La grave crisis sanitaria que vive España debido a la COVID-19 dificulta que miremos más allá de nuestras fronteras. Sin embargo, no es momento de olvidar al continente africano, donde, si bien es cierto que los casos son todavía bajos en comparación con el resto del mundo, las infraestructuras sanitarias son muy insuficientes y lo tendrían realmente complicado si el virus les azotase con más fuerza. Desde la Fundación Recover, que trabaja para ofrecer asistencia sanitaria en África, explican cuál es la situación en el área subsahariana

Los casos de COVID-19 en África subsahariana son todavía bajos en comparación con el resto del mundo, como aseguran desde la Fundación Recover. Frente a los más de 200.000 positivos tan solo en España, los 49 países de África subsahariana presentan 20.652 casos. Sin embargo, como puede verse en el primer gráfico, la evolución es innegable.

Los países en los que trabajamos presentan realidades diferentes pero con tendencias similares, señala esta Fundación. Mientras Chad y Benín registran 46 y 64 casos respectivamente, RD Congo ya ha superado los 450 y Burkina Faso los 630. Costa de Marfil es, de aquellos en los que tenemos proyectos activos, de los más afectados, con más de 1.150 positivos, superado por Camerún, que se ha disparado a más de 1.620 casos.

Ante un posible crecimiento exponencial inminente, los gobiernos locales han comenzado a tomar medidas. En Camerún, donde llevan a cabo la mayor parte de sus proyectos, ya se han cerrado fronteras y escuelas y su población trata de tomar las precauciones establecidas por la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo, como recogen desde Recover, esto no siempre es una tarea sencilla.
Las deficitarias estructuras sanitarias y la falta de profesionales hacen de la cooperación una herramienta indispensable en la lucha contra la COVID-19 en el África subsahariana.
Así tratan de explicar en su blog por qué no se ha extendido aún tan rápido como se pensaba o qué pasará si la COVID-19 decide declararle la guerra a África subsahariana:
Así se enfrenta África al coronavirus
“Incertidumbre, esa es la única certeza”. Muchas son las hipótesis que se barajan estos días en torno a la salud de un continente que ya tiene bastantes preocupaciones: el brote de sarampión en la República Democrática del Congo que ya se ha cobrado la vida de más de 6.000 personas, en su mayoría niños, a pesar de existir una vacuna; el ébola, la meningitis, el paludismo y la fiebre amarilla; enfermedades crónicas como la diabetes, que se llevan hasta el 64 % del salario de sus habitantes o el 90 % de las muertes a manos del cáncer de cérvix.
Y es que afrontar el 24 % de la carga mundial de enfermedad con tan solo el 1 % de recursos financieros y el 3 % de profesionales sanitarios no es fácil, con o sin coronavirus.
Sin embargo, con España en cuarentena, es difícil pensar en otra cosa. La COVID-19 también se va extendiendo poco a poco por la región africana, donde ya son mayoría los países afectados, entre ellos Camerún, Burkina Faso y Costa de Marfil, aunque la pandemia tiene su epicentro en Occidente y Asia, de donde ha importado la mayoría de sus casos.
Si bien la lógica dictaba que los números se multiplicarían exponencialmente, las cifras aún son bajas en comparación con el resto del globo. ¿Es cuestión de tiempo? ¿De probabilidad? ¿Es la joven edad media del continente o las altas temperaturas y su clima tropical lo que frena el virus?
Quizá más allá del Sáhara ya hayan afrontado suficientes consecuencias de otros a lo largo de su historia. O quizá sea, como argumentan algunos, que la corrupción y la falta de medios no permiten cuantificar casos de manera fiable. O que, como aseguran otros, la razón esté en la detección temprana de los casos.
Si bien la lenta llegada del virus ha permitido que 33 de los 47 países del África subsahariana cuenten con instalaciones adecuadas para diagnosticar los casos, las infraestructuras sanitarias siguen siendo insuficientes y no permitirán alojar a los pacientes si los casos aumentan drásticamente, ni podrán ofrecer acceso a respiradores o a Unidades de Cuidados Intensivos, entre otros aspectos.
¿Y si sale cruz?

“Tal vez sea solo cuestión de azar, pero la suerte tendrá poco que decir si la COVID-19 le declara la guerra a África subsahariana. La OMS establece que 23 sanitarios por 10.000 habitantes es el umbral mínimo para garantizar cuidados básicos de salud al 80 % de la población de un país”, señala la Fundación.
En España, donde la cifra ronda los 40 médicos/as por cada 10.000 habitantes, ya preocupa el desbordamiento de los centros de salud. ¿Qué ocurrirá entonces en Camerún o Costa de Marfil, donde las cifras pasan de 40 a 0,8 y 1,4 profesionales, respectivamente?
La falta de sanitarios no es el único factor de riesgo que enfrentan los africanos. La inexistencia de un sistema universal de salud, con una sanidad 100 % de pago que la mayor parte de la población no puede asumir, es igualmente preocupante.
A esto hay que sumarle la falta de hábito para acudir al centro médico antes de que sea demasiado tarde o las escasas posibilidades de higiene. Aconsejar medidas de desinfección cuando gran parte de la población no tiene acceso a agua corriente no parece la mejor estrategia.
En este contexto, solo podemos preguntarnos: si el coronavirus invade el continente africano, ¿cuál será nuestro papel? ¿Cómo podremos minimizar el riesgo?
La respuesta no es diferente a la que ya se va interiorizando para España: cooperación y solidaridad. Si no lo detenemos, el coronavirus se instalará en África con un impacto brutal. Es el momento de no bajar los brazos. Es el momento de seguir unidos, considera esta organización.
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