En América Latina y el Caribe unos 22,5 millones de niños están anémicos. La máxima prevalencia de la malnutrición crónica se concentra en los pequeños de entre 6 y 24 meses, según datos del Banco Mundial (BM)

Este organismo ha presentado en Panamá un estudio que alerta de la importancia de promover la alimentación de las madres y de los niños menores de dos años para reducir las “persistentemente elevadas altas tasas de malnutrición” en América Latina y el Caribe.
El Banco Mundial calcula que en América Latina y el Caribe 7,2 millones de niños menores de 5 años tienen un retraso del crecimiento, y 22,5 millones están anémicos.
El hambre, que afecta al menos a 47 millones de personas en América Latina y el Caribe, según las Naciones Unidas, “genera impactos negativos irreversibles y costos humanos, sociales y económicos elevados que contribuyen a perpetuar la pobreza”.
El estudio plantea una serie de herramientas para atacar el problema del hambre de manera multisectorial, con programas dirigidos a las madres y los menores de dos años que involucre las áreas de salud, educación, infraestructura, para “tener una visión más amplia de cómo combatir” el problema y sus consecuencias.
El BM llega a esas conclusiones tras analizar el cumplimiento de trece categorías programáticas consideradas válidas para garantizar un buen estatus nutricional en 12 países de la región: Dominica, Granada, Santa Lucía, San Vicente, Haití, Honduras, Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Panamá, Bolivia y Colombia.
Esos países fueron seleccionados sobre la base de criterios como el índice de pobreza, la tasa de malnutrición, la propensión a sufrir catástrofes naturales y la vulnerabilidad a las crisis, de acuerdo a la información oficial.
El estudio revela que “en casi todos los países no hay un enfoque especial sobre las madres de los niños menores de dos años, especialmente durante emergencias o crisis”.
También que ninguno cumple en su totalidad con las 13 categorías programática, que consisten en “seis intervenciones prioritarias en materia de nutrición” y “siete enfoques transversales necesarios para la aplicación exitosa de las intervenciones relativas a la nutrición”, indica el estudio.