El asma bronquial es la enfermedad que puede alterar con mayor frecuencia el curso del embarazo. Su tratamiento debe velar a la vez por el desarrollo del feto y la salud de la madre

Asma y embarazo, una complicación
EPA
  • 26 de septiembre, 2012
  • MADRID/EFE/A.S

Entre el 4 y el 8% de las embarazadas tienen algún problema por culpa del asma, aunque tan sólo el 10% presentan problemas respiratorios relevantes en el momento del parto.

Carmen Vidal Pan, jefa del Servicio de Alergia del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela, refleja una visión sobre el asma en la gestación en el libro de las Enfermedades Alérgicas de la Fundación BBVA.

El comportamiento del asma bronquial en estos casos sigue la regla de los tercios, según la doctora: un tercio de las mujeres mejoran, otro empeora y un tercero permanece estable.

En los sucesivos embarazos de una mujer se repite el mismo comportamiento: el asma más grave tiende a empeorar y el leve se mantiene estable o mejora.

RIESGOS DEL ASMA Y EL EMBARAZO

El asma materna puede acrecentar el riesgo de mortalidad, el bajo peso del feto al nacer o complicaciones en la gestación como retención de líquidos o hipertensión arterial o nacimientos prematuros.

La especialista aclara que todos estos riesgos guardan relación con el control de la enfermedad, por lo que es imprescindible un correcto diagnóstico y tratamiento y sopesar los efectos secundarios.

El asma no controlado puede acarrear una disminución en la cantidad de oxigeno que llega a los pulmones y es el que, al pasar a la sangre, le llega al feto a través de la placenta. Esto tiene que ser constante, por lo que es fundamental que la respiración y la oxigenación de la madre no se altere.

Durante el embarazo se producen cambios mecánicos, hormonales y metabólicos que pueden influir en el control del asma. Así, provoca modificaciones en la configuración torácica que afectan a la respiración. También el incremento de los niveles de progesterona aumenta la producción de dióxido de carbono. Para contrarrestarlo, sobreviene una hiperventilación que puede afectar incluso a las embarazadas que no sufren asma.

TRATAMIENTO

Nunca una mujer asmática debe suspender el tratamiento cuando se queda embarazada. El objetivo es mantener el asma bronquial bajo control para reducir el riesgo de exacerbaciones que, en caso de producirse, deben reducirse al mínimo. Ante síntomas agudos, se aplican fármacos beta-adrenérgicos de acción corta.

Vidal Pan considera que el riesgo que produce una crisis de asma es mayor que el de tomar la medicación y aclara que la mayoría de los medicamentos inhalados son seguros durante la gestación.

También son seguras las vacunas, sobre todo si la mujer ya recibía su dosis de tratamiento. La excepción es en mujeres que no tienen su asma controlada, si bien tampoco se debe iniciar el tratamiento con vacuna en cualquier persona con la enfermedad no controlada.