Cada año, centenares de miles de personas de todo el mundo sufren heridas o llagas en el interior de la boca que no se curan pasadas dos o tres semanas, tienen dificultades al tragar o soportan afonía, disfonía, obstrucción en una de sus fosas nasales, dolor de oído o visión doble; incluso bultos o ganglios cervicales palpables… estamos ante un más que posible tumor maligno de cabeza o cuello
Nuestra piel ante un cáncer de cabeza y cuello
Y para salir de este trance, que corta de raíz el estilo y la calidad de vida de los pacientes, es imprescindible atravesar las diferentes etapas, más o menos duras, de la oncología hospitalaria: cirugía, radioterapia y quimioterapia; medidas curativas que siempre dejan secuelas permanentes.
“Son las señales corporales, internas y externas, inevitables a día de hoy, derivadas de los tres pilares del tratamiento oncológico”, dice el doctor Pablo Nenclares Peña, médico de oncología radioterápica del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid.
La cirugía tiene un efecto local, desencadenando muchas veces efectos latentes sobre la lengua, sobre la mandíbula o sobre el cuello de los pacientes, algo que se puede observar externamente en forma de cicatrices, traqueostomías -abertura en la tráquea- o la extirpación de órganos internos importantes para la fonación o para la deglución.

La radioterapia desencadena irritaciones tanto a nivel de las mucosas, dando lugar a la mucositis (inflamaciones), como de la piel, dando lugar a una radiodermitis (desde una descamación seca con costras hasta una ulceración de todo el espesor de la piel, pasando por una descamación húmeda con pequeños traumatismos).
La quimioterapia potencia los efectos negativos de la radioterapia y produce daños sistémicos, como vómitos, cansancio o alteraciones en la serie blanca de la analítica sanguínea -leucocitos- y alteraciones iónicas (metabólicas, como en citoquinas, neuropéptidos y hormonas).
Pero todos los pacientes comparten al menos una de las secuelas debidas a los efectos secundarios de la radioterapia, el daño sobre la piel, básicamente en su cuello y en su cara: irritación y sequedad, en el 100% de los casos, y fibrosis, zonas más duras y menos elásticas.
La hidratación correcta de esta piel, antes, durante y después de los tratamientos, es uno de los objetivos de los talleres prácticos organizados por este hospital de referencia y la Asociación Española de Pacientes de Cáncer de Cabeza y Cuello (APC), un binomio saludable muy interesado en resolver cualquier duda de las personas afectadas.
María Inmaculada, Pedro y María Ascención han acudido al novedoso taller oncológico. Están en tratamiento de diversos tipos de cáncer de cabeza y cuello. En una sala del centro hospitalario, y de la mano del doctor Nenclares y de la enfermera especialista, María Pérez Hernández, han aprendido a cuidar más y mejor su piel operada, irradiada o inflamada.

¿Qué es un tumor maligno de cabeza y cuello?
Los cánceres de cabeza y cuello conforman un conjunto de tumores derivados en su mayor parte de las células escamosas que revisten las superficies externas o húmedas del interior de la cabeza y el cuello, como la nariz, la boca, incluyendo los labios, el paladar, la lengua, las mejillas o las encías, y la garganta.
Llamamos cáncer de cavidad oral al que aparece en la zona del labio, del paladar duro (sin llegar hasta la campanilla), en el suelo de la boca (por debajo de la lengua), en los dos tercios anteriores a la lengua y en todas las encías (hasta llegar a la zona de las amígdalas).
La faringe o garganta humana es un conducto musculoso, revestido de membrana mucosa, que está situada entre la boca, después del velo del paladar, y la parte posterior de las fosas nasales y el esófago.
En la garganta se desarrollan el 35% de los cánceres de cabeza y cuello: el cáncer de nasofaringe, el cáncer de orofaringe (desde la raíz de la lengua, las amígdalas, la campanilla -úvula- y el paladar) y el cáncer de hipofaringe.
Todas estas neoplasias suspiran por el humo del tabaco, se deleitan con el alcohol o desean el contacto más íntimo con los virus que aguardan impacientes en la lista de contactos.

“Lo más grave de esta tipología de cánceres es que afecta a funciones vitales como son el habla, la ingesta de alimentos y bebidas o a la respiración, lo que hace que la calidad de vida de los pacientes se vea muy deteriorada“, expone la doctora Lara Iglesias, médico oncóloga del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid.
El cáncer escamoso de cabeza y cuello (CECC) es el séptimo cáncer más común en el mundo. Se estima que más de 686.000 personas son diagnosticadas con este tumor, causante de alrededor de 350.000 muertes cada año.
En España se diagnostican cerca de 12.000 casos, pero se espera un incremento del 30% en el conjunto de 2017, dato muy superior a la media europea.
Dos de cada tres casos se detectan en fases avanzadas por síntomas inespecíficos y como consecuencia de una ausencia de programas eficaces de detección precoz. Muchas veces el paciente acude al otorrinolaringólogo cuando nota bultos internos en su cuello (metástasis ganglionares).
Los factores de riesgo del cáncer de cabeza y cuello
El cáncer de pulmón es el principal problema de los fumadores, pero el tabaco también afecta a otras zonas como la laringe, la cavidad oral o el esófago, además de ser agente patológico principal de otros tipos de cáncer y de muchísimas enfermedades.
El 75% de los cánceres de cabeza y cuello se originan por fumar, o masticar tabaco, y por el consumo de alcohol. Las personas que consumen estos dos productos tienen más riesgo de sufrir cáncer que las personas que solo fuman o solo beben alcohol.
La prevalencia de fumadores en España, según la OMS, es de un 33% en hombres y de casi un 28% en mujeres. La estadística empeora si se analizan los datos de los jóvenes entre 14 y 18 años, en los que el consumo del tabaco sube a más de un 32%, siendo las chicas las que más fuman, un 36,5% frente al 28% de los chicos.
Esta población fumadora provoca, además, que otros centenares de miles se conviertan en fumadores pasivos: un 10% de niños menores de 14 años están expuestos diariamente al humo del tabaco en su hogar, de los cuales más de 150.000 tienen menos de cuatro años de edad.
En cuanto a las bebidas alcohólicas, la doctora Lara Iglesias, especialista en tumores de cabeza y cuello, declara que “no existe un consumo máximo razonable desde el punto de vista médico porque no está demostrado que un poquito de cerveza o de vino sean buenos para la salud”.
Por tanto, fumar y beber alcohol es una combinación letal, aunque existan otros factores de riesgo: el virus del papiloma humano (VPH), la exposición a residuos industriales, el reflujo faringolaríngeo o las infecciones bucales persistentes, como el virus de Epstein-Barr, de la familia de los herpes, más conocido por la enfermedad del beso.
La práctica del sexo oral conllevaría la aparición de algún caso de cáncer de orofaringe por VPH, sobre todo en pacientes “que se hayan iniciado de forma precoz en el sexo y que hayan tenido alrededor de seis parejas a lo largo de la vida”, manifiesta.
Se estima que en algunos países donde está disminuyendo el cáncer de orofaringe y cavidad oral por alcohol o tabaco, están aumentando los tumores por el virus del papiloma humano, el mismo tipo que se ha relacionado con el cáncer de cérvix en las mujeres (VPH 16 y 18 son los tipos más frecuentemente asociados).
“Pero solo son datos preliminares. Los estudios a largo plazo delimitarán las causas reales del contagio por el virus del papiloma”, puntualiza.
En cualquiera caso, este tipo de enfermos tienen un mejor pronóstico de curación que los afectados por el tabaco y el alcohol, algo que dependerá del estadio en el que se diagnostique el tumor. Se puede generalizar que la tasa media de supervivencia a 1 año es del 75% y del 42% a los 5 años.
“Los pacientes de cáncer de cabeza y cuello en estadios 1 y 2, es decir, cuando las lesiones son muy pequeñas, tienen una tasa de curación del 80% o 90%, por lo que es imprescindible acudir al médico cuanto antes al percibir algún síntoma”, asegura.
Para la oncóloga médico, Lara Iglesias, lo más importante, ante todo, es la prevención del cáncer y por eso recomienda “una buena higiene bucodental y evitar los factores de riesgo al máximo“, ya que está en nuestras manos dejar el hábito tabáquico, tomar bebidas alcohólicas solo con motivo de celebraciones especiales y practicar sexo libre, seguro y saludable.

Además, en gente de edad avanzada es conveniente evitar las rozaduras continuas de las prótesis dentales, ya que, con el paso del tiempo, esta rutina puede derivar en cáncer bucal.
Síntomas del cáncer de cabeza y cuello
Las señales de alarma serían una llaga que no se cura, dolores en la boca que no desaparecen, un bulto en la mejilla, áreas blanquecinas o rojizas, dolor en la zona dental o cambios en la voz; incluso secreciones de moco o de sangre por una de las dos fosas nasales de forma continua. Tendremos dificultad para hablar, para mover la lengua o tragar.
También puede haber disfunciones orgánicas como pérdida de audición y, si existe invasión en la base del cráneo -especialmente en tumores de nasofaringe-, visión doble u otra sintomatología neurológica.
“La mayoría de las veces nos enfrentamos a procesos benignos sin importancia, pero si pasadas un par de semanas, o tres, los síntomas no remiten, conviene consultar con el médico de atención primaria o con el dentista; ellos determinarán si el paciente tiene que ser examinado más a fondo por un otorrinolaringólogo o por un cirujano máxilofacial”, aconseja.
La exploración visual de la boca se realiza con la ayuda de algún espejo para acceder a todas las oquedades. También se tomará una muestra o biopsia para confirmar las sospechas.
Si finalmente se apuntara la posibilidad de cáncer, habría que completar el diagnóstico con una prueba de imagen “para determinar el tamaño de la lesión y si se acompaña de ganglios en la zona del cuello”, aclara.
Una vez diagnosticado el cáncer, se comienza el tratamiento, que dependerá del tamaño de la lesión.
“Si la lesión es pequeña se solucionará con cirugía o con radioterapia. Si es una lesión mayor, o con ganglios asociados, el tratamiento se consensuará a través de un grupo multidisciplinar, un equipo de médicos que aportarán tratamientos muy experimentados (con quimioterapia o inmunoterapia)”, precisa.
Este conjunto de especialistas estará formado, como mínimo, por un cirujano máxilofacial, un otorrino, un oncólogo radioterapeuta y un médico oncólogo.
“Probablemente se llegará a la curación o se proporcionará el mayor alivio de los síntomas, aunque una vez finalizado el tratamiento es muy importante hacer rehabilitación para recuperar las funciones dañadas o perdidas en la zona bucal”, destaca la doctora Iglesias.
Los cuidados de la piel antes, durante y después del tratamiento contra el cáncer de cabeza y cuello
El Servicio de Oncología Radioterápica del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid, junto a l@s médicos y enfermer@s, ha establecido una serie de pautas a seguir ante los efectos secundarios de la cirugía, la radioterapia y la quimioterapia en la piel de los pacientes que sufren algún tipo de cáncer de cabeza y cuello.

Cuidados de la piel previos a la radioterapia
- Es importante hacer frente al tratamiento con radioterapia en un estado óptimo nutricional y de hidratación.
- Dejar de fumar y beber alcohol o disminuir el consumo lo máximo posible.
- Piel hidratada, heridas cicatrizadas.
- Evite rozaduras en la zona.
- Proteja la piel de agresiones externas, especialmente en el cuello: climatológicas, como frío y calor, o de objetos, como collares, cadenas o similares.
- Use protección solar si fuera necesario.
- Si ya hubiese eritema u otra alteración en la zona irradiada, consulte para aplicar tratamiento adecuado.
- No aplique sobre la zona irradiada lociones que contengan alcohol ni yodo.
- No es recomendable aplicar cremas que no estén recomendadas por su médico/a o su enfermero/a.
- En caso de ser portador de traqueostoma (dispositivo mecánico que conecta la tráquea con el exterior de la piel), es fundamental conocer sus cuidados y llevar a cabo una correcta higiene de la cánula.

Cuidados de la piel durante la radioterapia
- Recuerde lavarse la piel del área de tratamiento solo con jabones neutros y sin restregar.
- Tras el lavado, seque la piel con una toalla suave con ligeros toques. Aplicar compresas húmedas de agua de manzanilla puede aliviar temporalmente.
- No exponga el área de tratamiento a cambios extremos de temperatura (por ejemplo, agua caliente o hielo).
- Evite la exposición directa al sol. Use crema solar de protección alta cuando pasee por la calle e intente no exponerse directamente al sol más agresivo, máxime en verano.
- Para realizar la irradiación la piel debe estar limpia, sin restos de cremas ni maquillajes.
- Se puede producir alopecia -pérdida de pelo o cabello-, pero exclusivamente en el área tratada. No cortarse el pelo ni teñirlo durante el tratamiento.
- Mantener el traqueostoma limpio. Limpiar la cánula mediante agua y bicarbonato todos los días. Puede que la zona del traquestoma sea una de las más propensas a la irritación.
- Los hombres deben afeitarse solamente con máquinas eléctricas y evitar el uso de lociones antes y después de afeitarse.
- Aplicar la crema recomendada por la zona de tratamiento al menos dos veces al día en una fina capa. Puede que, durante el tratamiento, los especialistas sustituyan una crema por otra, hagan curas específicas en las zonas más irritadas o utilicen medicamentos para el dolor, el picor o las infecciones.
- Pueden aparecer otros efectos secundarios de la piel en zonas distantes a las del tratamiento, relacionados con la quimioterapia: xerosis (sequedad y descamación de la piel), fisuras en los pulpejos de las manos o las paroniquias (infecciones en torno a las uñas de manos o pies). El uso de Cetuximab puede ocasionar tricomegalia (crecimiento excesivo de las pestañas), siendo recomendable recortarlas para evitar roce y conjuntivitis.
- Descanse todo lo que necesite. Duerma por lo menos 8 horas por la noche y la siesta. No haga esfuerzos. Lleve una dieta sana y equilibrada.
Cuidados de la piel después de la radioterapia
- Los hombres deben continuar utilizando la maquinilla eléctrica y evitar lociones antes y después del afeitado hasta que la piel se recupere.
- Báñese, dúchese o lávese con agua tibia. Emplee sus manos en vez de una esponja sobre el área tratada.
- Mantenga la piel siempre hidratada. Cuando desaparezcan los efectos agudos del tratamiento podrá utilizar otras cremas recomendadas por el personal médico o de enfermería, así como bálsamos.
- Evite la exposición directa al sol y utilice cremas de protección solar máxima (protección 50).
- Realizar masajes por zonas laterales del cuello hacia las zonas más distales favorece el drenaje linfático y evita el edema.

A nivel corporal, los tratamientos radioterápicos y quimioterápicos, o la combinación de ambos, producen diferentes secuelas: efectos agudos (durante la radioterapia o en las semanas siguientes) y efectos tardíos ( a partir de los 6 meses).
La mucositis, epitelitis, desnutrición, traqueítis y edema de aritenoides, xerostomía (boca seca), ageusia (falta de gusto), nefrotoxicidad, vómitos y mielosupresión (anemia, descenso de leucocitos y de las plaquetas) son los efectos agudos más importantes del tratamiento radioterápico en los pacientes con tumores de cabeza y cuello.
Entre los efectos tardíos destacan: la xerostomía, hipogeusia, hipotiroidismo (hipofunción de la glándula tiroidea), alteraciones dentales, trismus (dificultad para la apertura de la boca), necrosis ósea o cartilaginosa, mielitis cervical, hipoacusia, cataratas y retinopatía.
María Inmaculada fumaba y ahora sabe que este hábito cancerígeno es un factor de riesgo importante… “me ha tocado a mí” -dice-. Además de sus cicatrices en el cuello, la afectación principal está en su dentadura… “se te caen los dientes, al tener el hueso de la mandíbula dañado, y no me pueden poner implantes”.

Su cáncer de cabeza y cuello hace que su piel esté “deshidratada, mucho más seca y tirante. Tengo la zona rígida. Aún así, me quedo con mi actual vida. Soy más consciente de lo que me rodea y ahora vivo intensamente. Pero aconsejo a los fumadores que lo dejen cuanto antes”, concluye.
A Pedro Páramo su cáncer de orofaringe le ha robado el placer de comer, al igual que a María Inmaculada y a María Ascensión… “me alimento a base de purés; ya que no puedo ingerir nada sólido, como un entrecot o una tortilla de patatas”, comenta.

Le diagnosticaron el cáncer en un estadio avanzado y, como consecuencia de los tratamientos, en sus manos y en sus pies tiene sensación de cosquilleo -parestesia-, tiene problemas de audición y tiene, sobre todo, dolor en la boca y en la lengua, lo que le obliga a estar tratado en una Unidad del Dolor con diversos fármacos.
María Ascensión dejó de fumar hace ya ocho años y llevaba cinco sin echar humo cuando le dieron una ‘malísima‘ noticia: padecía un cáncer de cabeza y cuello. Le han operado tres veces… “casi no puedo hablar y siempre me siento a la mesa a comer lo mismo, purés… encima he perdido el gusto y todo me sabe soso“, se lamenta.
Para recuperar parte la vitalidad de su cuello ha necesitado, también, tres injertos de piel… “me los han extraído de brazo y de la pierna. Estoy ‘llenita‘ de cicatrices“… María Ascensión, que ha dado la cara en este reportaje junto a Pedro Y María Inmaculada, lo tiene tan claro como efesalud o cualquier médico: “Hay que dejar de fumar”.

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