Una comunicación eficaz se suele relacionar con una determinada postura o un cierto tono de voz. Pero la posibilidad de transmitir información quizás no se encuentre en la comunicación corporal sino en las emociones. Olvidarse de dónde colocar la mano o dónde situar la mirada es el principio para dejar de parecer creíble y empezar a serlo

Comunicar con las emociones
EFE-Imagen cedida por Plataforma Editorial
  • 14 de abril, 2015
  • MADRID/EFE/M.AGUJETAS Y A.PARRILLA

Los libros de comunicación, los políticos en cuyos gestos nos fijamos, todo va encaminado a la utilización del cuerpo para comunicar. Sin embargo, el asesor de comunicación Javier Cebreiros escribe en su libro “Olvida tu lenguaje corporal” (Ed. Plataforma Editorial) sobre dar la vuelta a esta teoría y empezar a ser buenos comunicadores, en lugar de intentar parecerlo.

“Tenemos que trabajar en ser mejor persona más que en ser mejor comunicador”, afirma.

Un ejercicio diario más complicado pero también más divertido. El final de ese camino que se siembra día a día es comunicar de verdad: transmitir la pasión por un tema y tener algo que contar.

Lo que se consigue con estas dos características es mucho más de lo que se cree. Quizás el ejemplo este en los profesores que nos han marcado ¿Eran aquellos que gestualizaban mejor o los que vivían la historia o la ciencia?

Esas clases grabadas en nuestra memoria o la comunicación que practicamos todos los días, quizá no cambien el mundo pero si transforman el nuestro. Esas diez personas que nos rodean en el día a día, con las que hablamos, que tocamos, según lo que les comuniquemos vamos a conseguir unas cosas u otras.

Como señala Javier Cebreiros “comunicar no va de sonreír en público sino de ser feliz”,  porque a veces valoramos poco a las personas que,  sin obviar una dura realidad, deciden comunicar algo bueno.

Emociones que nos hablan

A todos nos ha pasado que una persona nos parece agradable, creemos que dice la verdad pero la sensación final es, como recita Hamlet, que “algo huele a podrido en Dinamarca”.

Ello se debe a que más allá de las palabras el ser humano capta entre seis y ocho variables por segundo. Las manos, los pequeños músculos de la cara, el tono de los ojos, miles son los elementos que configuran nuestra intuición sobre el significado real de una conversación.

“Puedes mentirme con entre seis y ocho variables, pero el resto de tu cuerpo, miles de ellas, me dicen la verdad”, destaca Javier Cebreiros.

Tres mujeres hablan y ríen para demostrar cómo pueden comunicar las emociones. Efesalud.com
EFE-Imagen cedida por Plataforma Editorial

Todos somos comunicadores, porque transmitir empieza al salir a la calle, donde detectamos cómo están los demás y cómo nos perciben. Este primer paso puede ir seguido de pequeños consejos para trabajar el día a día:

  1. Empezar a pensar cómo ser,  sentirse feliz para poder transmitirlo.
  2. Ser humilde.
  3. Tener algo que contar y apasionarnos por ello.
  4. Comunicamos las 24 horas, cuando hablamos pero también cuando callamos.
  5. La comunicación interna es fundamental.

Actuar de una manera determinada puede salvarnos en una situación concreta, pero no se puede fingir todo el día. Además es muy cansado. Por ello hay que hablarnos bien, sentir lo bueno y transmitirlo.

¿Cómo un padre va a explicar la felicidad a su hijo si él no es feliz?, se pregunta el autor del libro.

Cómo ser y qué evitar

La autoestima es nuestra. Desde fuera alguien puede subirla con un piropo, pero cuidarla cada día depende de cada uno.

“La felicidad no es olvidarse de los problemas sino saber llevarlos”, apunta.

El DJ Calvin Harris en un concierto del festival de música Austin City Limits en Austin, Texas.Efesalud.com
EPA/Asheley Landis

Ante una situación complicada hay dos caminos: remarcar lo malo o fijarse en lo bueno. Las posibilidades de solucionar el problema aumentan con la segunda. Pequeños gestos positivos que nos podemos regalar y que, en ocasiones, dependen de quienes nos rodean.

Nuestros amigos son personas que nos hacen crecer, que nos dicen lo que hacemos mal, que nos animan para superar los retos de la vida. Después, nosotros también estaremos a su lado, porque las emociones se contagian.

“Cuando yo hago un acto solidario contigo, tú te sientes mejor, yo me siento mejor porque tú lo estás y la persona que ve este gesto, también se encuentra mejor”, señala.

Un pequeño trabalenguas que explica el efecto de las emociones. Cómo aunque nos llame más la atención las noticias negativas, lo positivo se puede difundir como una cadena de favores.

Hoy en día la tecnología es un medio para que esa cadena se más larga. Así, aunque un wasap no sustituye a un abrazo, “envía ahora un mensaje de te quiero a una persona, verás como le alegras el día”, concluye el autor de libro.