay que “valorar adecuadamente lo que podemos hacer para cada persona intentado no medicalizar, no tratar de enfermedad lo que no es una enfermedad, pero también sin abandonar al paciente o no escucharle”.
Consecuencias a largo plazo, una reflexión alarmante
La preocupación también viene al preguntarnos ¿Qué secuelas tendremos cuando pasen unos años? Aragonés explica que los efectos de la salud a veces son muy inmediatos, cuando una persona se queda en paro o no puede pagar la hipoteca, “pero otros efectos se quedarán y se manifestarán a largo plazo”.
Pone como ejemplo las situaciones de malestar “en el seno de la familia que afectan seguro de forma muy relevante a los niños, y que se manifestarán en toda su plenitud a lo largo de los años y más cuando se asocia a una pérdida de calidad y cobertura del sistema educativo por los recortes”.
Este médico subraya que existen otros problemas, como la eliminación o restricción de programas de puestos protegidos para personas con discapacidad intelectual, que se ha demostrado que son coste efectivos, “por lo que ahora ha sido un ahorro en el gasto, pero luego va a repercutir en mayores gastos o en un empeoramiento de la salud de la población”.
La crisis también ha magnificado la vulnerabilidad de grupos de población más desprotegidos desde antes de la crisis; ha afectado de forma mucho más intensa a personas que ya tenían un punto de partida de un nivel socio económico más bajo. Algo que afecta en especial a jóvenes y niños provocando que las desigualdades en salud en el nivel socio económico se hayan acentuado.
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