En marzo de 2020, cuando se decretó el estado de alarma que nos confinó en casa, las autoridades sanitarias adoptaron una estrategia de supresión del coronavirus o “covid cero” que permitió tres meses después bajar los contagios a tasas residuales. Desde entonces se aplica una estrategia de contención o mitigación con escaladas y desescaladas de medidas, “una montaña rusa de subidas y bajadas de casos”.

Así lo ve el epidemiólogo Quique Bassat, del Instituto de Salud Global de Barcelona, quien considera que en España la gestión epidemiológica de la pandemia de coronavirus, de la estrategia covid cero a la de mitigación, se ha caracterizado “por ir por detrás del virus” y que, aunque “se han tomado medidas”, los errores han marcado la pauta.
Y cita la insuficiente labor de rastreo de casos o la falta de medidas más drásticas, como un “confinamiento exprés” general tras el verano o la Navidad, puntos de partida de la segunda y tercera ola de contagios tras el relajamiento de las medidas en vacaciones.
Por su parte, la investigadora Anna Llupià, también del ISGlobal, defiende que una estrategia epidemiológica debe ir más allá de evitar el colapso de los hospitales y debe poner el foco en la transmisión del virus, pero reconoce que la estructura de salud pública no estaba preparada para hacer el rastreo de casos y ahora “se habla sin escandalizarse de una cuarta ola que se podría evitar”.
Los expertos coinciden en señalar que en el sistema de cogobernanza con las comunidades autónomas, cada una con su propia estrategia epidemiológica, se han echado en falta directrices generales y consenso, además de liderazgo y una comunicación de riesgo que no confundiera a la ciudadanía.
El propio gestor de la pandemia, el epidemiólogo Fernando Simón, en una reciente comparecencia reconoció que algunas medidas podían haber sido más duras en algunos momentos y en otros no tanto, que se ha tratado de tomar las más “coherentes” y que las más útiles son “los cambios drásticos en el funcionamiento de las residencias, el incremento en la velocidad de detección y la capacidad de adaptación del sistema sanitario”.

¿Qué es una estrategia covid cero?
La estrategia de control y máxima supresión de la transmisión persigue “acorralar e interrumpir la circulación del virus y mantener lo contagios a niveles residuales”, según un informe sobre la estrategia “covid cero” del ISGlobal firmado, entre otros investigadores, por Anna Llupià.
Este ha sido el modo de actuar contra la pandemia de países como Nueva Zelanda, Australia, Corea del Sur, Vietnam, Taiwán o Finlandia, entre otros.
La fortaleza de esta estrategia se basa en aumentar la capacidad de identificación o rastreo de casos, trazar la cadena de transmisión, gestionar los brotes y aislar casos y contactos con apoyo económico, asistencial, social y psicológico.
En España, en junio de 2020, se logró bajar a una incidencia media acumulada en torno a los 8 casos por cada 100.000 habitantes a 14 días al utilizar una “estrategia reactiva” como el confinamiento estricto.
“Pero poco se hizo para continuar con una estrategia activa, el segunda pilar de la estrategia de supresión, articulando una estructura de salud pública que funcionara para ganar velocidad y exhaustividad en el trazado y rastreo; pero también para preparar los espacios para evitar la transmisión y emplear una comunicación de riesgo para empoderar a la ciudadanía ante la amenaza del contagio”, señala la epidemióloga.
En opinión de Quique Bassat, el confinamiento estricto de la primera ola de la pandemia “fue un ejercicio puro y duro de supervivencia” que funcionó al limitar el movimiento y contacto entre las personas, elementos claves en la transmisión del virus.
“Pero al llegar junio comenzamos a cometer errores que hemos repetido periódicamente, en verano hubo un desmadre generalizado (segunda ola) y luego quisimos salvar la Navidad (tercera ola)”, apunta.
Y se subimos de nuevo en la montaña rusa con un incremento de contagios que tiene una repercusión directa en la mortalidad.
Una vecina se asoma a la ventana durante el confinamiento domiciliario en España en la primavera de 2020 EFE/Ana Escobar
La estrategia de contención: escalada y desescalada
Tras la primera ola y el confinamiento estricto, España opta por una estrategia de contención o mitigación del virus con escaladas y desescaladas de medidas restrictivas, aunque de forma tan desigual entre comunidades autónomas que mientras unas cierran la actividad comercial y la hostelería, otras siguen con “la nueva normalidad”, aunque todas sujetas al toque de queda nocturno en el marco del estado de alarma.
El informe del ISGlobal explica que las estrategias de contención o dirigidas a “aplanar la curva” persiguen evitar el colapso sanitario pero “obvian las fases de transmisión baja y actúan cuando el contagio comunitario ya es muy elevado”, lo que “aumenta el riesgo de cronificar la transmisión y de quedar atrapados en ciclos de escaladas y desescaladas”.
“Una montaña rusa de subidas y bajadas”, según Quique Bassat, que impacta en la economía, en el sistema sanitario y repercute en la confianza de la ciudadanía que tras un año sufre de fatiga pandémica.
Confinamiento ¿sí o no?
Cada vez que sube la curva de contagios, este epidemiólogo y pediatra es partidario de aplicar confinamientos cortos, de dos o tres semanas, no tan estrictos como en marzo, con colegios abiertos y posibilidad de salir al aire libre, pero restringiendo contactos y movimientos con cierres puntuales de actividades comerciales y de ocio y cuyo impacto económico puede ser “más llevadero a posteriori”.
“En vez de ir frenando poco a poco con el pie, pones el freno de mano en seco, así la bajada de la transmisión es mucho más rápida”, asegura.
En la estrategia de “covid cero” los confinamientos se emplean en fases con pocos casos con el fin de recuperar el control del avance del virus, como hizo en febrero Australia cuando confinó durante cinco días en casa a los ciudadanos del estado de Victoria durante cinco días al detectar 19 casos asociados a un brote en un hotel de Melbourne.
Para Anna Llupià, también especialista en Medicina Preventiva y Epidemiología en el Hospital Clinic de Barcelona, los confinamientos deben repensarse con lógica epidemiológica y aplicarse de forma simultánea, además de apostar por otras opciones como la capacidad de rastreo y aislamiento de casos y contactos; organizar los espacios como centros de baja transmisión; aplicar políticas de soporte ante los cierres o estrategias homogéneas de testeo.
“Un plan claro de acción, previsible, que permita gobernar la incertidumbre”, propone.
La amenaza de las variantes para las vacunas
El proceso de vacunación contra el coronavirus iniciado a finales de diciembre de 2020 es un atisbo de esperanza tras más de un año de pandemia. El Gobierno de España pretende vacunar al 70% de la población a final de verano siempre y cuando se cumplan con las entregas de las dosis anticovid por parte de las diferentes farmacéuticas.
“La transmisión sostenida invita a que el virus mute y genere variantes que pueden escapar a la vacunación con el riesgo de que nos mande a la casilla de salida, como en el juego de la oca”, advierte Anna Llupià, por lo que convivir con el virus no es una opción.
Las variantes, como la británica, brasileña o sudafricana, pueden causar “una pandemia dentro de una pandemia” y esta situación ha hecho que ahora países como Alemania “hayan virado de estrategia haciendo más supresión que mitigación”, apunta la experta.
“La vacuna no es la única carta, si no controlas la epidemia vamos a recaer”, avisa la doctora quien insiste en no cejar en el rastreo de casos.
El aumento de los contagios, las olas, se han producido después de periodos vacacionales. Se sube rápido y se baja mucho más lento. Con la experiencia ya vivida y en plena fase de flexibilización de las medidas… ¿Qué pasará después de los puentes de San José y de Semana Santa?
Aunque se ha decidido cerrar perimetralmente las comunidades autónomas, excepto las islas, y endurecer otras medidas el riesgo de una cuarta ola no está descartado. ¿Subiremos otra vez en la montaña rusa?
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