La mayor parte de los afectados acuden directamente a urgencias, muchas veces en su propio vehículo o, lo que es peor, van al centro de salud, en un tercio de los casos; lo correcto es llamar al 112 de Emergencias

El doctor Jaime Latour, jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Universitario de Elche, ha presentado, junto con otros profesionales, los datos del registro ARIAM correspondientes a 2012, que recoge enfermos coronarios agudos graves (anginas inestables e infartos de miocardio) tratados en UCI de toda España.
En el Registro Análisis en el Retraso en el Infarto Agudo de Miocardio, que coordina el doctor Latour, han participado el año pasado 57 UCI de todo el país y 2.015 pacientes con el objetivo de evaluar si la práctica clínica se ajusta a las mejores recomendaciones basadas en la evidencia científica actual.
Este intensivista ha precisado que se trata de detectar oportunidades de mejora para “reducir el desfase entre lo que debería ser y lo que realmente es”.
Margen de mejora
Latour ha explicado que, “por desgracia”, año tras año se detectan elementos susceptibles de mejora, como es el caso del lugar en el que se produce el primer contacto con el Sistema Nacional de Salud del paciente con infarto, que, según recomiendan las guías, debe hacerse a través de una llamada al 112.
Acudir directamente a un centro de salud “retrasa la adopción de las maniobras terapéuticas definitivas”, tales como abrir la coronaria que está obstruida, y además en ellos “difícilmente” existen protocolos de atención de síndrome coronario agudo.
Así, por ejemplo, la aspirina, que es importante que se administre en los primeros momentos, se da en menos de la mitad de los casos.
El registro también recoge el tiempo que se tarda entre que una persona empieza a sufrir un infarto y la apertura de la coronaria.
Según el doctor Latour, “la mayor capacidad que tenemos ahora de reducir la mortalidad por infarto ya no está en los hospitales sino en la fase pre-hospitalaria”.
El 30 por ciento de la mortalidad actual se podría evitar si las personas reaccionaran en el instante, ha advertido este intensivista.
No obstante, desde que el paciente siente dolor hasta que llega a urgencias transcurren una media de 165 minutos, un tiempo “excesivo” si se tiene en cuenta que “lo razonable” sería una hora.
La primera hora es clave
A este respecto, el doctor José Cunyat, presidente de la Sociedad Española de Medicina Intensiva y Unidades Coronarias (SEMICYUC), ha puesto de relieve que la primera hora es clave para lo que vaya a ocurrir posteriormente, aunque se acabe abriendo la arteria, ya que en el periodo que el trombo impide que la sangre fluya, el corazón está sufriendo.
Si se tarda más de seis horas en abrir la coronaria, es difícil que se recuperen algunas de las células que han sido dañadas, ha señalado Cunyat.
Y a pesar de que se trata de “uno de los muchos procesos clínicos en los que el tiempo es oro”, según este intensivista, esas más de dos horas y media es lo mismo que se tardaba hace veinte años.
“Ahí tenemos un importante problema y una oportunidad de mejora importante”, ha alertado.
Para ello, hay que sensibilizar a la población y las estructuras sanitarias tienen que intervenir en educación, prevención, promoción de salud, etc.
Terapia de oxigenación
Por su parte, la doctora María Paz Fuset, intensivista del Hospital La Fe de Valencia, ha destacado el papel relevante en el infarto de miocardio de una técnica, denominada Terapia de Oxigenación por Membrana Extracorpórea (ECMO), en la que este centro hospitalario ha sido pionero.
Se trata de un sistema de asistencia mecánica que proporciona un soporte cardiopulmonar y que siempre se coloca como “puente” hacia la recuperación o el trasplante, ha explicado esta doctora.
La Fe dispone también de un equipo ECMO que acude a otros hospitales de la Comunidad Valenciana para colocar el dispositivo a aquellos pacientes en los que el riesgo de muerte si se trasladan es muy alto.
Según ha explicado Fuset, gracias a este equipo han sobrevivido un 55 por ciento de enfermos que no tenían ninguna posibilidad.