Investigadores del Hospital de La Princesa de Madrid han identificado células inmunitarias inflamatorias en pacientes graves con coronavirus, según un estudio publicado en Journal Clinical of Investigation. El hecho de conocer cuáles son las células que participan en la inflamación hará posible el desarrollo de terapias celulares personalizadas para tratar la enfermedad

El estudio, llevado a cabo por investigadores del Instituto de Investigación del Hospital Universitario de La Princesa (IIS Princesa) de Madrid, se ha centrado en identificar los tipos celulares del sistema inmunitario que se ven afectados en la sangre de pacientes COVID-19 con distintos grados de severidad.
Se trata un estudio colaborativo liderado por el grupo del doctor Enrique Martín Gayo del Servicio de Inmunología y del grupo del doctor Julio Ancochea del Servicio de Neumología del citado hospital.
Martín Gayo, jefe del grupo investigador, explica a EFEsalud que el objetivo es “tratar de encontrar marcadores celulares que indiquen si un paciente con COVID-19 va a tener un pronóstico más o menos grave”.
Para ello, han analizado las células del sistema inmune en la sangre de pacientes con diferentes grados de severidad -mejor pronóstico, severo y crítico-.
Células inmunitarias inflamatorias y pronóstico
Los resultados han indicado que en pacientes COVID-19 críticos, que necesitan ser ingresados en UCI y recibir soporte respiratorio, ocurre una reducción de células dendríticas CD1c y monocitos inflamatorios (no clásicos y tradicionales) de la sangre.
Es decir, “algunos tipos celulares inmunitarios específicos están desapareciendo de la sangre de aquellos pacientes COVID-19 con peor pronóstico”, explica el doctor Martín Gayo.
Estas mismas poblaciones celulares, como apunta el investigador, aparecen infiltradas en el pulmón y participan, de alguna manera, en la respuesta inflamatoria que tiene lugar en estos pacientes que desarrollan la enfermedad de forma grave.
“Esto tiene una implicación importante, ya que, al conocer cuáles son las células que participan en la inflamación, podemos desarrollar terapias celulares más dirigidas y personalizadas para tratar la enfermedad”, destaca el Jefe de Grupo Investigador del ISS Princesa.
Por último, se ha observado que en pacientes COVID-19 leves se produce un aumento de algunas células del sistema inmunitario -monocitos transicionales- en sangre, lo que indica que un incremento de estas células en circulación podría ser un biomarcador de buen pronóstico de la enfermedad.
“Si esas células inmunitarias aumentan en la sangre de una persona con COVID-19 puede querer decirnos que seguramente no vaya a desarrollar la enfermedad de forma severa”, explica el doctor Martín Gayo.
Los siguientes pasos en la investigación
El siguiente paso, como cuenta el investigador a EFESalud, sería entender mejor cómo las células que van al pulmón, en personas que desarrollan la enfermedad de forma severa, están afectando a la inmunidad, tanto celular como de anticuerpos.
“De esta forma se podría entender cuáles son realmente las características que necesitamos bloquear y cuáles son las que hay que potenciar”, añade.
En cuanto a la aplicación en pacientes, asegura que será un proceso largo y no se verá hasta más allá del año que viene.
“A pesar de que la investigación en el campo de la COVID-19 se está moviendo de forma vertiginosa en comparación con otras enfermedades, por el interés y la gravedad de la pandemia, tienen que respetarse unos protocolos de seguridad, hacer ensayos clínicos y probar que es seguro”, expone.
“En los próximos meses o años sabremos mucho más sobre esas células; yo creo que las terapias celulares específicas para pacientes COVID-19 tardarían más de un año en llegar“, concluye el investigador.
En esta investigación también han colaborado los grupos de los doctores Francisco Sánchez Madrid, Cecilia Muñoz y doctora Alfranca de Inmunología; el doctor Isidoro González Álvaro del Servicio de Reumatología; y el doctor Joan Soriano de Neumología, todos pertenecientes al Instituto de Investigación Sanitaria La Princesa.
La mayoría de los experimentos fueron realizados por los doctores Ildefonso Sánchez-Cerrillo y Pedro Landete.
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