Está presente en todos los ámbitos de la vida: educación, justicia, trabajo, deporte o salud. La psicología se ha abierto un importante hueco en la sociedad, rompiendo tabúes del pasado, dejando atrás que es “solo para locos” y demostrando que nos importa aquello de ´mens sana in corpore sano´. El psicólogo y pedagogo Javier Urra analiza los retos de esta disciplina

Trastornos de personalidad, obsesivo compulsivo o de alimentación; el duelo por la pérdida de un ser querido o una ruptura sentimental; diagnóstico de una dura enfermedad; hiperactividad o déficit de atención; depresión y ansiedad ante un incierto futuro laboral; autoestima mermada y maltratada en un caso de violencia de género. La lista de casos por los que un individuo acude a una consulta psicológica es interminable.
Hablar de profesionales psicológicos en nuestro país es hablar en buena medida de Javier Urra, doctor en Psicología Clínica, terapeuta, psicólogo forense en la Fiscalía de Menores del Tribunal Superior de Justicia de Madrid y ex Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid.
Los retos del siglo XXI
“Tenemos un problema: un auténtico atracón de yo”, determina Javier Urra, y añade que el futuro de la psicología debe tomar el camino de “facilitar la vida de los demás” y rechazar el egoísmo y el recelo. Para ello, la clave está en la educación.
El doctor en Psicología Clínica aborda los retos de su ciencia desde tres esferas que le preocupan de este siglo: el suicidio, la violencia de género y el diagnóstico de enfermedades.
Angustia infantil, niños sin proyecto de vida
El reto de los retos, para Urra, es uno: el suicidio. El que fuera Defensor del Menor pone sobre la mesa un dato crudo pero real: en España, muchos jóvenes de entre 18 y 24 años se quitan deliberadamente la vida, y esta es la primera causa de muerte en esta franja de edad.
“La gente no se cree que haya niños deprimidos, y esta es una enfermedad muy severa. Se generaliza que los niños son felices, pero no es verdad, yo veo a muchos con ausencia de proyecto y vacío existencial”, reconoce el psicólogo infantil.

La demanda de cariño, el fracaso escolar, cambios corporales o el bullying tienen como consecuencia niños con angustia vital. ¿Qué hacer ante este panorama? Pasar tiempo con ellos, sin sobreprotegerlos demasiado.
Urra denuncia que haya hogares donde “se habla mal de todo y no se emplea el sentido del humor”, donde los hijos se utilizan como instrumento de una separación violenta o son testigos de adicciones al alcohol o a las drogas.
Violencia de género, el tsunami del odio
Titulares cargados de “mujer denuncia a marido”, “muere otra mujer maltratada” y hasta “padre mata a hijos”. La violencia de género es uno de los mayores enemigos de la sociedad. ¿Cómo se puede explicar, desde el punto de vista de la psicología este fenómeno?
“Desde un narcisismo y un ego hipertrofiado, se traduce en un de mí no se ríe nadie”, explica Urra. Además, en estos casos, el arrepentimiento no tiene lugar, al agresor “le ha merecido la pena” el crimen.
Parece inconcebible que un niño muera a manos de su progenitor. “En estos casos, se rompe la relación con sus hijos, los ve como si fueran solo de su mujer, y sabe que así hace daño. La gente cree mucho en el amor, se le olvida el poder del odio, que es como un tsunami”, refiere el psicólogo.
Aceptar el golpe de un diagnóstico malo
Cáncer, alzhéimer, sida, diabetes o hipertensión. Diagnósticos que descubres en un sobre o en palabras de ese señor de bata blanca y que te cambian la vida. “No nos preparan para la muerte, dolor ni sufrimiento”, sentencia Urra.
En su opinión, el médico debe estar preparado para hablar al paciente, transmitirle esa mala noticia sin “el aspecto Disney de lo ‘vas a conseguir’, sino ‘vamos a luchar para conseguirlo’”.
“La psicología positiva está haciendo bien siempre que seamos conscientes de que el ser humano es vulnerable y se rompe”, añade el experto.
Pero ese cuidado debe ser recíproco, ¿cuántas veces agradecemos a un médico amable su atención o a una enfermera delicada su cuidado? Urra, consciente de eso, escribió una carta el día que recibió el alta tras un infarto. “Se asustaron”, bromea.
Del “quién soy” trascendental a la neurociencia

Mientras la psicología avanza, en busca de nuevas esferas y retos que abordar, Javier Urra recuerda cómo ha llegado a convertirse en una ciencia importante en la medicina.
La psicología, con sus preguntas trascendentales sobre el más allá, nace de la ciencia de las ciencias: la filosofía. Más tarde, asegura, se desprende de ésta y se enriquece con la antropología, la sociología o el lenguaje.
Nuestros antepasados, una vez superadas las cuestiones físicas, la mortalidad, las enfermedades y las pandemias, se preguntan quiénes son, “se vuelven mucho hacia los aspectos psicológicos porque siente que son partes esenciales de su vida que forman parte de su bienestar”, refiere el clínico.
Antes, la psicología trabajaba con personas “desvalidas, incapacitantes o diferenciales, hasta que un día se dio cuenta de que puede fortalecer, prevenir, trabajar con el grupo, participar en la elaboración de las leyes o en la urbanización de las ciudades”.
Hoy, está estrechamente ligada con las nuevas neurociencias, con el análisis del comportamiento cerebral, pero este experto recuerda que “la duda, la sonrisa o la trascendencia del ser humano no están en un lóbulo frontal del cerebro”.
En esa sonrisa está el futuro de la psicología, pero dedicada a los demás. Cuidar del otro, proteger a la infancia, aceptar el paso de la vida, luchar contra las enfermedades y acabar con la violencia de género harán que el mundo sea un poco mejor.
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