En el mercado existen ya distintos tipos de test de ADN que ofrecen analizar la respuesta del individuo a su alimentación en función de mutaciones genéticas concretas y poder diseñar así una dieta personalizada. Perder peso suele ser, en la mayoría de los casos, el fin último de quienes recurren a estas pruebas. Pero los expertos advierten: los resultados de los test genéticos todavía son parciales, alejados de una respuesta individualizada

Test genéticos sobre nutrición: ¿Conocemos todas las respuestas?
Mólecula del ADN representada por figuras. Foto cedida por doctora Dolores Corella.
  • 6 de julio, 2017
  • MADRID/EFE/ANA SOTERAS

La nutrigenética es precisamente la disciplina que estudia cómo las variantes genéticas de nuestro genoma pueden dar distintas respuestas en función de nuestra alimentación. Y una de las mayores expertas en esta rama científica es la doctora Dolores Corella, investigadora del Centro de Investigación Biomédica en Red Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBEROBN) del Instituto de Salud Carlos III.

“Tenemos muchos datos que nos dicen que la respuesta de una persona a la dieta depende de sus genes, tanto para el peso como para los triglicéricos, el colesterol u otras enfermedades, pero todavía estamos investigando la aplicación que puede tener esto en un análisis concreto, en test genéticos”, apunta.

“En nutrigenética estamos en fases preliminares de investigación” en las que se sabe cómo pueden reaccionar genotipos concretos para disminuir, por ejemplo, el riesgo de diabetes.

“Pero lo que falla es que esos resultados preliminares de los estudios los adopten algunos laboratorios, con test genéticos, como si ya estuvieran totalmente validados y los trasladen a los consejos dietéticos”, asegura la también catedrática de Medicina Preventiva de la Universidad de Valencia ante el avance un mercado muy novedoso y sin todavía regulación legal.

“La mayoría de los test genéticos que se están vendiendo -añade- no tienen esa validación diagnóstica necesaria y, por tanto, ofrecen resultados parciales porque falta completarlos con más conocimiento científico”.

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La doctora Dolores Corella, investigadora del Ciberobn. Foto cedida

Miles de genes y millones de mutaciones

El genoma humano está compuesto por entre 25.000 y 30.000 genes y más de ocho millones de variantes genéticas (polimorfismos de un solo nucleótido) que se conozcan. Pero los estudios científicos tan solo han publicado lo investigado en unas cien variantes genéticas.

“Todo lo que desconocemos no lo estamos midiendo en los test genéticos, estamos personalizando por debajo del 1% del genoma. El problema es que el mercado quiere ir más rápido que la ciencia pero todavía nos queda mucho por aportar desde el punto de vista científico para que haya una visión completa”, indica Dolores Corella.

Los test genéticos comerciales analizan por tanto una parte mínima, aunque unos abordan más variables que otros. “Son test fiables en el sentido de detectar si tenemos una mutación en el gen estudiado, pero además de esa mutación podemos tener otras que la ciencia todavía no ha estudiado y que pueden ser aún más determinantes”, advierte.

Es cierto que la investigación está más avanzada para las enfermedades que responden a la mutación de un solo gen, las monogénicas, pero el cáncer, las patologías cardiovasculares o la obesidad son poligénicas y, aunque se conocen algunos de los genes que intervienen, todavía ese conocimiento es parcial.

El caso de la obesidad en los test genéticos

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EPA/Britta Pedersen

En la obesidad intervienen más de un centenar de variantes genéticas, muchas de ellas todavía sin estudiar. Pero la ciencia ya sabe que el gen FTO es el más común en obesidad poblacional, no mórbida, y que un 15% de la población tiene dos copias con la variante de más riesgo de obesidad.

“Conocemos que estas personas, comiendo exactamente lo mismo que otras, van a tener más peso (unos tres kilos más de media). Lo que no sabemos es qué tienen que hacer para perder peso de manera más eficaz a través de la dieta. Existe evidencia que nos dice que pueden adelgazar más rápidamente con el ejercicio, que si restringen la energía”, explica la especialista en nutrigenética.

“El caso es que no todas las personas obesas son iguales, unas lo son por unos genes, otras por otros. Primero hay que caracterizar la obesidad y ver qué tratamientos son mejores para cada perfil y eso todavía lo estamos investigando”, asegura.

También el doctor David de Lorenzo, experto en nutrigenómica y genética personalizada, considera que la complejidad de la obesidad hace que sus causas no sean solo genéticas, sino que los riesgos dependen también de los hábitos de vida, del entorno familiar, del estado de ánimo, del horario de trabajo e incluso del lugar dónde vives.

“Hasta ahora, todos los test han tenido una aproximación muy equivocada porque lo que analizan es el estudio de los genes que hacen que tengamos más riesgo de tener obesidad, pero eso no quiere decir que esos genes sirvan para tratarla, que te proporcionen la clave, solo que una persona puede tener mayor o menor riesgo”, apunta el director técnico del área de Genómica Personal en la empresa NIMGenetics.

“La información genética que los test tienen que identificar -añade- es cuál es la estrategia más óptima para que esta persona deje de ser obesa”.

Por eso, considera que las pautas que se dan al conocer los resultados de los test relacionados con la obesidad y la pérdida de peso “son muy generales, no son recomendaciones personalizadas y eso es fruto de que el estudio tampoco es personalizado, no se ve qué te hace diferente al resto, qué marcadores tienes de riesgo”.

Motivación más que ciencia

Más que una u otra variación genética, lo que sí funciona en estos test genéticos, que obtienen muestra del ADN a través de saliva o sangre, es ofrecer al cliente un resultado y una solución: una dieta que asegura que va a mejorar su peso y su salud.

“Se produce entonces un efecto placebo que hace que el paciente mejore, que la adherencia al tratamiento sea más alta y el resultado satisfactorio. Pero la evidencia científica no es cien por cien porque no está validado científicamente”, manifiesta la doctora Dolores Corella.

Y cuánto más dinero se gaste en estas pruebas, más motivación para alcanzar el objetivo. “El peligro es que te recomienden una dieta muy desequilibrada, pero si se trata de una dieta hipocalórica pero equilibrada y que conlleve un poco de ejercicio, eso le va bien prácticamente a todo el mundo…pero todavía no sabemos a quién les va mejor genéticamente”, apostilla.

Nutrigenética pura cien por cien

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EPA/Mohammed Saber

Acertar qué gen está mutado, qué componente de la dieta le afecta y restringirlo para evitar enfermedad: “esto es nutrigenética pura cien por cien”, enfatiza la investigadora quien explica que esta disciplina se basa en los errores congénitos del metabolismo, niños que nacen con una alteraciones genéticas que los predisponen a distintas enfermedades.

Y la más prevalente es la fenilcetonuria, causada por una alteración en un gen que provoca la menor actividad de una enzima (fenilalanina hidroxilasa) necesaria para metabolizar el aminoácido esencial fenilalanina, presente en alimentos proteicos de origen animal, como la leche.

Si no se metaboliza la fenilalanina a tirosina se acumula en el organismo dando lugar a derivados oxidados que son neurotóxicos y puede dañar el sistema nervioso central y originar retraso mental en el bebé. Si se evita esa proteína animal, el niño no desarrolla la enfermedad.

“Esto es un ejemplo de lo que persigue la nutrigenética para todas las enfermedades, la complicación se presenta cuando hay varios genes implicados, saber si hay más que no conozcamos y ver qué componentes de la dieta son los que debemos evitar o, en su caso, tomar más”, añade la catedrática, quien asegura: “Estamos en el camino”.