¿Pueden los niños seguir una dieta veggie sin consecuencias para su crecimiento? ¿Necesitan suplementación? El nuevo episodio del pódcast “A gusto con la Tierra” aborda las necesidades nutricionales de los niños y su compatibilidad con este tipo de alimentación.

¿Es la dieta veggie segura y saludable para los niños?
EFE/Mario López

La población veggie no para de crecer y los más jóvenes son el principal motor de cambio. Por eso no es de extrañar que muchas familias adapten para los niños el modelo de alimentación que habían seguido en casa por una dieta veggie, más verde, mejor para el planeta.

Pero eso significa que también se planteen dudas: ¿Es saludable esta forma de comer? ¿Afecta a  su crecimiento?

Nos acompaña Noelia López, nutricionista de Nestlé España para ayudarnos a despejar estas dudas.

Época de cambios

En la infancia los cambios fisiológicos son incuestionables: el ritmo de crecimiento aumenta y consecuentemente el apetito y las necesidades energéticas.

Pero no hablamos solo de cambios físicos, sino que también hay un importante crecimiento a nivel emocional: en esta etapa de la vida se comienzan a fijar los ideales y, como individuos, buscamos un hueco en la sociedad.

Es en este momento, según indica Noelia López, cuando se empiezan a atisbar ciertos intereses, como puede ser la sostenibilidad o la alimentación veggie.

Todos los cambios, sean de mentalidad o físicos, se deben tener presentes cuando queramos valorar si nuestro hijo o hija come variable, sano y suficiente.

¿Pueden los niños seguir una dieta veggie?

Pero la pregunta que se formula es clara: ¿Es o no es compatible una dieta veggie con las necesidades de los niños?

“Lo es si está bien planificada y asegura las necesidades energéticas y nutritivas propias de esta etapa”, asegura la experta.

Y es que se trata de un periodo vulnerable desde el punto de vista nutricional, ya que todavía se están  asentando los hábitos alimentarios, hábitos que nos acompañan a lo largo de nuestra vida y que además pueden ser clave para evitar futuras enfermedades.

El miedo a lo desconocido, añade la nutricionista, es lo que lleva a los padres a asustarse ante cambios de este tipo, por lo que saber las razones por las que el niño quiere cambiar su alimentación es esencial.

Motivos de cambio

¿Qué puede propiciar que sea el menor el que quiera propiciar este cambio de alimentación? Lo cierto es que normalmente se asocia con:

  • El aumento del interés por la sostenibilidad.
  • Respeto por los animales.
  • Salud.

Pero debemos tener cuidado con el cambio de dieta como consecuencia de un trastorno alimentario. En esta situación, es importante que los padres se muestren atentos y verifiquen que la alimentación que siguen sus hijos es la correcta.

Planificación de una alimentación veggie

De una forma u otra, como cualquier dieta, la veggie debe obedecer una planificación que no debería diferir mucho de una convencional: en ambos casos, hablemos de niños o adultos, debe haber un claro predominio de alimentos de origen vegetal.

Así, para evitar carencias debemos tener en cuenta que:

  • El 50% de nuestra alimentación deben ser frutas y verduras y deben consumirse un mínimo de cinco raciones diarias.
  • Un 25% cereales y derivados integrales como avena, trigo, quinoa o espelta.
  • El 25% restante corresponde a proteínas de calidad nutricional alta:
    • veganos-legumbres, frutos secos y semillas
    • vegetarianos- huevos y derivados lácteos. 
nutriplato obesidad infantil
El nutriplato, foto cedida por Nestlé.

Nutrientes clave en la dieta de niños veggie

En el caso de seguir una dieta veggie, Noelia López señala una serie de nutrientes que tendrán especial protagonismo en la alimentación de los niños.

B12

La suplementación en B12 es necesaria en estos casos, ya que el ácido fólico es crucial en esta fase de crecimiento para el correcto desarrollo del sistema nervioso.

En este sentido, acudir a un profesional será de gran utilidad, porque de esta forma garantizaremos una alimentación equilibrada.

Esta vitamina está presente en:

  • Vegetales de hoja verde crudos o cocinados con poca agua (al vapor)
  • Productos como la harina de garbanzo

Hierro y calcio

Dentro de los procesos de mineralización y crecimiento óseo son importantes las necesidades proteicas, de hierro (sobre todo a partir de la primera regla en las adolescentes) o calcio.

Para asegurar las proteínas hay que seguir una dieta variada, con una o dos fuentes de proteínas que podemos encontrar en…

  • Legumbres como altramuces, soja, garbanzos o derivados (como pastas o harinas).
  • Productos alternativos a los lácteos a base de sojas y fortificados (como frutos secos y semillas).
  • Setas o la levadura nutricional también son opciones a tener en cuenta ya que enriquecen cremas y purés de forma rápida y fácil.

En el caso del calcio…

  • Las bebidas vegetales y los yogures fortificados son de gran importancia.
  • Crucíferas como el brócoli, la coliflor, el repollo…
  • Vegetales de hoja verde como acelgas o espinacas.
    • Estos vegetales a veces contienen oxalatos, que dificulta la absorción de calcio por lo que se deben utilizar métodos culinarios que la minimicen: tostado, cocción, remojo o fermentado.
  • Las alubias blancas, almendras, tofu, sésamo también son ricos en calcio.

Vitamina D

La vitamina D participa en la absorción del calcio. Conocida como la vitamina del sol para absorberla es necesario exponerse dos horas semanales a la luz solar directa en cara y manos. En el caso de los niños, por ejemplo, sería suficiente con jugar en el exterior media hora dos o tres veces en semana.

Eso sí, Noelia López destaca que el tiempo de exposición solar necesario para su correcta absorción dependerá del tono de piel del niño: cuanto más oscuro, más tiempo necesitará. 

Grasas

La nutricionista de Nestlé incide en la importancia de las grasas en nuestra dieta.

Y es que la grasa aporta energía y ayuda a transportar las distintas vitaminas a través de la sangre por no hablar de que dan sabor y textura a nuestros platos.

Lo único que se debe tener en cuenta en este sentido es cerciorarse de que se están consumiendo cantidades adecuadas y grasas de calidad, como las que aporta el aceite de oliva, el aguacate o la chía. En definitiva, grasas mono y poliinsaturadas, como las que encontramos en los ácidos omega 3.