Acuden a la consulta de atención primaria de forma sistemática porque creen estar enfermos. Se les conoce como pacientes recurrentes o hiperfrecuentadores. Algunos son hipocondríacos, otros somatizan los problemas y un tercer grupo es el de las personas mayores que conviven con la soledad. Consumen recursos sanitarios innecesarios en medio de una crisis económica que genera sus propias víctimas

Adictos al médico…en tiempos de crisis
EFE/Mario Guzmán
  • 15 de abril, 2013
  • MADRID/EFE/ANA SOTERAS

“Existe un paciente hiperfrecuentador que busca al médico para que le alivie la angustia, el miedo y le proporcione seguridad. Y esto puede convertirse en una adicción, en una dependencia”, asegura el psicólogo Enrique García Huete, profesor de la Universidad Cardenal Cisneros y director de Quality Psicólogos.

“Son estados de necesidad psicológica, similares a los de la persona que consume sustancias o que tiene que rellenar su ansiedad y su tiempo con vídeojuegos o con la televisión”, apunta este especialista en hipocondría y trastorno obsesivo compulsivo.

Los pacientes recurrentes suponen entre un 12 y un 24% de los usuarios de la sanidad pública y consumen entre un 43 y un 75% de las consultas anuales de un médico de atención primaria al acudir, por iniciativa propia, más de 18 veces en el mismo año, según un estudio presentado en el congreso de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) en 2012.

El miedo a padecer una enfermedad les dirige los pasos hacia la consulta.  “Sobre todo cuando piensan que tienen lo mismo que un familiar o que un personaje que sale en algún programa de televisión”.

Esta es la experiencia del médico de atención primaria José Ángel Arbesú, quien ejerce en un centro de salud de La Ería, en Oviedo. “En España, la sanidad gratuita y directa siempre influye, de alguna forma, en tener más gente en las consultas, en las urgencias y en los hospitales”.

“Al ser gratuito, el paciente demanda lo que cree necesario por si tuviera una enfermedad”, indica el doctor, también coordinador del Grupo de Trabajo de Salud Mental de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN).

Hipocondríacos y somatizadores

Los pacientes hiperfrecuentadores responden a tres perfiles claros de trastorno psicológico: el hipocondríaco, el somatizador y las personas mayores que sufren soledad y acuden al médico buscando seguridad y calor.

“El problema no es la enfermedad en sí, sino la forma de afrontar la vida. Un paciente hipocondríaco o somatizador tiene un pequeño pinchazo en el corazón y piensa que tiene un infarto”, subraya el doctor Arbesú.

El psicólogo Enrique García Huete define el perfil del hipocondríaco: “aquel que tiene la convicción o el temor de tener una enfermedad a partir de la propia interpretación de sus síntomas”.

Explica que se trata de un problema mental similar al trastorno obsesivo compulsivo. Se obceca con los presuntos síntomas que cree sufrir y de forma compulsiva y recurrente acude al médico buscando apaciguar el miedo y la ansiedad.

Aunque las pruebas médicas descarten cualquier patología orgánica, el sujeto no se siente tranquilo y puede iniciar un peregrinaje sanitario con el consiguiente coste. Si los resultados descartan la enfermedad, en un principio puede sentir alivio pero  al tratarse de un problema mental, vuelve a sentir angustia y enfermedad y acude de nuevo a la consulta o pasa por otros especialistas. Es lo que los médicos llaman el “paciente shopping”, como si fuera de compras.

Otro caso diferente es el del somatizador. Según García Huete, es la persona cuyo estrés y miedo se refleja en su estado de salud pero de forma involuntaria. Es la depresión, la tensión, la ansiedad…las que derivan en una serie de síntomas físicos que pueden ser interpretados como problemas orgánicos.

“Una ansiedad excesiva puede generar opresión precordial y pensar que se sufre un infarto. También hay personas cuyos nervios se les agarra al estómago y tienen diarrea, estreñimiento, problemas en la digestión, incluso úlceras gastroduodenales”, indica el psicólogo.

Son pacientes que, si no se trata el problema psicológico que les genera la dolencia física,  se pueden convertir en crónicos. Hasta un 60% de los trastornos gástricos, incluso úlceras, tienen que ver con el estrés;  igual porcentaje es el de la cefaléa que se trata en atención primaria y que es fruto de la tensión, según datos aportados por García Huete.

Tanto el profesor García Huete como el doctor Arbesú coinciden en señalar a un tercer grupo: aquellas personas, sobre todo mayores, que sufren soledad y que, aunque tengan problemas físicos como hipertensión, cardiopatías, de respiración…acuden al médico buscando un momento de alivio y de apoyo.

“El médico de atención primaria hace un abordaje integral de la situación del paciente”, no solo trata su dolencia física, dice el coordinador de SEMERGEN. “La atención primaria es un gran crisol donde se pueden medir no solo los temas sanitarios sino también los temas sociales y económicos” y se detecta que este tipo de personas adolecen de ayudas sociales.

La crisis provoca sus propios enfermos

La situación de inestabilidad económica que sufre España, que ha disparado a más de cinco millones el número de parados, está generando sus propias víctimas.

“Tenemos muchos trastornos adaptativos generados por el paro, por la crisis laboral de todo tipo. Pinchazos, taquicardias, palpitaciones, falta de aire, dormir mal, dolor de cabeza, contracturas, dolores musculares…Síntomas reales en pacientes que antes no tenían nada”, explica el doctor Arbesú.

Pero no solo afecta a la salud del desempleado, la incertidumbre, la sobrecarga de trabajo y la tensión también hacen mella en los que conservan su puesto de trabajo.

“El estrés continuado puede producir alteraciones neurofisiológicas que deriven en un problema importante a largo plazo”. El estrés provoca mareos, tensión muscular, dolor de cabeza… La causa es psicológica, apostilla el médico.

En la misma línea se expresa el psicólogo Enrique García Huete quien considera que la crisis ha provocado la aparición de una patología asociada al desempleo “con somatizaciones, síntomas inespecíficos, depresiones, trastornos serios de ansiedad e, incluso, suicidios”.

En general, el perfil del hipocondríaco se da más en la mujeres ya que, al ser más emocionales que racionales, se pueden quedar enganchadas a una emoción intensa, a un miedo. En cambio, el perfil del somatizador responde más al del hombre que, “con eso de que no lloran o que tienen que tener un par de narices” somatizan el estrés laboral, psicosocial y económico y deriva en enfermedades cardiovasculares y respiratorias, hipertensión arterial o ictus.

En plena inestabilidad  el doctor Arbesú ve pasar por su consulta a más hombres, aunque la mujer mayor también puede acabar con depresión y sobrecarga de responsabilidad por su papel de cuidadora en la familia, si bien socialmente se desenvuelve mejor que el hombre.

Atajar el problema

Las personas adictas a los médicos responden a diferentes alteraciones mentales que deben tratar psicólogos y psiquiatras.

Además, “identificar a estos pacientes es importante ya que, con la crisis, hay que racionalizar los recursos. Otro problema es saber si tenemos los recursos suficientes para tratar estos casos de salud mental”, apunta García Huete.

Sin embargo, hasta que se detecta en atención primaria a un paciente recurrente pasa un tiempo ya que antes hay que descartar cualquier problema orgánico, lo que conlleva pruebas médicas con el consiguiente gasto. Luego, hay que derivarlo a los servicios de salud mental.

Estas son las pautas de atención de los médicos de familia, según el doctor José Ángel Arbesú.

  • Es un tipo de paciente que requiere ser escuchado y demanda empatía. En muchas ocasiones el médico de atención primaria está desbordado y no tiene tiempo.
  • El médico debe hacer un diagnóstico de exclusión: insistir en que está sano, aunque a veces haya que hacer pruebas para descartar la enfermedad. No hay que caer en el tecnicismo en las explicaciones ni en el paternalismo.
  • Manejar en la consulta técnicas de psicoterapia de apoyo para explicar la relación entre los síntomas y la enfermedad.
  • Otro método es citarlo cada mes para así evitar que acuda cada semana. El recurrente se queda tranquilo sabiendo que el médico está pendiente de él.
  • Cuando algunos médicos no son capaces de convencer al paciente de que está sano, acaban prescribiendo más pruebas o tratamientos innecesario por puro cansancio.
  • Hay que derivar al psicólogo o al psiquiatra ya que estos pacientes necesitan tratamientos de cambio de mentalidad que reviertan esas distorsiones cognitivas.

Desde la vertiente de salud mental, el profesor Enrique García Huete señala:

  • La Psiquiatría ofrece tratamientos farmacológicos que pueden ser útiles contra la ansiedad, el estrés y el miedo.
  • Pero a la vez hay que trabajar las estructuras cognitivas conceptuales. El paciente debe reconocer sus miedos, aceptar la tendencia de su conducta y desarrollar una capacidad para discernir entre problemas orgánicos reales y los temores a padecerlos.
  • No hay que descuidar los cuidados objetivos de la salud: existe el riesgo tanto de dejar de hacerles caso en la consulta, como de prescribir pruebas innecesarias para “quitárnoslos de encima”.