La infección por ébola que contrajeron en África un sacerdote español y dos misioneros estadounidenses y la evacuación a sus países de origen, en agosto de 2014, para ser tratados fue la espita que hizo reaccionar a la comunidad internacional contra un virus que cada semana mataba a más de mil personas en Liberia, Sierra Leona y Guinea Cronakri

Cuando el ébola llegó a España y a Estados Unidos, el mundo despertó
EFE
  • 2 de agosto, 2015
  • MADRID/EFE/ANA SOTERAS

Un año después estos tres países todavía luchan contra el virus del Ébola, aunque el número de casos semanales se ha reducido a una treintena. Una epidemia que todavía no está controlada y que suma 27.748 casos y 11.279 muertos al contagiarse por los fluidos, según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

“De los treinta casos por semana, es inquietante comprobar que casi la mitad no proceden de la lista de contactos de los afectados, lo que evidencia que acabar con la epidemia no es tan fácil”, ha asegurado a Efe Luis Encinas, responsable de Operaciones para África Occidental de Médicos Sin Fronteras (MSF).

Luis Encinas, responsable de Operaciones para África Occidental de Médicos Sin Fronteras(MSF). MSF

“El objetivo es lograr el caso cero, y eso supone todavía un trabajo monstruoso”, apunta el representante de MSF, organización que mantiene abiertos seis centros de tratamiento en los tres países afectados, donde han atendido a casi 10.000 personas.

La buena noticia es que acaba de publicarse en la revista científica The Lancet los resultados de una vacuna experimental contra el ébola, denominada VSV-ZEBOV, “eficaz cien por cien” diez días después de haber sido administrada a una persona sin infección.

Más de un año de epidemia de ébola

Los primeros casos se conocieron en enero de 2014 en Guinea Conakri (ya con 3.786 casos y 2.520 muertes), pero el brote no se declaró oficial hasta el 23 de marzo de 2014 tras haberse extendió a Sierra Leona, ahora con con 13.290 casos y 3.951 fallecidos, y a Liberia, con más de 10.672 casos y 4.808 muertos y que, tras ser declarado país libre de ébola el pasado mes de mayo, ahora surgen nuevos casos.

MSF se movilizó entonces con la experiencia de anteriores epidemias de ébola y clamó ayuda internacional para apagar el foco africano mientras la comunidad internacional seguía dormida.

“En julio del año pasado ya veíamos que la situación se nos iba de las manos, era un momento escalofriante, pero hasta que en agosto no llegan los casos a España y Estados Unidos no se produce una reacción internacional fuerte para atajar la epidemia. Se produjo un antes y un después”, recuerda Luis Encinas.

Profesionales sanitarios retiran una víctima de ébola en Liberia. Efesalud.com
Dificilísima situación del ébola en Liberia/EFE/EPA/Ahmed Jallanzo

El médico Kent Brantly y la misionera Nancy Writebol se contagiaron de ébola en Liberia y allí ya se les suministro el suero experimental Zmapp que no había sido probado en humanos. A primeros de agosto fueron trasladados a Atlanta (EEUU) donde superaron la enfermedad tres semanas después de los primeros síntomas.

Peor suerte corrió el misionero Miguel Pajares, que contrajo el ébola en el Hospital San José de Monrovia. Un avión medicalizado lo repatrió el 7 de agosto para ser atendido en el Hospital La Paz-Carlos III de Madrid donde murió a los cinco días sin que el tratamiento experimental hiciera efecto.

Fue en esos días cuando el mundo despertó. El 8 de agosto, la OMS declaró emergencia de salud pública internacional por ébola, lo que supuso planes de actuación y ayuda internacional para los países afectados y medidas de control en aeropuertos y fronteras. Una respuesta “lenta e insuficiente”, según la propia autocrítica de esta organización.

Epidemia de miedo

Tres casos que llevaron el virus a Estados Unidos y a Europa en medio de la polémica por el riesgo que podía correr la población y que colocó al ébola en las portadas de todos los medios de comunicación.

“Fue entonces cuando llegó a Europa una epidemia, pero una epidemia de miedo”, recuerda el enfermero de Médicos Sin Fronteras.

Un miedo que se acrecentó poco después, en octubre, cuando la auxiliar de enfermería Teresa Romero fue diagnosticada de ébola al contagiarse en el Hospital Carlos III al atender a otro misionero español, Manuel García Viejo, repatriado al contagiarse en Sierra Leona.

Teresa Romero sonríe visiblemente emocionada tras recibir el alta médica junto a su marido
Teresa Romero sonríe emocionada junto a su marido tras recibir el alta médica tras curarse del ébola. EFE/Fernando Alvarado

Este misionero no pudo superar el avance del virus y murió el pasado 25 de septiembre, mientras que Teresa Romero, primer caso de contagio de ébola fuera de África, logró vencerlo.

La reacción internacional empezó a tener respuesta y la asistencia clínica y la tarea de concienciar a la población para romper la cadena de transmisión comenzó a reducir el número de infectados, aunque el virus ha dejado tras de sí un estructura sanitaria destrozada y al personal médico mermado por ser víctimas directas del ébola.

Ahora, los nuevos casos son como pequeños incendios que, si no se controlan, se extienden, dice el representante de MSF quien teme que el virus cruce la frontera con Guinea Bissau o que llegue a zonas intactas de los países ya afectados.

Mantener el sistema de alerta y la movilización social, seguimiento y búsqueda de los contactos que haya tenido el afectado y aislamiento directo de los nuevos casos, son medidas que siguen vigentes porque “hasta que no haya cero casos, la epidemia sigue viva”.