En este mes de marzo se cumple un año de la declaración oficial de pandemia por parte de la OMS. La COVID-19 nos pilló a todos por sorpresa y puso en jaque nuestro Sistema Nacional de Salud (SNS). La pregunta que nos hacemos es: ¿Era verdad que teníamos la mejor sanidad del mundo?

Un año de pandemia: ¿Teníamos la mejor sanidad del mundo?
FOTO. EFE/D. Sinova /COMUNIDAD DE MADRID/

Nada como los profesionales sanitarios para responder a esta cuestión:

Andoni Lorenzo, presidente del Foro Español de Pacientes; Gabriel del Pozo, secretario general de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos; Jesús Díaz Manglano, presidente de la Sociedad Española de Medicina Interna.

Cristina Calvo, portavoz de la Asociación Española de Pediatría; Florentino Pérez Raya, presidente del Consejo General de Enfermería; y Ángel Cequier, presidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).

Todos ellos nos cuentan también como ven y qué desean en el futuro para nuestro Sistema Nacional de Salud (SNS) .

Pandemia: no teníamos la mejor sanidad

Andoni Lorenzo, presidente del Foro Español de Pacientes

Para Andoni Lorenzo es “rotundamente falso” que tuviéramos uno de los mejores sistemas sanitarios.

Argumenta que lo que sucedía es que se “hacían comparaciones de eficiencia no de calidad” .

En su opinión, la sanidad ha sido “muy maltratada” en la última década: “El Ministerio se fragmenta (¿quién puede creerse que lo Sociosanitario no guarda relación con la Sanidad? …como para separarlo en dos ministerios diferentes)”.

En España, aduce, contamos con una gran estructura sanitaria, sin embargo el gran problema que atraviesa en los últimos años es la gestión.

“La mala comunicación y coordinación entre las distintas especialidades y entre las propias comunidades, añadido a que los altos cargos, en muchos casos, no tienen un perfil clínico sino administrativo, etc. …”

“Y lo peor de todo, el sistema sanitario se ha venido considerando un gasto en lugar de una inversión”.

Reconoce el presidente del Foro de Pacientes que los recursos son limitados, pero defiende que deben emplearse en base al valor aportado al paciente; “quienes por cierto, hemos sido muy poco consultados”.

Aboga por invertir más en Sanidad, además de adaptar el SNS a la cronicidad, reforzando la Atención Primaria y domiciliaria, así como a quienes “cuidan” de los pacientes.

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Andoni Lorenzo.Foro Español de Pacientes

Pone como ejemplo que en  España tenemos 5,2 enfermeras por cada 1.000 habitantes, mientras que europea se sitúa en los 8,4 y solo superamos a Grecia (3,2); Bulgaria (4,4); Letonia (4,8); y Chipre (5).

La atención de la dependencia “también es deficitaria”.

“Ya es frecuente sobremedicar, pero es que el SNS adolece de terapias no farmacológicas, que desaparecieron en el confinamiento.

Y recuerda además que el limitado acceso a consultas e intervenciones quirúrgicas, “están retrasando diagnósticos (incluso provocando desenlaces fatales) y empeorando el estado de salud de los pacientes”.

¿Y ahora qué?

Para Andoni Lorenzo, la pandemia de la COVID, al menos, ha dado valor a la Sanidad.

“Vemos que invertir en Salud es necesario y no hacerlo, tiene una importantísima repercusión económica y social”.

Sostiene que no debe seguirse practicando el economicismo amparados en la sostenibilidad, sino invertir mejor los recursos, en base al valor aportado.

Concluye que el paciente es  la excusa y la razón de ser del SNS, pero  se queja de que la participación de su sector en la toma de decisiones compartidas es “muy baja”.

No obstante reconoce que cada vez se les informa más, pero “apenas somos consultados e invitados a participar de la toma de decisiones”.

Pérdida de músculo

Gabriel del Pozo, secretario general de CESM

Para Gabriel del Pozo teníamos, en pasado, porque “fue perdiendo músculo en los 10 últimos años” puesto que no se produjo ningún tipo de inversión y fue perdiendo capacidad.

“No se le ha inyectado dinero para lograr que mantuviera su capacidad y cuando ha aparecido una situación de estrés como la pandemia, con mucha exigencia, se le han visto las costuras”.

Respecto al futuro aboga por reforzar, y considera que con el sobreesfuerzo de los profesionales hemos ido saliendo de las necesidades de afrontar la covid.

“Lo que necesitamos es reforzar nuestro sistema sanitario, que requiere que se aporte capital para que se puedan cubrir todas las necesidades. Lo primero que hace falta son profesionales, ya que sin ellos el sistema no funciona”.

Hay, indica, otros elementos que son clave pero necesitamos a los profesionales para que los ejecuten.

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Gabriel del Pozo, secretario general de CESM

Por eso considera “crucial” que se amplíen plantillas y se atraiga a los profesionales sanitarios.

“Lo que han hecho los países de nuestro entorno, que ha sido mantener una inversión en sanidad muy por encima de la nuestra”, añade.

Recuerda que durante la crisis se apostó por invertir en otras cuestiones y ahora estamos recogiendo esos frutos.

Concluye que necesitamos volver a convertir al sistema sanitario en un lugar atractivo para los profesionales, incentivarlos y que eso a su vez redunde en una mayor calidad asistencial para los pacientes, beneficiarios últimos de todo el engranaje.

Pandemia: ninguna sanidad preparada

Jesús Díez Manglano, presidente de la Sociedad Española de Medicina Interna  (SEMI)

Este médico internista sí esta convencido de que tenemos “uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo”.

Pero añade que también hay que tener en cuenta que “el nuestro como cualquier otro del mundo está preparado para actuar ante situaciones habituales normales” .

Esto ha sido una situación de pandemia “que ha desbordado el sistema sanitario en todos los países del mundo, por lo tanto también el nuestro”.

Pero aduce que eso no quiere decir que tengamos un mal sistema sanitario, aunque “hubiera sido deseable tener un sistema  de alerta y seguimiento de salud pública mejor que el que tenemos”.

Apunta además al sistema fragmentario que tenemos, al estar transferidas las competencias, y juzga que ante situaciones como  una pandemia no es el más adecuado.

“Otra cuestión importante es que debería haberse hecho un esfuerzo por parte de todos los responsables políticos de las sanidades autonómicas y nacional para llegar a consensos únicos de actuación”.

El hecho, se lamenta, es que cada uno de una opinión diferente “y esto  puede crear caos, o no, pero lo que si crea es inseguridad y desconfianza en la población”.

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Jesús Díez Manglano.SEMI

Ante una situación de este tipo, la confianza y seguridad de la población “es fundamental y para ello hubiera sido deseable un mensaje único y unívoco”.

Para el futuro inmediato expresa: “Ojalá  que los protocolos de vacunación fueran iguales en todo el estado,  también las medidas de desconfinamiento fueran similares”.

Entiende que en una determinada zona con un pico excesivo pueda haber  unas medidas más restrictivas, pero insiste en que está claro que a igual índice de contagio, iguales medidas.

“Y no que que en unos sitios esté todo cerrado, en otros se cierre a las cuatro y en otros a las ocho.”.

Todos los países sobrepasados

Cristina Calvo, portavoz de la Asociación Española de Pediatría (AEP) 

La portavoz de la AEP también coincide al afirmar que esta pandemia ha superado con creces todos los sistemas sanitarios independientemente de como fueran.

“No hay ningún país que no se haya visto sobrepasado y en ese sentido, España no ha sido diferente”.

Independientemente, añade, estas situaciones excepcionales ponen siempre en evidencia cualquier debilidad del sistema sanitario, de todos y del nuestro también.

Señala que en Pediatría no han tenido demasiados problemas, ya que como es conocido los niños tienen cuadros leves e ingresan poco.

Pero observa que en muchos sitios la pediatría “se vio relegada para atender a adultos, con desaparición de plantas de hospitalización pediátrica”.

“Ello hizo que algunas consultas se demorarán. Afortunadamente eso ya ha pasado”.

Cristina Calvo, portavoz de la AEP

En cuanto al futuro dice que  habrá que estar preparados para ser flexibles y adaptarnos a las nuevas circunstancias que vayan apareciendo.

“Seguro que la pandemia va a traer nuevas consecuencias: por ejemplo, este año no hemos tenido epidemia de gripe ni de virus respiratorio sincitial (VRS) que causa un gran número de ingresos por bronquiolitis”.

Adelanta la especialista que en algunos países del hemisferio Sur como Australia, la epidemia de VRS se ha desplazado a la primavera y el verano.

Y concluye que si eso pasa aquí, en el hemisferio Norte, “tendremos que estar preparados para una sobrecarga de trabajo en una época en la que normalmente estamos tranquilos”.

Un cambio de paradigma

Florentino Pérez Raya, presidente del Consejo General de Enfermería

Para Pérez Raya , la idea de que teníamos uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo, era algo que se asumía como una verdad inmutable.

Sin embargo, la demografía, la economía o la política han cambiado mucho en las últimas décadas en nuestro país.

“En primer lugar, cabría preguntarse si tenemos un sistema sanitario o 17 sistemas sanitarios parcialmente interconectados.

El problema es que la inversión pública en Sanidad representa apenas un 6,4 % del PIB, cuando se debería dedicar como mínimo un 9% para situarse al nivel de países como Alemania, Francia, Suecia o Países Bajos.

En su opinión, el gasto sanitario es una inversión y la pandemia ha dejado patente que, sin salud, un país tiene un deterioro muy alto a nivel económico.

En lugar de haber hecho” ese histórico ejercicio de autocomplacencia a lo mejor habría que haber analizado los indicadores y los datos con la necesaria frialdad y objetividad y después tomar las decisiones adecuadas”.

“La Sanidad es un terreno espinoso y complicado de reformar. Supongo que a los políticos no les interesa abordarlo y no siempre han escuchado lo que tenemos que decir los profesionales sanitarios, que somos los que mejor la conocemos”.

La pandemia ha demostrado que el SNS tiene “un modelo excesivamente hospitalocentrista, muy adecuado para atender procesos agudos complejos, pero tiene un déficit de enfoque hacia la salud pública, la atención primaria de salud y la atención sociosanitaria”.

Coincide también en que la pandemia ha puesto en jaque a todos los sistemas sanitarios a nivel mundial.

“Para una pandemia como la que sufrimos ningún sistema del mundo está preparado”.

Pero argumenta que la diferencia de mortalidad, contagios y hospitalizaciones entre países “depende también de que se tomen las decisiones oportunas en el momento oportuno, y haber estado preparados para una contingencia como está”.

Sostiene Pérez Raya que en la primera ola, la carencia de medios de protección (EPI, mascarillas, gafas o guantes…) disparó los contagios entre los profesionales sanitarios y los pacientes.

A su juicio es evidente que se pudo actuar un poco antes, “pues a finales de febrero, el Ministerio de Sanidad ya instó a los Consejos Generales de distintas profesiones sanitarias y a las sociedades científicas a cancelar todas las reuniones y eventos previstos”.

Sin embargo, apunta, la cancelación de eventos más multitudinarios y peligrosos de aquellos días no se produjo.

“En cualquier caso, las decisiones no siempre se han tomado bajo criterios estrictamente científicos”.

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Florentino Pérez Raya , Consejo General de Enfermería

Luego están las debilidades endémicas del sistema sanitario “y una evidente -e ignorada por las sucesivas generaciones de responsables políticos-, falta de enfermeras en nuestro país”.

Contamos, explica, con 316.000 enfermeras y enfermeros y “harían falta entre 120.000 a 140.000 más para equipararnos a países de nuestro mismo nivel socioeconómico”.

En este sentido considera que estamos a la cola de Europa en enfermeras en relación a la población que deben atender.

“En algunas CCAA, su falta compromete la seguridad de los pacientes. Por ejemplo, si hablamos de UCI, un servicio clave en la atención de los pacientes COVID, España también presenta un déficit importante de enfermeras”.

De cara al futuro, “toca aprender de los errores. Por ejemplo, es evidente que se debe contar con material sanitario almacenado para grandes emergencias de salud pública”.

Y advierte que lo que podamos afrontar en el futuro “puede ser incluso peor, una epidemia de diabetes, obesidad infantil, hipertensión descontrolada, tumores diagnosticados demasiado tarde… ”

En su opinión, debemos afrontar cambios drásticos en nuestro sistema sanitario, un cambio de paradigma.

Un cambio “para pasar de estar centrado en la enfermedad a orientarse hacia las personas”.

En este nuevo modelo organizativo y asistencial, defiende que las enfermeras y enfermeros “pueden y deben convertirse  en una pieza fundamental por sus conocimientos, habilidades, actitudes y juicio profesional a la hora de promover, mantener y mejorar la salud integral y el bienestar de los ciudadanos a lo largo de toda su vida en un clima humano y humanizado, potenciando el autocuidado y el empoderamiento del paciente”.

Una situación compleja y difícil

Ángel Cequier, presidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC)

Para Cequier, hace diez años “posiblemente sí que tenía teníamos un muy buen sistema sanitario, pero en el momento de la pandemia indudablemente no era de los mejores”.

Recuerda que coincidiendo con el inicio de la crisis económica a principio de la década de 2010 se fueron aplicando progresivamente una serie de medidas restrictivas que tuvieron un gran impacto negativo sobre la sanidad.

Mientras que otros países con sistemas sanitarios similares al nuestro, “buscaron durante dicha crisis estrategias de incremento de la eficiencia o la concentración de muchas actividades o procesos de alta complejidad o alto coste, en España no se aplicó ninguna de estas medidas”.

Incluso en determinados escenarios asistenciales las medidas adoptadas fueron en una dirección contraria.

En su opinión, “tras 10 años de estas políticas la situación de la sanidad española estaba en una situación vulnerable y de una extrema fragilidad”.

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Ángel Cequier, presidente de la Sociedad Española de Cardiología

Y lo que sucedió, explica, es que la aparición de la pandemia “tensionó el sistema de una forma incontrolable”.

“Diferentes factores pueden explicar la limitada respuesta de la sanidad española en el inicio de la pandemia: Su aparición inesperada y la relativización de su posible impacto”.

Pero, sobre todo, afirma hay dos aspectos adicionales:

La ausencia de respuestas homogéneas y consensuadas entre los diferentes responsables en política sanitaria  y el hecho de que muchas de las medidas inicialmente adoptadas fueron tomadas bajo un prisma absoluto de prioridad política y no de necesidad sanitaria.

“En muchas ocasiones las recomendaciones de los profesionales, epidemiólogos o de las sociedades científicas fueron desoídas”.

Y ahora la situación en el momento actual es “compleja y difícil”.

No obstante cree que todos hemos aprendido a enfrentarnos a la pandemia con medidas de actuación rápidas, con conocimiento de los posibles factores relacionados con su expansión, y ya sabemos aplicar estrategias y recomendaciones para reducir o controlar su progresión.

Pero advierte que hay que considerar una serie de escenarios de vulnerabilidad que aún están presentes e incluso algunos han empeorado aún más este año.

Así señala un sistema sanitario muy frágil ya que muchas de  las medidas implantadas en la pasada década no se han revertido.

También apunta a que sigue sin haber líneas estratégicas claras de adónde quiere ir nuestro sistema.

“No está implantada la cultura de que las priorizaciones en sanidad deben establecerse sin interés político y, muy importante, las medidas para hacer nuestro sistema más eficiente continúan estando ausentes y no parece que se vayan a plantear”.

Por todo ello, el presidente de la SEC teme que la crisis económica venidera puede empeorar aún mucho más esta situación.

No olvida que hay una serie de patologías no COVID que se han visto muy impactadas  (cáncer y enfermedades crónicas) y considera que se va a tardar mucho tiempo en llegar a recuperar los niveles de calidad asistencial  que el sistema ofrecía en el período pre pandemia.

Señala las enfermedades cardiovasculares crónicas no agudas  como “un claro ejemplo”.

Cequier se muestra pesimista al afirmar que es muy probable que en los próximos años estos grupos de pacientes muestren una elevada tasa de complicaciones con una evolución desfavorable en su pronóstico.

Finalmente sostiene que un aspecto llamativo en el inicio de la pandemia fue la reducción que se observó en el número de pacientes que eran atendidos con el diagnóstico de infarto agudo de miocardio en los hospitales españoles.

Además, los pacientes que llegaban a ser atendidos presentaban infartos de más horas de evolución, más extensos  y por tanto en peores situaciones clínicas.

Posiblemente, explica, muchos pacientes tenían temor a acudir al hospital o en contactar con los dispositivos asistenciales, o  relativizaban su sintomatología y cuando contactaban con los sistemas sanitarios lo hacían muy tardíamente.

Pero “afortunadamente en las otras dos olas de pandemia esta situación no se vuelto a repetir”, añade.