En la medianoche del 26 de junio, las mascarillas volaron por encima de las cabezas de jóvenes y no tan jóvenes concentrados en plazas y calles españolas para celebrar la relajación de su uso en espacios abiertos y con distancia de seguridad. Un mes después, la quinta ola de contagios de coronavirus ha sido explosiva: de los 95 casos por 100.000 habitantes de ese día de júbilo a más de 677 de incidencia acumulada

Un mes después de relajar el uso de la mascarilla: la epidemia se dispara
Una chica celebra el fin del uso obligatorio de la mascarilla en espacios abiertos en la Puerta del Sol, en Madrid. EFE/ Rodrigo Jiménez

“Que la mascarilla a día de hoy, con lo que está cayendo, sea de uso opcional es una cosa que cuesta mucho de entender desde la salud pública”, considera el epidemiólogo Joan Caylá, miembro del Grupo de Comunicación de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE).

El experto considera que esta quinta ola de contagios, coincidente con el inicio del verano, también ha sido fruto de otras circunstancias, como la presencia de la variante delta del virus, más transmisible, y “que se ha introducido más fácilmente en España” al abrir el turismo procedente de Gran Bretaña y otros países donde es predominante.

Pero asimismo ha sido determinante la apertura del ocio nocturno, la celebración diaria de botellones y la organización de viajes de estudios, lo que ha contribuido a que esta ola de contagios se concentre en los menores de 30 años.

“Se llevaba tiempo anunciando que las mascarillas en el exterior no serían obligatorias y eso, unido a la euforia de las vacunas, ha creado un estado de optimismo desbordado y ha llevado a pensar que la pandemia estaba superada. Es como echar gasolina al fuego”, apunta el experto a EFEsalud.

Escalada de los contagios

Desde el viernes 25 de junio hasta el viernes 23 de julio, España ha sumado casi 500.000 contagios (497.786), un ascenso meteórico que se concentra en los menores de 30 años, todavía con bajas tasas de vacunación, pero con una vida social y movilidad más intensa.

La incidencia acumulada en el grupo de 20 a 29 años es de 1.883 casos y en el de 12 a 19 es de 1.623 por 100.000, muy por encima de la media nacional de 677 casos.

Los botellones de jóvenes sin apenas mascarillas están siendo el caballo de batalla de las autoridades municipales en las zonas de veraneo, mientras que en las calles, la mayor parte de los ciudadanos las sigue llevando, con excepciones en las terrazas, playas o en plena naturaleza donde aún así este elemento protector siempre está a mano.

“Observo que quienes menos llevan la mascarilla por la calle, bien puesta, son los jóvenes. El problema está sobre todo en el ocio nocturno”, considera el también presidente de la Fundación Unidad de Investigación en Tuberculosis de Barcelona.

Esta quinta ola se está cobrando más positivos entre los nos vacunados, el 83% de los infectados, pero también un 11% de los vacunados con una dosis y del 5,5% de aquellos con pauta completa.

Está claro que las vacunas protegen pero no de la infección, sino de desarrollar enfermedad grave y por tanto de muerte. Por eso, aunque estemos vacunados podemos infectarnos y transmitir.

uso mascarilla
Ilustración de María González

La mascarilla no ha dejado de ser obligatoria

“La mascarilla sigue siendo obligatoria”, repite la ministra de Sanidad, Carolina Darias, ya que solo se puede quitar en exteriores y solo si hay distancia de seguridad.

Pero algunas comunidades autónomas, como el País Vasco, consideran que esta licencia se debe endurecer ante el avance de esta ola pero el Gobierno, con un real decreto de aplicación nacional, no da marcha atrás de momento y ha conseguido la convalidación de esta normativa en el Congreso de los Diputados en medio de las críticas de la oposición por la gestión de la pandemia.

Más de un año con la mascarilla

El 21 de junio de 2020, tras superar la arrolladora primera ola de la pandemia, cuando comenzamos la denominada nueva normalidad, la mascarilla siguió siendo obligatoria igual que en la desescalada, tanto en exteriores como en interiores, para mayores de 6 años.

El verano permitió algunas concesiones, como poder quitársela con tu grupo burbuja en determinados momentos, como en el lugar que ocupábamos en la playa o al ir a bañarse, pero no si caminabas por la orilla.

En ese 21 de junio de 2020 la nueva normalidad echaba a andar con una incidencia acumulada de 8 casos por cada 100.000 habitantes, 141 contagios el día previo, 29 muertes en 7 días; 99 ingresos en planta y 5 en uci en una semana.

La evolución epidemiológica en un mes

Hasta este viernes 23 de julio, y a la espera de los datos de este fin de semana que el Ministerio de Sanidad ofrecerá esta tarde, casi un mes después de la relajación de las mascarilla, la quinta ola nos deja 677 casos de incidencia acumulada, 92 muertes en los últimos 7 días, 7.955 ingresos en planta con una ocupación del 6,64% y 1.292 en uci (un 14,10%).

Hace un mes, el viernes 25 de junio, a las puertas de relajar el uso de la mascarilla, la incidencia de contagios era de 95 casos por 100.000; 54 muertes en 7 días; 2.366 pacientes en planta (1,93% de ocupación) y 641 en uci (6,90%).

La tasa de positividad de pruebas diagnósticas se sitúa ahora en el 15,74%, lejos del 4,27% de hace un mes.

Prematuro fin del estado de alarma

Para el epidemiólogo de la SEE, cuando finalizó el estado de alarma el pasado 9 de mayo, la incidencia acumulada bajaba de 200 casos por 100.000 y esa tendencia descendente marcaba el final de la cuarta ola de contagios.

“Pero era una incidencia acumulada muy alta, muy lejos de los menos de 10 casos de un año antes”, con la que se dio por terminada la primera ola. Y además, según el epidemiólogo, no se han dado alternativas para seguir controlando la pandemia.

“Repetimos los errores del verano pasado” a causa de la falta de una política de salud pública y prevención “potente” en enfermedades transmisibles que podría evitar que las comunidades autónomas dependieran del aval de los tribunales para poder aplicar medidas restrictivas, como es el caso del toque de queda nocturno o los cierres perimetrales.

Además, considera que para combatir la pandemia se está aplicando una estrategia de mitigación y no de “covid cero” o contención , “lo que nos llevará a cronificar la covid por años”.

Critica que se hayan contratado rastreadores de contactos de positivos ajenos al sistema de vigilancia y que no se hayan cumplido las cuarentenas como corresponde.

test de autodiagnóstico
Vista de los test de autodiagnóstico de la covid-19 que se venden sin receta en una farmacia de Valladolid. EFE/ Pablo Requejo

¿Serán efectivos los test de autodiagnóstico?

Otro ejemplo de esa política de mitigación del virus es, en su opinión, la posibilidad de comprar test de autodiagnóstico en las farmacias para que en caso de resultado positivo comunicarlo al centro de salud que debe confirmarlo con una prueba PCR.

“Solo se recomienda que la persona notifique su resultado, pero con lo que cuesta contactar con el centro de atención primaria esto será utópico”, apostilla.

Y si no se comunican los resultados positivos podría afectar a la incidencia de la evolución epidemiológica.

“Podríamos perder casos a los que haya que hacer un estudio de contactos, además es importante obtener la muestra de forma correcta y esto puede ser una fuente de errores y de falsos negativos”, explica el especialista.

Un análisis de algo más de un mes de la quinta ola de contagios, la denominada “ola joven”, que no se ha frenado a pesar de que el 53,5% de la población española ya cuenta con la pauta completa de la vacuna contra la covid.

“Si no somos drásticos y expeditivos, tendremos una covid cronificada. Muchos políticos no son conscientes de que se trata de una enfermedad muy transmisible y que nos sigue afectando mucho a día de hoy, tanto en lo sanitario pero también en lo económico”, concluye el doctor Joan Caylá.