Localizar el punto de inyección preciso es clave para evitar dolores persistentes tras la vacunación frente a la COVID-19. Una técnica incorrecta de vacunación o la inyección en lugares anatómicos inadecuados puede derivar en lesiones o reacciones adversas más graves de las habituales
Vacunas: pinchar en el punto preciso es clave para evitar dolores
Así lo cuenta el Consejo General de Enfermería (CGE) en su campaña “Técnica de inyección de vacunas de la COVID-19 en el deltoides”.
La iniciativa incluye un vídeo y una infografía y defiende que las vacunas deben ser administradas única y exclusivamente por enfermeras.
Vacunas/inyección: el punto preciso
En esta iniciativa explican los siete pasos a seguir, con especial atención a la localización del punto exacto del deltoides en el que debe pincharse la vacuna.
Como explica José Antonio Forcada, presidente de Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas (ANENVAC), las vacunas se deben administrar en el lugar anatómico “donde se consiga mayor inmunogenicidad y menor reactogenicidad”.
Además, debe ser una zona donde el riesgo de producir cualquier tipo de lesión sea el mínimo.
Para la administración de vacunas intramusculares en adultos la zona de elección debe ser prioritariamente el músculo deltoides, en su zona media, pues el riesgo de lesión de cualquier nervio o vaso es mínima y “se consigue una muy buena inmunogenicidad con una baja reactogenicidad”.
Mediante dibujos, tanto en el vídeo como en la infografía, se explican también los distintos métodos para determinar ese punto, como son el método de las huellas y el método del triángulo.
Se detallan otras cuestiones como la adecuada elección de las agujas, en cuanto a calibre y longitud, la relajación del músculo por parte del paciente y las zonas anatómicas en las que no debe pincharse, como son la bolsa subacromial y el nervio radial.

Reacciones postvacunales
Para Guadalupe Fontán, enfermera del Instituto de Investigación del Consejo General de Enfermería, es muy importante tener en cuenta que “hay muchos pasos que deben seguirse de manera escrupulosa”.
Es habitual que tras la inyección surjan molestias en la zona, que ceden al cabo de unos días.
Sin embargo, también es posible, aunque de forma excepcional, que se produzcan lesiones con dolor que se mantengan durante días o adenopatías en la axila.
En este sentido, señala Guadalupe Fontán, es necesario informar a la población “de que existe una molestia local que se produce tras la inyección con bastante frecuencia”.
Esta suele ceder al cabo de unos días y no requiere de una atención específica.
Además, añade Fontán, en las fichas técnicas se describe otro tipo de reacciones postvacunales “en las que tenemos que estar muy atentos porque puede haber una inflamación o adenopatía axilar y un dolor que se prolongue durante semanas e incluso limite la movilidad”.
En estas ocasiones, siempre hay que consultar con el profesional sanitario de referencia para que lo valore.
“Por ejemplo, en las mujeres que han padecido cáncer de mama, si detectan esa adenopatía axilar pueden pensar en una recidiva”.
De ahí la importancia de vigilar los síntomas y ante la prolongación del dolor o limitación de la movilidad, consultar con un profesional de referencia.
En cuanto a si estas reacciones adversas relacionadas con la inyección difieren entre unas vacunas y otras, los expertos aclaran que “son similares entre las tres vacunas actualmente disponibles”.
Sin embargo y según el presidente de ANENVAC con las vacunas de ARN se produce una mayor frecuencia e intensidad de reacciones adversas en las segundas dosis.
Pero en la vacuna de adenovirus, la intensidad y frecuencia es menor en la segunda dosis.
Por otro lado, sí existen diferencias atendiendo al perfil del paciente.
Así, concluye, “estas reacciones se producen con mayor frecuencia e intensidad en personas jóvenes que en las de edad más avanzada”.
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