Tiempo que parece detenerse. El último partido de un año entero. El sábado cuatro equipos se jugaban el descenso. Entre ellos el Deportivo de la Coruña, del que es aficionado el periodista de EFEsalud que les escribe. Nervios, tensión…y detrás de esos sentimientos una pregunta: ¿qué siente un aficionado cuando su equipo puede descender? El Depor, finalmente, se salvó

Es difícil dar una respuesta única. El fútbol es una pasión poderosa y personal que cada uno vive a su manera. Sin embargo, si tu equipo está a punto de perder la categoría, aquel que lleve tu camiseta comparte un mismo sentimiento: incertidumbre y tensión.
Es una cualidad del deporte. Convierte a extraños en compañeros.
El sábado a las 18:30 horas comenzaba la última jornada de fútbol. Las aficiones de cuatro equipos se enfrentaban ante noventa minutos a cara o cruz: descender o permanecer en la liga BBVA. Seguidores de Granada, Almería, Eibar y Deportivo de la Coruña pondríamos a prueba nuestras emociones.
Era tiempo de ver si estábamos preparados para sobrellevar la tensión con preparación emocional, equilibrio entre expectativas y resultados, y un poco de racionalidad.
Había llegado el momento. Las gargantas gritaban su última frase de ánimo antes del partido, las manos se agarraban a las bufandas. Todos parecían tener una opinión sobre lo que podría ocurrir y pronto lo descubriríamos.
Primera parte

Cuando todavía no ganas ni pierdes todo parece ir en calma. La razón te convence que el trabajo, el esfuerzo y los años de historia se verán recompensados. Aunque es un planteamiento válido, independientemente de un equipo u otro, el mecanismo para aguantar los primeros minutos es muy sencillo: vas empate… ¡piensa en positivo!
Minuto 4 de partido, gol de Messi. Nada es tan sencillo. Sientes como las esperanzas se reducen, los gritos de ánimo pierden contenido y todo un año se escapa entre las manos.
Aún así, las ganas de creer se imponen. Normalmente la decepción se convierte en pasajera y el entusiasmo parece renovado a los pocos minutos, por lo que nada ha cambiado, sólo está un poco más difícil.
Segunda parte
El intermedio está pensado para el descanso de los futbolistas. El sábado los aficionados lo necesitábamos aún más. En todo momento de tensión, pararse y tomar unos segundos en calma, permite ver la situación en perspectiva: “el fútbol es un deporte, el resultado no va a cambiar mi vida, así que disfrutemos del segundo tiempo”.

Los minutos transcurren y nada sucede. Los mecanismos para creer suenan a vacio. Es entonces cuando el apoyo moral viene de fuera. Un brazo sobre el hombro de alguien que comparte el mismo sentimiento es suficiente para saber que sí, un aficionado sufre, pero nunca lo hace solo.
Minuto 59 de partido, segundo gol de Messi. Cuando una situación mala se convierte en peor existen pocas opciones: aceptar lo que ocurre y prepararse para ello o simplemente pensar que todavía se puede conseguir.
“Creer posible algo es hacerlo cierto”, señalaba el poeta Fiedrich Hebbel.
Como si la idea de “pensar en positivo trae cosas buenas” fuera una regla matemática, el Deportivo de la Coruña marcó dos goles en menos de 15 minutos. Desde ese momento hasta el final todo se convierte en un juego de cómo controlar las emociones. La alegría se contiene y la posible decepción no se olvida.
El árbitro toca el silbato final. Todo ha acabado: el Deportivo de la Coruña permanece en primera división. Otros equipos no lo han podido conseguir, pero ello sólo cambia los objetivos, no la ilusión.
Debe estar conectado para enviar un comentario.